Beacon Hills, está en problemas de nuevo y no lograran salir de ese lio sin la ayuda de una bruja y para suerte de ellos, les toco con una bruja muy diferente a las demás con la que pudieron toparse, con la bruja escarlata.
Cuando una serie de ase...
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Hoy era el primer día de clase y le di una grandiosa bienvenida cayendo al suelo de cara. Tal parece que los lunes no son lo mío, lo sé, un día quise sacarlo del calendario pero como verán, falle en el intento.
Comencé a lamentarme por mi vida tan aburrida y monotoma, sin llena de emoción y amargada... es mentira, solo es aburrida, por el momento. Tengo la leve sensación que Beacon Hills me dara un enorme abrazo de oso para darme la bienvenida, tengo el presentimiento.
Volviendo al tema, no quería emplear mis piernas en un trabajo tan absurdo que era caminar hasta la puerta de mi habitación, así que lo hice más fácil, me arrastre en el suelo para llegar allí.
Ser yo, no era tarea fácil. Ya quisieran ser como yo, muchos lo intentan pero nadie lo logra.
Cuando baje por las escaleras bostezando por las pocas horas dormidas, porque adivinen, sufro también de insomnio y anoche no fue la excepción; mire a la abuela con su uniforme de doctora liso y resplandeciente, tomando una copa de whisky.
¿Eso era permitido? No lo sabía y no le iba a preguntar, después de lo de anoche preferiría dejar de lado cualquier discusión con la abuela. Sentía algo de culpa por mi comportamiento que ella tuviera que lidiar con una adolecente rebelde, debía ser agotador.
- Tal parece que tu padre nunca dejara de consentirte –dijo cuando noto mi presencia.
La mire confundida, no sabía a qué se refería. Solia decir cosas que nunca podía pensarlas a fondo, todo funcionaba rápido con ella y me exasperaba muchas veces, a veces olvidaba que yo no era una maldita maquina.
Me lanzo rápidamente unas llaves que agarre antes de que cayeran al suelo y presentía que con lo lenta que solía ser, parece que tardare mucho en adivinar qué clase de cerradura abrirían aquellas llaves.
¿Nueva casa?
No es imposible acabábamos de mudarnos.
¿Una habitación secreta?
No, papá sabe que no puedo estar en una habitación cien por ciento encerrada, la demencia.
