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11 de agosto del 2016.

Camino hacia mi habitación, por el camino veo mi reflejo en el espejo del pasillo y me estremezco al notar lo delgada que me encuentro, sin embargo no me sorprende aquello y una pequeña parte de mí se alegra por ello, al menos estoy logrando verme mejor que hace meses, ¿si logro una figura perfecta él se fijaría en mí? No, no...el ya no está sácate esos pensamientos, Alessa, estás bien así, aparte, él se fue y ya no volverá. Jamás. Han pasado tres años y eso es tiempo suficiente para aceptar que ya no volverá, pero una de nuevo una pequeña parte de mí se niega a creerlo, aún tiene esperanzas de que él vuelva. Idiota, idiota ¿por qué no logro entenderlo de una vez por todas? Sigo mi camino tratando de sacarme esos pensamientos y me concentro en pensar en la canción que me ha acompañado por meses.

—Esta es la última vez que te pido esto, esta es la última vez...—canto en voz baja y abro la puerta de mi habitación.

Al abrir la puerta veo que todo se encuentra en perfecto orden, genial, no hay nada que me distraiga por un rato. Algo que debo agradecer de lo que pasó hace tres años es que he aprendido a hacer de la limpieza un habito, uno muy frecuente y el cual la mayoría de las personas suele llamar "obsesión", pero no, es que tan solo es la única forma de distraerme de pensar en cosas que no debería, o en él para ser más específicos, ya que la mayoría de las veces cuando trato de distraerme es debido a que él hace aparición en mis pensamientos, así que suelo limpiar u ordenar mi habitación varias veces al día, a pesar de que realmente a veces no suele haber nada que ordenar, excepto mis pensamientos o mi vida, lo cual, irónicamente, es lo único que nunca logro ordenar.

Camino hacia mi cama y tiro mi bolso en ella para luego lanzarme yo a un lado. Mi perrita Cloe corre a mi cuarto y salta a la cama para comenzar a lamer mi cara, la alejo y suspiro al notar el silencio absoluto que hay en la casa, inclusive Cloe hace silencio aunque su cola se mueve alegremente. Desde mi cama puedo observar mi librero y noto como todos mis libros y todo lo demás se encuentran en perfecto orden, volteo a ver mi televisor y noto mi reflejo en la pantalla que se encuentra apagada y puedo notar algunos rasgos que cada día que pasa se van haciendo más notables aunque luche por evitarlo, como por ejemplo mis ojeras, mis espinillas y sobre todo aquella mirada perdida y triste que aún me sorprende a pesar de saber que es normal que estén así, porque es exactamente como me encuentro desde hace años ya: perdida y triste.

Por un momento recuerdo la última conversación que tuve con mi mejor amiga sobre él «Tienes que dejarlo ir, Alessa. Ya es hora de que lo superes —Me miró y coloco aquella sonrisa que uno utiliza cuando ve a un perrito perdido y no puede llevarlo a casa, aquella sonrisa de lastima—. ¿Por qué no tratas de salir con alguien más? Un clavo saca a otro clavo dicen por allí». Pues no, no puedo salir con alguien más. Me niego a ir buscando en alguien más la sonrisa que solo él tiene, los ojos, la risa, inclusive me niego a buscar en alguien más aquella mirada de felicidad, porque sé que nadie más lo tendrá porque nadie es él y yo solo he podido sentir algo por él desde el primer momento en que su mirada se posó en mí y decidió hablarme. Sé que es estúpido pero es así, todo lo que había creído sentir por alguien se volvió tan vacío e insignificante desde que él comenzó a hacerse con mis sentimientos y eso es lo que nadie parece entender, que una vez que conoces a alguien que te hace sentir tantas cosas de una manera tan especial como él me hizo sentir a mi es difícil olvidar, es más a veces parece imposible.

Me siento en la cama y meto la mano debajo de mi almohada para tomar el control del televisor, lo enciendo y comienzo a cambiar canales para tratar de no seguir pensando en eso pero para mi desgracia no hay nada interesante así que decido ir a la sala para encender la computadora y poder hablar con Sasha, mi amiga de otro estado, es raro pero parece que ella es una de las pocas personas que puede hacerme reír con su voz de dormida, es que cada vez que me envía una nota de voz por WhatsApp parece que acaba de despertarse de la siesta aunque no sea así. Al encender la computadora me conecto enseguida en Facebook, reviso el chat y sorpresa, Sasha está conectada.

«Hola, Panda J» le envío y comienzo a ver las notificaciones de hace días, la mayoría son de juegos absurdos que nunca jugaré ¿es que la gente no entiende que no me gustan esos tontos juegos de Facebook? Si fueran los Sims entendería que me enviaran solicitudes para vidas o algo así porque suelo enviciarme con ese juego pero no quiere decir que ando fastidiando a todos con notificaciones de "Soy rica en los Sims ¡felicítame!", es absurdo y fastidioso.

Paso un rato hablando con Sasha de como escribiremos nuestra historia y consigo olvidarme un rato de todas mis cosas mientras me rio y escucho música. O al menos así era.

Creo que deberían de hacer un manual sobre cómo sobrevivir a un corazón roto y escribir diversas reglas, pasos a seguir, deberes y derechos, consejos y publicarlo en alguna editorial. Es más lo podrían titular "Manual para no morir por un corazón roto". Bueno pues ofrezco como alternativa para regla número uno la siguiente: Nunca, jamás, en ninguna circunstancia te descuides y pienses que él o ella no podrá dañarte un día.

Porque la prueba de que él o ella puede dañarte un día está justo delante de mis ojos, para ser más específicos en la pantalla de mi computadora como noticia en Facebook: Una foto de él sonriendo como si no hubiese pasado un solo día, y como si nunca me hubiese roto el corazón.   

Recordandote |PAUSADA|.Where stories live. Discover now