1

186K 4.3K 885
                                    


Permíteme presentarme, soy Soffy Lawne, una joven de 18 años que reside actualmente en la maravillosa ciudad de Nueva York junto a mi madre.

A diferencia de muchas chicas de mi edad, no me interesan las luces brillantes de la fama ni las fiestas extravagantes. Me considero más una amante de la tranquilidad, disfrutando mil veces más la compañía de un buen libro en casa que el ambiente ruidoso de una noche en la ciudad. Mis amigos me han bautizado como la "viejoven" o simplemente un bicho raro. Podría sonar cliché, pero así soy yo, una persona bastante tranquila.

Mi vida solía transcurrir con normalidad hasta que, de manera inesperada, mi camino se cruzó con el de Petter Handford, el chico más popular y, admitámoslo, algo engreído de todo el instituto.

(FLASHBACK)

Caminaba por los pasillos sumida en la lectura de un libro cuando, de repente, chocó contra mí un cuerpo sólido, haciendo que mi amado libro cayera al suelo.

— ¿Qué demonios? — murmuré, acariciándome la cabeza tras caer al suelo por el impacto.

— Ten más cuidado — me espetó el individuo de manera borde.

— El que debería tener cuidado eres tú — respondí, irritada, mientras me levantaba tocando mi brazo, ya que me había hecho daño al caerme por su culpa.

— No soy el que anda leyendo tonterías — contestó, arrebatándo el libro que sujetaba en mis manos.. — ¿Así qué estás leyendo Caín?— preguntó mientras se reía.

— Se podría decir que mis "tonterías" me permiten tener más cerebro que tú, con tu media neurona — añadí, recuperando mi libro de sus manos. — Ahora, si me disculpas, me voy. — dije, dándole la espalda.

— ¿A dónde te crees que vas?. — preguntó cogiendo mi brazo y haciendo que mi espalda chocara contra la pared permitiéndole estar a escasos centímetros de mi cara. Podía sentir su aliento a tabaco camuflado con menta. — Nadie se mete conmigo y se va de rositas Soffy. — dijo en mi oreja haciendo que me quedará petrificada y vulnerable a él porque pude notar como su aliento llegaba hasta mi cuello haciendo que mi piel se erizara por completo.

— ¡Suéltame idiota! .— espeté intentando que no notará el efecto que había provocado en mí.

Odiaba mi cuerpo en este momento por no colaborar conmigo porque aunque yo sabía que era un completo idiota este chico, también sabía que era un dios griego así que la distancia que quedaba entre los dos me ponía muy nerviosa.

— ¿Estás segura que quieres que lo haga, Soffy?. — preguntó sin dejar de soltarme, mi cuerpo no respondía, maldita sea. — Bueno, como veo que se te ha olvidado lo que es hablar, voy a enseñarte de lo que es capaz este "medio neurona". — citó mis palabras antes de acercar su boca a mi cuello y empezar a absorber provocando que perdiera todo el control que tenía o lo que me quedaba hasta el punto que se me escapó un gemido.

— ¡Eres un cerdo! . — grité empujándolo cuando conseguí que mi cuerpo reaccionara.

— Este cerdo con media neurona te acaba de dejar las bragas mojadas. Cuando quieras repetir ya sabes donde encontrarme, Soffy.— se fue sonriendo dejándome helada por lo que acababa de pasar.

A partir de ese día, nuestras vidas tomaron un giro inesperado y, en poco tiempo, comenzamos a compartir más que simples encuentros casuales.

(FIN DEL FLASHBACK)

— ¡Soffy, despierta! Debo llevarte al instituto y hoy es un día crucial e importante para mí y el futuro de esta familia. — gritó mi madre desde la cocina.

— Ya voy. — respondí sin revisar la hora todavía hasta que mis ojos se acostumbraron a la luz y vi que ya eran las 7:45, iba a llegar tarde. — ¡Maldición! Llego tarde, no tendré tiempo para nada. Soffy, eres una tonta, ¿cómo se te ocurre quedarte hasta las tres de la madrugada leyendo?.

Descendí las escaleras con rapidez, pero mi torpeza hizo de las suyas, y acabé cayendo de bruces.

Por si no lo he mencionado, la torpeza es mi don innato.

— Vamos, agarra algo y cómetelo en el camino, no quiero llegar más tarde. — aconsejó mi madre, algo nerviosa.

Hoy era un día crucial porque tenía una entrevista de trabajo que podría cambiar nuestras vidas, aunque la perspectiva de un cambio no me entusiasmaba del todo. "Cambiar la vida" generalmente significaba mudarse a otra ciudad o a un lugar cercano, y yo preferiría la segunda opción para no alejarme de mi novio y mis amigos. ¡Me resisto!

Subí al coche y, en menos de cinco minutos, llegamos al instituto, como era costumbre, Petter me esperaba en la puerta. A pesar de ser el chico popular, ya no quedaba rastro de la arrogancia que lo caracterizaba meses atrás.

— Buenos días, cielo. — me saludó Petter cuando bajé del coche.

— Hola, amor. — respondí un tanto agobiada por llegar tarde debido a mi hábito de leer hasta altas horas de la madrugada.

— ¿Cómo amaneciste hoy, preciosa?. — preguntó con una sonrisa juguetona.

— Bien, un poco tarde y apurada porque mi madre tenía una entrevista importante. ¿Y tú?.

— Adivino. — hizo una pausa. — ¿Te has vuelto a quedar despierta hasta tarde leyendo otra vez? .— preguntó con diversión mientras ponía su brazo alrededor de mi cuello para acercarme a él.

Este chico ya me estaba conociendo bastante, llevábamos ya un tiempo saliendo pero desde el día que nos topamos por primera vez ya sabía que me apasionaba leer libros.

— Has dado en el clavo. — me reí mientras caminábamos hacia clase.

Petter me abrazó, y entramos al instituto tomados de la mano. Aunque nuestras clases eran diferentes, siempre me acompañaba hasta la puerta de mi aula.

— Te veo luego, te quiero. — se despidió de mí con un cálido beso en los labios.

Entré a clase y me senté, esperando a que llegara la profesora.

La clase se me estaba haciendo monótona hasta el punto que empecé a imaginarme escenarios graciosos de cosas que eran imposibles que pasarán en ese momento, como un ataque alienígena. Seguía en mi mundo metida hasta el punto que empecé a observar como las agujas del reloj cada vez se movían más lento o eso me parecía a mí.

JUNTO A TIWhere stories live. Discover now