- SATH -Mentes Perdidas

Capítulo 1

Escucho el sonido de las hojas crujir bajo mis pies, pues centenares de hojas yacen en el suelo debido al otoño que se alza sobre el gran Zaragoza, me detengo para observar la maravilla de esta estación; en la que la cosa más mínima brilla con luz propia. Me dirijo al instituto Felmanc y a lo lejos, observo aquella persona que amo con toda mi alma, Sophie, mi mejor amiga. Ella nota mi presencia y se encamina hacia mí. Su expresión de alegría en el rostro al verme, sus hoyuelos particulares y su sonrisa enorme de oreja a oreja es lo que más me encantan de ella, una mujer revolucionaria que siempre lucha por los que no tienen voz, su vestimenta singular y destacable, y para qué hablar su corte de pelo; esos cabellos color cenizo con tonalidades grises y blancas en forma de capul. Lleva puesto unos pantalones negros rasgados en la parte de la rodilla y remangados en los tobillos, unos converse, una blusa totalmente blanca y un sombrero negro.

Se acerca hasta estar un par de metros de mí, gira suavemente con la intención de que vea cómo va vestida y se lanza rodeando sus brazos en mis hombros.

- Te quiero, tonto -dice, aún abrazándome-. Me alegro verte.

- Pero si ayer me fui de tu casa a las 00:15 de la mañana -quita sus brazos y se aleja de mí.

- Sé que también te alegras verme -entorna sus ojos y toma de mi brazo, llevándome tras ella a rastras por todo el camino.

Llevo viviendo con mi familia en España hace 10 meses, debido al ascenso que le hicieron a mi padre en su empresa, Copisa, una empresa constructora en la que mi padre ahora es coordinador. Somos originarios de Colombia, exactamente en el departamento del Valle del Cauca. Tenía toda mi vida allí, iba en último grado, tenía mis amigos, mis rutinas, mis zonas de confort. Pero todo cambió, y en cierto sentido no me arrepiento, por cosas como haber conocido a Sophie Gallardo, Dan, Sid, Anne o que me hayan dado un auto nuevo, lo sé, es material, pero me ayudó mucho con mi autoestima los primeros días en el instituto porque fueron un infierno total, normalmente suelo ser tímido, y llegar a un país y un colegio nuevo no es justo. Sin embargo no tuve de otra, no podía dejar a mi familia.

Mi madre se centra en su hogar, cuida de mi padre y de mí, en Colombia tenía su empleo bien pagado, pero al igual que a mi padre; dejamos todo por un nuevo futuro, un futuro muy lejos a lo acostumbrado. Mis padres se conocieron en un restaurante en el que mi madre trabajaba, y aquella noche la luz del amor se iluminó para los dos, desde entonces se fueron conociendo y al día de hoy tienen dos hijos llamados Camilo Flórez García y Peter Flórez García, yo.

En Colombia siempre fui un chico que pasaba desapercibido por todos y todas. Sin embargo, en mi cabeza, para mí; nada pasaba desapercibido. Todo importaba, todo tenía singularidad, nada tenía sentido. Siempre fui, aunque no lo demostré, un chico muy curioso, que no se conforma con algo normal, odio lo igual, me encanta y deseo lo extraño, lo malo para todos, veo belleza donde otros no la ven, veo arte en la sangre, veo perfección en lo misterioso. Sé que a mis 17 años de edad un alma gris me consume, pero me da igual, no cambiaría como soy, no lo haría. Siempre he sido así, introvertido, reservado a las cosas, al no dar mi opinión acerca de algo. No lo sé, quizás sea muy tímido; que es algo razonable, pero a partir de cuentas, soy yo, me gusta quien soy y en esta etapa de mi vida he encontrado a personas con mi mismo desorden mental.

Entrando al instituto, un par de personas se nos quedan viendo por la fama de Sophie en el colegio, una vez me contó lo que hizo para salvar a las ranas del horrible experimento de ciencias que se avecinaba. Imprimió cientos de fotografías de ranas con la foto de la cara del director en ellas, las pegó por casi todos los pasillos y corredores, baños, salas de clases, hasta en la biblioteca. Con una frase escrita: "Es hora de empezar, ¡abran!".