Ahora que de nada sirve llorarte.

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Conocí a una chica, y me pillé. Joder que si me pillé. Y mira que he conocido a gente, pero nadie como ella. No me preguntes por qué que a día de hoy prefiero no pedirme explicaciones. De eso que conoces a alguien y lo sabes. Fue la primera vez que hablé con ella, todavía recuerdo ese día a la perfección: salí de la cafetería con olor a comedor y cuando nos despedimos empezó a llover. En algún momento de la conversación dejé de escuchar y simplemente lo supe, supe que era ella, como si algo en mí encajase desde ese momento. Un cortocircuito. Pensarás que es una estupidez, pero si la conocieses seguro que a ti también te pasaba. Es una de esas personas que no se creen que tienen una sonrisa preciosa, deberías verla cuando se ríe, una risa de esas sinceras que le achinan los ojos y hacen que se le arrugue la nariz. Debería habérselo dicho, aunque no me creyese. Le da mil vueltas a las cosas y se preocupa demasiado, estoy segura de que mataría por la gente a la que quiere, sigo siendo lo suficientemente ingenua para pensar que en algún momento yo también estuve en esa lista de afortunadas. La vi llorar en varias ocasiones y también al borde del colapso por culpa de los nervios, era un privilegio ver cómo bajaba sus murallas, cómo se volvía humana cuando sus ojos se convertían en pozos de miel. Ojalá no hubiese sabido reprimir mis ganas de abrazarla. Creo que te puedes imaginar cómo estaba cuando me dijo que le gustaba, pensaba que no tenía ninguna oportunidad, y aunque ella fue más valiente, las dos fuimos igual de idiotas, de verdad, sólo de pensar en todos los besos que no le he dado por culpa del miedo, me entran ganas de darme cabezazos contra la pared. No voy a mentir, no todo fue bonito, de hecho, nos hicimos más daño que bien, pero no cambiaría nada. Bueno, tal vez algunas cosas para poder seguir estando con ella, tampoco voy a mentir y decir que ya no siento nada. Es una de esas personas que marcan, no deja indiferente a nadie a su paso, para bien o para mal. Si la vieses por la calle seguramente pensarías que está enfadada con la vida, parece que el mundo tiemble mientras ella avanza, al menos yo lo hacía. Tiene una mirada decidida que ojalá hubiese tenido con nosotras. Perdí la cuenta de todas las noches que compartimos cama, y sólo conseguí dormir más de dos horas en una ocasión: la última. Me quedaba despierta, mirándola, hasta que el cansancio me cerraba los ojos, así aprovechaba el tiempo, me daba igual que roncase, que me aprisionara contra la pared y me robase la manta, para mí era una especie de bella durmiente de Albacete, la cual hacía parecer fácil pintarse la raya del ojo y sin buen despertar. Otra de las cosas que me gustan de ella es que es fuerte, su melena de leona ya avisa de su personalidad explosiva, y como cualquier persona fuerte también tiene sus momentos en los que la he visto mirarme como nadie lo había hecho. No supe cómo limpiar las dudas que rodaban por sus mejillas con las manos tan sucias. Tiene una cicatriz en la frente que le hacía parecer Harry Potter cuando se ponía las gafas, no le faltaba ni la magia. Las lentillas que usaba le daban alergia, pero le daba igual, luego tenía los ojos rojos. No he conocido a persona más terca que ella, excepto, tal vez, a mí, aunque no llego a su límite de tener que estar muriéndose para masticar, que no tragar, una pastilla. Era estar con ella un rato y tardar semanas en sacarme su olor de la cabeza, como un castigo por no verla en tanto tiempo, daba igual que me duchase, al rato volvía a oler a ella. Todavía hoy me doy cuenta de que me ha pegado costumbres, expresiones, vicios, que antes no tenía. Ahora, en lugar de emborracharme me pongo como las ratas, me desmaquillo con agua y jabón, y escucho canciones en las que dan palmas. El problema fue entender el amor como una adicción, un ni contigo ni sin ti, un perro del hortelano. Efímera pasión. Que ojalá hubiese durado más. Pero si de algo me arrepiento es de no haberle sabido demostrar que la mire por donde la mire, de los pies a la cabeza pasando por el corazón, es jodidamente increíble. Y que la quiero. Incluso ahora. Que ya no está.

Yo también, desamor.Where stories live. Discover now