*1*

22 2 0
                                    

Me duele la cabeza. Tal vez sea por tantos cigarros que fumo. No. Tampoco es tanto lo que fumo. Simplemente me duele la cabeza porque no he dormido bien en los últimos días. Me desvele sin razón aparente.

¡Ja!

¿A quién demonios pretendo engañar?

Obviamente es por ti. Todos los días sin falta a la hora de ponerme en manos de Morfeo llegas a mi mente. Todo lo que hablamos, lo que nos llevamos, como sonreímos juntos ante cualquier broma estupida qué hacías. Durante las noches pienso en aquel tiempo donde cualquier mensaje te enviaba lo contestabas al segundo, donde siempre luchabas por sacar tema de conversación y que nuestra platica no cerrará con un simple "jajaja". Todo eso que se había ido. Ahora te mando un mensaje y lo respondes pasadas unas cuantas horas. Me siento como una idiota cada que contesto inmediatamente a tu mensaje, cada vez que cuando siento mi celular vibrar pienso que eres tú, cada que me esfuerzo por sacar platica contigo, cada que con un cigarro en una mano y un bolígrafo en la otra lloro al recuerdo que tengo de ti y escribo lo que me gustaría que pasara. Me odio a mi misma porque cada vez que me intentó negar a lo que siento por ti algo llega y me lo recuerda. Escribo esto con canciones tristes en el reproductor y con lágrimas en mis ojos... ¡Te odio! ¡Te odio a ti y a tus manías! Odio como es que de alguna forma llegas a ser gracioso hasta en el momento más deprimente, odio como es que en ocaciones llegas a ser tan buena persona, como es que eres casi mi opuesto. ¡Te odio tanto! ¡Odio el no poder solo odiarte! Tu comportamiento ha cambiado conmigo. Deje de ser esa amiga que conocías desde que éramos niños y a la que te concentrabas en proteger. Deje de ser esa frágil flor que no querías que nada tocara. Deje de serlo para convertirme en una hermana. Una hermana que se puede cuidar sola, una hermana que no es una flor sino una peligrosa mata de espinas. Me duele porque ya no sé si me consideras una mujer siquiera. ¿Que soy ahora? ¿Que soy para ti? Los temas que ante solías evitar al hablar conmigo ahora son algo que se preventa en todas nuestras platicas con normalidad. ¡Te odio! Odio mi comportamiento que tengo contigo, se como soy, se como me comporto, se lo que no me gusta y sin embargo... sin embargo yo lo cambió todo cuando estoy contigo, mis corbatas y camisas se esfuman y cambian por blusas o vestidos, mis bromas burdas y lenguaje grosero se vuelven impronunciables cuando te hablo. No se porque lo hago.

Ahora cuando hablamos soy yo la que te habla primero en todas las ocaciones, soy yo la que dice "hay que reunirnos" soy yo la que se intenta adecuar a tus tiempos. Se la razón, se quién es la que te gusta, se todo lo que has pensado de ella, se lo que sientes, lo sé con detalle. ¡Porque me jodes la vida de esta forma! ¡Tanto me lastima tu ignorancia!

