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La costumbre de dejarle flores y pequeñas notitas en el casillero a Troye no se le fue aunque fuese invierno y tuviera que comprarle flores artificiales. La costumbre de ocultarle el hecho de que era él quien le dejaba las flores y no cmotra persona había permanecido, pero poco a poco se fue convenciendo a la idea de que debería decirle. Sus amigos trataban de convencerlo en todo momento, sobretodo Caspar, quien parecía necesitar verlos juntos como pareja para poder seguir existiendo. Shawn se negó en todo momento, hasta que llegó el mes de febrero.

Llegó muy temprano en la mañana —siendo que Troye llegaba condenadamente temprano— y fue rápido hacia el casillero del chico, escribió la nota rápido, pero preservando su mejor letra y le deslizó por las rendijas del casillero, de tal forma que cuando Troye lo abriera, la nota sería lo primero que vería.

Feliz de la vida y como si se hubiese quitado un gran peso de la espalda, se fue caminando tranquilamente, buscando qué hacer mientras las clases daban inicio. ¿Había mencionado que eran las seis de la mañana y sus clases iniciaban a las siete?

Sí, Troye siempre llegaba super temprano.

[...]

—Disculpe, ¿me permite pasar? —dijo el de ojos azules justo en la puerta del salón, con el cabello despeinado, unos libros en manos y con la respiración agitada, como si hubiese corrido para llegar al aula de clases.

—Sí, pase, señor Mellet —dijo la profesora Vikernes un poco extrañada de verlo llegar tarde, casi siempre ese chico delgado estaba presente desde antes de que siquiera comenzara a pasar la lista de asistencia—. Tiene retardo.

—Sí, gracias —dijo más por educación que por ponerle atención, cerró la puerta y se fue rápido a su asiento, a un lado de Shawn.

—¿Qué te pasó? —preguntó el de ojos avellana.

—Me quedé dormido —suspiró cansado—, y sigo con sueño.

Troye recostó la cabeza contra su pupitre y Shawn le dio unas palmaditas en la espalda, como una forma de decirle que podía descansar por un momento antes de volver a los ajetreos de la escuela.

—Tranquilo —dijo Shawn.

—Tengo frío y se me olvidó mi suéter —se quejó su susodicho abrazándose a sí mismo y frotándose los brazos para entrar un poco en calor.

—Puedo prestarte mi suéter si quieres —comentó el más alto.

[...]

—¡¿Eras tú?! —exclamó el de ojos azules, cubriendo su boca con las manos. El suéter de Shawn era de talla mediana, pero como tenía un poco más de músculo le quedaba un poco más grande, por ende, las mangas casi le cubrían las manos por completo. En opinión de Shawn, se veía pequeño, y le daban ganas de protegerlo de todo y todos.

—Sí —soltó aire—. Había muchas cosas que quería decirte, pero no era capaz de hacerlo en persona.

—Nunca me imaginé que serías tú —comentó con las mejillas rojas, como el resto de su rostro y sus orejas. Era tan tierno.

Shawn bajó la mirada, sonriendo, avergonzado y sintiendo algo en el estómago, también podía sentir cómo su corazón palpitaba con rapidez. Se acercó a Troye y le dio un abrazo muy fuerte, ocultando su rostro en el hueco entre su cuello y su hombro, aspirando su aroma a perfume masculino, causándole unos pequeños pero agradables escalofríos al su respiración chocar contra su piel.

—Shawn —murmuró Troye, aún rodeándolo con sus brazos—, te quiero.

—Yo también te quiero —murmuró Shawn, contra su cuello, plantando pequeños besos ahí, haciéndole cosquillas a Troye, consiguiendo así que éste se retorciera y pegara más a su cuerpo. Le gustaban los besos en el cuello, pero le daban cosquillas y le hacían sentir raro. Raro en el sentido de que quería más, aunque sea un poco más.

[...]

—¿No quieres pasar? —preguntó Troye con una sonrisa en su rostro, abriendo la puerta de su casa.

—¿Está tu papá?

—Parece que no —dijo el más delgado buscando con la vista a su padre en el primer piso de su hogar—. ¡Papá, ya lleguéee!

Y nadie respondió.

—Parece que no está —dijo por fin.

—¿Consideras conveniente que pase? —preguntó el de ojos avellana un poco... un poco desconfiado. Una cosa era estar con Troye mientras su padre estaba ahí, como su chaperón, pero otra cosa era estar ahí sólo y exclusivamente con Troye. Éste se encogió de hombros como respuesta—. De acuerdo.

Dejaron sus mochilas en el suelo, cerca de la entrada, sin preocupación alguna. Al menos ese día no tenían la obligación de llevar sus computadoras portátiles, en ese caso si las hubieram dejado con cuidado. Cerraron la puerta y fueron directo a sentarse en el sofá de la sala de estar, el más grande, en frente de una pequeña mesita de centro y la televisión, pequeña y un poco vieja, pero en buen estado.

—¿No tienes hambre? —preguntó Shawn poniéndose cómodo y rodeándole los hombros con cariño, colocando su brazo encima.

—Todavía no —respondió el más delgado apoyando su cabeza sobre su hombro y acomodándose sobre el sillón de tal manera que medio abrazaba a quien aún no fuera su novio. Casi de una forma sensual. Aspirando el aroma de su perfume y sintiendo sus pectorales marcados ligeramente por debajo de su camisa.

Troye sintió ganas de acariciarle el
pecho a piel desnuda, quería verlo sin camisa —nunca había tenido la oportunidad de verlo así, siendo que se había ausentado a todos los entrenamientos de fútbol, simplemente porque no le gustaban los deportes—, también quería verlo sin ropa, quería saber qué tal se verían sus genitales, pero sentía pena hasta de sus propios pensamientos. Hasta donde le había enseñado su madre, esos pensamientos eran impuros. Inhaló aire y suspiró un poco pesado, acariciándole superficialmente la quijada con las puntas de los dedos y le dio un beso cálido.

—¿Quieres ver una película? —preguntó su no-novio, agarrando una de sus delgadas piernas y colocándola sobre sus muslos, dejando ahí su mano, acariciando con los dedos, como si le advirtiera al de ojos azules que planeaba subir la mano y acariciarle partes que nunca antes le había acariciado.

—Está bien —le acarició el brazo, distraído—. ¿Netflix?

—Cómo quieras.

Y sin decir nada más, Troye fue en busca de su computadora.

colours [shawn x troye]Where stories live. Discover now