Y todo en cuestión de segundos.

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«juventud, divino tesoro,
ahí te vas para no volver,
cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer».

-. Rubén Darío.

......

Sostiene a la nueva criatura entre sus brazos. Los ojos le brillan por esa cantidad infinita de lágrimas que procura ocultar a toda costa. Aprieta los labios, y sorbe la nariz.

-Papá, por favor... -oye a su hija, con voz cansada, dirigirse a él.

-Sí, lo siento, es precioso. -se disculpa rápidamente él-. ¿Me dejarás cuidarlo algún día?

-Claro que sí papá. -suelta una risa aquella chica, en la camilla del hospital, su pequeña, que acaba de dar luz a la criatura más hermosa que el mundo podría contemplar jamás.

Antes de salir de la estancia, observa a su nieto una vez más, la última.

Era realmente precioso.

-Xavier, -habla el anciano, mirando a su hija con una débil sonrisa-. llámale Xavier. Es un nombre bonito.

-Sí, sí que es bonito, -afirma la mujer, mostrando sus resplandecientes dientes en una cálida sonrisa-. gracias papá.

...

El abuelo llega a su casa. Tose mientras apoya una mano en el pecho. Le cuesta respirar. Siente una desesperante opresión en el pecho que le entorpece la respiración.

Se sienta en el sofá con tranquilidad, sin querer perder la calma. De su bolsillo saca un pequeño papel con un número; 11.

11, un número bonito. Expresa la reiteración para él, el esfuerzo del día a día. Un 1, y otro 1. La dedicación constante para él. Esa es su filosofía de vida "la constancia". Se lo ha inculcado a su hija desde que es pequeña, y no se arrepiente de haberlo hecho.

Entonces su corazón se para, como último acto aprieta la mano que guarda el papel, y cierra los ojos con suavidad. Le gusta la paz que siente en aquel momento, que se volverá eterna. Pensar que tan solo hace unos segundos estaba pleno, y ahora descansaba en paz.

...

El pequeño Xavier crece sin abuelos. Una mata de pelo tan brillante y viva como la sangre ha cubierto su cabeza, y sus ojos los ocupan unos hermosos iris del color de la hierba.

Es un niño alegre y feliz, su madre lo adora y él ni siquiera se pregunta por qué no tiene padre. Salvo un día, en el que empieza el colegio. Tan solo tiene cinco años.

Entra sonriente en su aula, con una mochila nueva que lo hace sentirse genial.

-¿Y tú cómo te llamas? -la maestra requiere de su atención cuando llega su turno de presentarse.

-Xavier. -sonríe él, orgulloso.

-¿Y tus papás? ¿Cómo se llaman? -suelta una risa la mujer ante la felicidad del niño.

-Amanda. -se limita a decir él.

-¿No tienes papá? -inquiere otro niño, mirándolo con burla.

-No. -se encoge de hombros, pero acto seguido comienza a reflexionar un porqué. Nunca se lo ha preguntado a mamá, y mucho menos a sí mismo.

¿Por qué no tiene padre?

...

Amanda va a recogerlo del colegio, algo nerviosa. No sabe por qué.

Segundos © 2017 | Xavier FosterWhere stories live. Discover now