Gracias a tu lo detesto todo ¡Todo! Incluso he llegado a odiar de una forma poco saludable a la que un día fue mi amiga. Nunca supiste de mi problema con los cigarros, nunca lo sabrás. Solo me has visto fumar una vez en una fiesta. Esa fiesta. La fiesta donde mi corazón se rompió en miles de pedazos, donde la gente pensó que algo se había roto por el ruido que provocó la piedra que se rompió y cayó a mi vacío interior. Quise llorar en ese momento. Los vi, tan sonrientes, abrazados, tomados de las manos, en el centro de mucha gente a la que yo llamo amigos. Nadie sabía lo que sentía. Bueno casi nadie, un grupo de 16 personas lo notaron, preguntaron por mi estado y simplemente pedí cigarros. Me pasaron una cajetilla de Marlboros sabían que yo no suelo fumar esos pero de todas formas yo los acepte y comencé a fumar. Nunca los fumo, solo fumo electrónicos pero esa noche lo "olvide" en mi casa porque supe que tú estarías ahí. Llevaba media cajetilla ya fumada cuando apareciste. Me saludaste y cruzamos unas cuantas palabras y me contaste sobre cómo iba la noche, sobre cómo tú y ella reían y lo pasaban bien también de como mi hermano se había ido a besar con una chica que conoció ahí. Nunca lo notaste. Ni la cajetilla a medias en mi mano, ni el cigarro en mi boca. Salí de ahí y me fui a buscar a mis amigos para devolverles la cajetilla. Hasta las ganas de fumar me quitaste. Solo quería cambiar los cigarros por algo más fuerte, Vodka tal vez. Antes de llegar a la barra pude ver cómo mi hermano me hacía señas desde el otro lado. Antes de poder pedir mi bebida antes de devolver los cigarros me sentí atraída hacia dónde el estaba. Había pasado algo, la chica se había puesto salvaje y había besado el cuello de mi hermano y dejo una gran mancha de labial en su camisa. Éramos 5 intentado sacar esa jodida mancha. Nos metimos todos al baño y entre algunos regaños logramos medio quitar la mancha. Salí antes que todos para contestar una llamada de mi mejor amigo. El alegremente me contaba que había llegado a la fiesta y que quería verme en la entrada. Camine lo más rápido que me permitieron los tacones hacia la puerta pero antes me paro alguien. Era ella, me pidió mi característico electrónico y al darse cuenta que no lo traía simplemente estiro la mano para que yo le diera la cajetilla y el encendedor. Antes de que me la devolviera seguí caminando, no tenía por que devolver la cajetilla después de todo. Llegue a la entrada y me encontré con mi mejor amigo. Juntos fuimos a la barra y pedimos bastantes tragos. Solo cerveza, ni habría forma de ponerme peda de esa forma. Por un momento te mire junto con ella. Aún traía la cajetilla y el cigarro. La regañaste y tiraste los cigarros, le dijiste que no era propio de una chica linda fumar. Volví a sentir la punzada dentro de mi, sentí otra vez como mi interior era estrujado hasta parcialmente romperse.

Cuando eso paso, cuando los estaba mirando... alguien tapo mis ojos y yo sonriente adivine el nombre. Esa persona que de una u otra forma me hace reír, pase el resto de la fiesta con amigos y con esa persona haciendo bromas y tomando alcohol. Cuando fue tiempo de irme a casa busque a mi hermano e inevitablemente vi tu cara. Había olvidado que somos prácticamente vecinos, el seguía detrás de mí y se ofreció a llevarme a mi casa. Tu notaste el olor que salía de los dos y le negaste el acompañarme. Dijiste que tú me llevarías, que el estaba borracho y que no podía manejar. Mi hermano ya estaba botado en el suelo de lo borrachos que se había puesto. Juntos lo cargamos y lo llevamos al auto, el seguía acompañándonos. Antes de subir al carro me detuvo y me dio un abrazo algo largo, te subiste en el auto y tocaste el claxon indicando que ya había que irnos.

El camino a casa fue todo menos calmado. Me comenzaste a hacer muchas preguntas sobre el, ¿de donde lo conocía? ¿Que hacía ahí? ¿Por que deje que me abrazara tanto? La última pregunta me desconcertó un poco ¿Acaso te importo? Hice lo que en cualquier situación hubiera hecho. No sé si era por el alcohol o si fue que el humo de los cigarros ya me había afectado las neuronas. Te dije que no te preocuparas, o más bien que no te metieras. Llegamos a nuestros departamentos y tú metiste a mi hermano al tuyo y yo me metí al mío.
Es casi poético el tenerte tan cerca y tan lejos a la vez. Me fui directo a acostar porque mañana sería mi primer día de clases en la nueva preparatoria. Ugh que horror.

Lucy.

Autora: Zeth

Cigarros Onde histórias criam vida. Descubra agora