¿Profesor?

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Entramos en el ascensor, el cual estaba compuesto de paredes de vidrio y solo la tabla de botones tenía un color más allá del transparente.

-Por favor papá, déjame ir -insistí.

Él negó con la cabeza.

-No, no puedes ir, no sé quien es ese chico y tu no sabes distinguir cuando un chico te mira lascivamente. -sentenció.

-¡Pero si te digo que es una chica, no es mi culpa que Danielle se llame Danielle! -seguí.

Todas mis amigas saldrían al colegio a celebrar el cumpleaños de una de ellas, Danielle, pero como su nombre sonaba como "Daniel" papá no quería dejarme ir.

-Annie, ya. -intervino mi hermana Liam-. ¿Papá ya me pasaste el dinero que necesito para hacer mis compras?

-Seep. -dijo él, presionando el boto del ascensor.

-¿Qué vas a comprar esta vez? -pregunté.

-Necesito cuadernos nuevos y pasaje Annie. -dijo.

-Ahh. Bueno, papá por favor, déjame irr. -seguí insistiendo.

-¡Noo! -dijo él, riendo.

-¡Es una chiica! -dije-. Hasta mamá lo sabe -sentencie.

...Claro que tú no lo sabes porque no vives con nosotros.

-Bueno, entonces pídele permiso a tú mamá. -dijo él.

Volteé hacia mi hermana buscando ayuda, pero esta tenía la mirada perdida más allá de mi, hacía las puertas del ascensor, el cual ya se había detenido.

Llevé la mirada hacia donde ella veía y vi que un niño, que no debía tener más de 13 años, corría hacia nosotros; por un segundo sentí miedo, pero el miedo se aflojó cuando el niño entró... ¿Emocionado?

-¡Proofesor! -gritó al ver a mi padre.

Eso no me lo esperaba, sabía que mi padre había dado clase en la universidad, pero este niño era muy pequeño para haber estado en la universidad ni yo, que tengo dieciséis, aún no voy a la universidad.

El chico abrazó a mi padre, pero este en vez de devolverle el abrazo se puso tenso y solo le dio una sonrisa conformista. Eso no ayudó a que el entusiasmo del niño se disipara, el cual me dio un abrazo a mi con el que yo quedé paralizada y sin saber que hacer, así que solo le di un pequeño abrazo y sonreí, luego abrazó a mi hermana y esta si le dio un reconfortante.

-¿Como te llamas? -preguntó ella, alborotando su cabello.

-¿Ustedes son las hijas del profesor? -preguntó el niño.

Seguía con esa palabra de profesor y el nudo que se me hacia en el pecho cada vez que la decía no se aflojaba. Me traía un recuerdo de alguna parte, pero este no terminaba de llegar a mi.

-¿Profesor? -preguntó mi hermana.

Yo me volví a ver a mi padre, este seguía tenso y toda sonrisa que haya estado en su rostro se había borrado, sin evidencia de que había existido alguna vez.

Mi hermana tocó mi brazo y yo me volví hacia ella.

-No lo veas -susurró ella-. Fue un grosero.

-¿Que le pasó? -susurré de vuelta

Ella se encogió de hombros.

-Quien sabe. -susurró.

-Adam -llamó papá, él niño se volvió a verlo con atención-. Me alegra que estés bien, pero estamos muy apurados.

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