El puente

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Estiré mi cuerpo como un gato intentando despertar todos mis músculos y haciendo crujir algún que otro hueso por el camino. Ayer debí de quedarme frita entre publicidad y publicidad mientras miraba aquella película de cuarta.

Me presentaré, soy Jet Müller y vivo a las afueras de Winchester, en Inglaterra. Ahora es cuando os preguntáis que se le ha perdido a una alemana en Inglaterra ¿Verdad? La respuesta es fácil. Palabras. Las palabras me llevaron a mudarme al lugar que había inspirado a una de las mejores novelas de todos los tiempos. Bah, me dejo de misterios. Soy filóloga inglesa y ávida de ver con mis propios ojos que había de especial en aquellos lugares de los que Jane Austen ilustraba con total admiración, cuando acabé la carrera cogí mis maletas y me planté ahí.

Y de eso ya habían pasado tres años. Al llegar había empezado a trabajar en una cafetería, no era el trabajo de mis sueños pero era algo agradecido. Adoraba ver a la gente entrar, sentarse con un libro y pasarse horas absortas en las palabras impresas.

Salté de la cama y me fui directa al baño a por una ducha.

—Jod...lines— gruñí cuando me metí bajo el chorro de agua demasiado deprisa sin esperar que se calentara.

Con el pelo mojado recogido en un moño funcional me maquillé sentada en el suelo frente al espejo mientras escuchaba música, pero un pitido que anunciaba un mensaje entrante cortó el estribillo y me obligó a desearle, fuera quien fuese el emisor una lenta muerte.

"Buenos días nena"

El mensaje aunque breve estampó una sonrisa en mi cara. Nolan Breathnach, mi novio. En unos días festejaríamos dos años de relación formal. Le había conocido al poco de llegar y no recuerdo ni siquiera cómo había ocurrido, pero cuando me quise dar cuenta ya estaba metida hasta el fondo.

Hablamos un rato por teléfono mientras yo seguía con mis preparativos antes de irme a la cafetería, me contó como fue el viaje de vuelta desde Londres y quedamos en vernos a la salida del trabajo. Colgué dando saltitos por la casa como una colegiala enamorada.

Salí de casa y el frío octubre me golpeo de lleno en la cara dándome los buenos días, resguardada detrás de mí bufanda caminé moviendo los labios a ritmo de la música que estaba escuchando, crucé el puente que separaba el parque del comienzo del poblado y sin prestar más atención saludé al hombre que estaba leyendo sentado en el banco.

La mañana pasó sin mucha emoción y de repente me vi sumida en un trance de divagaciones apoyada sobre la barra mirando a través del ventanal hacia el banco del puente. El hombre seguía ahí, sentado al sol pasando las páginas y aunque mi miopía condicionaba mi percepción debía de tener mi edad o un poco más mayor. Un suave pelo espeso y oscuro se mecía con la brisa que corría sobre el puente, estaba cubierto por una densa chaqueta que dejaba entrever un cuerpo atlético.

Poco más podía ver desde mi posición, pero como si mis pensamientos hubieran sido arrastrados por el viento hasta él, levantó la vista del libro que sostenía y clavó los ojos en los míos. Me quedé con los pies de plomo sobre el sitio sin poder moverme, dos vórtices negros como el abismo me habían atrapado desde la distancia. Estiró las comisuras de los labios y me regaló una sonrisa que se asentó en mi estómago de manera extraña.

Asustada me giré sobre los talones y me moví al extremo contrario de la barra lejos de esa intrusión.

—¿Acaso has visto un fantasma?— me preguntó Bertha, mi compañera— Estás blanca como el papel.

—¿Has visto al hombre que está sentado en el banco de allí?— le pregunté asomándome de mi trinchera. Ella se asomó igual de cauta que yo para no ser pilladas y negó con la cabeza.

—No he visto a nadie allí, hace demasiado frío para sentarse a leer Jet— dijo entre risillas.

Acabamos de poner todas las sillas sobre las mesas y cerramos el local, me despedí de Bertha hasta el día siguiente con un abrazo. Faltaba aún media hora para que Nolan llegara así que me dirigí al banco a esperarlo.

Estaba tan sumida en el móvil que no había notado que alguien se había sentado a mi lado hasta que sentí una fuerza extraña que me obligó a mirar y casi me da un infarto al ver de nuevo aquellos ojos profundos clavados en mi cara.

—No pretendía asustarte— pronunció una grave voz sosteniéndome la mano para que no me cayera del banco. El tacto era cálido y una corriente se extendió desde mi muñeca hasta mi corazón haciendo que se saltara un latido. —Tienes las manos congeladas— dijo cogiendo mi otra mano y envolviéndola con las suyas.

Yo aún no había podido expresar ni una palabra, me sentía tremendamente perdida dentro de esos ojos y el tacto de ese hombre me arrastraba a un inexplicable sentimiento de confort.

— ¿Esperas a alguien—me preguntó y yo asentí con la cabeza. Una ráfaga de viento me pasó por la nuca, casi advirtiéndome de que algo no iba bien.

—A mi novio...— expliqué a lo que él torció la cabeza y acercándose a mí recogió un mechón de pelo que se había escapado de mi moño y lo fijó detrás de mi oreja.

—Ese novio con el que llevas un año—explicó— ese mismo que mañana te pedirá que te cases con él— yo no entendía nada de lo que estaba pasando y creo que mi cara lo demostraba— Sabes, Jet, ese no es tu destino— sentenció sin más explicaciones.

— ¿Disculpa?— pregunté desconcertada.

— ¿Has oído alguna vez alguna de las historias de este pueblo?— dijo pasando por alto mi pregunta. Negué y él se pasó la lengua por los labios disfrutando de la situación. — ¿Y si te dijera que puedo darte una vida diferente? La vida que realmente quieres y siempre has soñado. Puedo hacerlo Jet. ¿A caso ya no deseas trabajar de profesora? ¿Tener una casita acogedora, quizás uno o dos perros?

Otro escalofrío recorrió mi columna y un montón de preguntas se agolparon en mi mente.

—Tan solo cree en mí, sin preguntas—dijo deslizando el pulgar por mi mejilla— ¿Aceptas Jet?

En ese momento mi menté comenzó a divagar otra vez. ¿Dónde estaba Nolan? ¿Qué coño estaba haciendo yo ahí? ¿Y si aceptaba? Espera. ¿En serio lo estaba considerando?

El hombre aprovechó esa pequeña indecisión y acercó su cara a la mía despacio. No pude apartarme, mi cuerpo no respondía y cuando sentí que sus labios se posaban sobre los míos el corazón se me paró. No metafóricamente, literalmente no lo oí batir y el aire se escapó de mis pulmones, la sangre se me congeló y mi alma se deslizó entre mis labios con un flujo cálido.

—Bienvenida a la eternidad Jet.

Nolan llegócaminando por el puente nervioso dándole vueltas al anillo dentro del bolsillo.Vio la cafetería ya cerrada y Jet no estaba. La llamó pero no lo cogió. Volvióa intentarlo y una luz llamó su atención. Se acercó al banco del puente, seagachó para recoger el móvil de Jet y su bolso también estaba allí, pero deella no había ni rastro. 

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⏰ Letzte Aktualisierung: Nov 08, 2016 ⏰

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