u n o

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-¡¿No vas a crees eso, verdad?

Jung Soojung, enojada e histérica puso ambas manos encima del escritorio de Jongin en donde reposaba una gran cantidad de papeles y cuentas que tenían desconcertado en su totalidad al muchacho. Habían cuentas, traspasos, desfalco total. Cada papel señalaba una transacción distinta realizada por la persona de la que nunca Jongin había desconfiado.

-¡Jongin, mírame, eso no es cierto! -protestó la chica, pero Jongin seguía sumado a montones de números, y todas esas cuentas fantasmas en países lejanos, todas a nombre de una única persona.

-No sería capaz de eso, Jongin, quita esa cara -aludió ella, temblando mientras arrugaba los papeles en sus manos-. Es mi mejor amigo, él sería incapaz de hacer esto.

Pero Jongin no podía creer las palabras de Soojung, porque desde su punto de vista, ella había sido engañada también, engañada por la persona que ahora era dueña de un por ciento significativo del capital de su familia. Jongin también arrugó los papeles en sus manos, las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos impidiendo que pudiese observar a plenitud el producto de la avaricia y la mentira en la que había estado viviendo los dos últimos dos años de su vida. Jongin no lo entendía, le había dado de todo, no le faltaba nada, por qué, ¿por qué lo había hecho?

-¿Qué no te das cuenta, Krys? -preguntó él, a merced de la rabia, del dolor, y de la cólera que lentamente estaba haciendo mella muy dentro-. Está todo aquí, como lo explicó mi madre.

Hacía sólo unos instantes, Jongin era feliz. Estaba en la pequeña oficina que su padre había destinado para él porque «Hijo, tienes que comenzar desde abajo, desde el fondo, con los pequeños papeles. Sólo así lograrás ser grande», estaba acompañado de Soojung, una de sus más grandes amigas, en ese rato en el que no tenía nada qué hacer y ella no tenía clases. Hablaban plácidamente, antes de que la madre de Jongin entrara con una carpeta gorda detallada con todos los movimientos ilegales que había estado cometiendo la única persona de la que nunca pudo desconfiar alguna vez, de él, de su novio.

De Do Kyungsoo.

Según su madre, Kyungsoo no se había acercado a él sólo por el amor y los bonitos sentimientos, detrás de él habían fines malévolos como ese, como realizar un desfalco a la empresa familiar y mover gran cantidad de dinero a numerosas cuentas que tenía en distintas partes del mundo. Ahora, Kyungsoo había robado una parte importante del capital de la empresa y cómodamente podía vivir una vida sin problemas.

La mamá de Jongin le abrió los ojos, con cada hoja sobre el escritorio mostró la verdadera cara de su novio, de la persona que había conocido hace dos años y que sólo hasta ahora conocía a la perfección. Soojung tuvo una fuerte discusión con la madre de Jongin, porque para nadie era un secreto que esa chica adoraba a Kyungsoo, y había sido ella misma quien los había presentado. Le dijo tantas barbaries que al final, Jongin tuvo que pedirle a su madre que se calmara y se marchara mientras él meditaba las cosas, a Soojung también le pidió lo mismo pero ella se quedó, reclamando, tratando de hacerle entender que todo lo que decía la mujer que lo había engendrado era tan falso como su busto.

Pero Jongin, teniendo tantas pruebas en sus manos no podía creer. Realmente no podía.

-Jongin, tú lo amas y él te ama a ti. ¡Esto debe ser un invento de tu...!

-¡Es mi madre! ¿Qué ganaría con mentirme de esta forma?

-Porque ella ha odiado a Kyungsoo desde que lo presentaste como tu novio, para nadie es un secreto que preferiría verte muerto antes que con él.

-Pero esto es ir demasiado lejos -respondió él, llevando sus manos a la cabeza-. No puedo creerle cuando todo lo culpa...

Jongin ya ni siquiera disimulaba las ganas que tenía de azotar todo a su paso, de golpear la pared, de lanzarse de un risco porque cualquier dolor sería menor al que estaba padeciendo. Él realmente amaba a Kyungsoo. A pesar de sus cortos diecinueve años, había entregado mucho de él para complacerle, para verle feliz, vivían juntos en un pequeño departamento y pensó que eso sería suficiente, y hasta donde tenía entendido eso era suficiente para Kyungsoo, porque la imagen que él daba a demostrar era la de alguien sin pretensiones, sin avaricia, sin codicia, humilde de corazón. Hoy realmente se daba cuenta la mentira en la que había vivido estos dos años.

Pequeño Retoño → KaiSooWhere stories live. Discover now