Capítulo 1

5.9K 114 4
                                    


Jugar a actuar nunca había sido una prioridad en la lista de actividades

de ________ Cooper, pero hoy se encontró vestida y en el papel que la puso

positivamente mojada. ¿Por qué? ¿Quién lo sabía? No lo hacía. ¿Quien

realmente entiende las instrucciones de la fantasía de una persona más

interesante? Ya se desmoronaba de necesidad en el interior.

Se sentó en una silla rígida de plástico situada en una habitación

iluminada, como una sala de espera en la oficina de una escuela. No parecía

real, pero este lugar, El Calabozo, estaba muy lejos de eso. El Calabozo se

especializaba en la fabricación de fantasías. La suya fue siempre un escenario

de un marimacho.

- Señorita Smith, el director la verá ahora - ________ estaba utilizando

un nombre falso. No se permitía utilizar su identidad verdadera aquí. Se

ajustó la falda verde a cuadros pequeños, después la secretaria la guió a la

oficina del director.

- Él va a estar aquí... dijo la secretaria.

________ asintió con la cabeza sin poder hablar. Se mordió el labio y se

preguntó si estaría loca por quedarse ahí esperando a un hombre para que la

abofeteara. De acuerdo al papel en el escenario, ella era una estudiante

habitualmente desobediente en una escuela católica Nuestra Señora del

Perpetuo Socorro, ella había sido capturada por dos muchachos en el armario

de las niñas de la escuela.

Cuando la mujer la dejó sola, ________ se acercó a tocar la máscara que

cubría la parte superior de su cara. No sólo los nombres eran protegidos aquí,

sino también las caras...

- Señorita Smith.

Su garganta estaba seca. Enderezó la espalda cuando

la puerta se abrió detrás de ella y pronto la profunda voz de

hombre sonó. No se atrevió a mirar y cruzó las manos sobre el regazo.

- Así que nos volvemos a encontrar. Parece que te gusta mi oficina.

- Ah... No, señor. Respondió ________, él entró en su línea de visión.

¡Dulce Jesús! Él era enorme. Vestido con un traje negro y camisa color negro

con un collar de un sacerdote, se parecía alguien que podía supervisar una

escuela de niñas feligreses.

Él se apoyó en la mesa y cruzó los brazos sobre el pecho amplio. Su

camisa se estiraba sobre los músculos tensos de sus brazos. Las manos

grandes parecían como si pudieran tragarla cuando él la tocara con sus dedos.

Oh, su culo iba a quemarle.

Su respiración aumentó con lo que ella predijo.

Él la miró, sus ojos azul profundo la estudiaban a través de la máscara

que también utilizaba. Debería haberla distraído verlo con máscara, pero

aumentó la necesidad en ella. No importaba el escenario, era un extraño que

le daría exactamente lo que quería recibir por más de un año.

Un largo dedo golpeó en sus bíceps.

- Faltar a la escuela. Copas en el estacionamiento. Copiar en el

examen de matemáticas. Poner pegamento en el café de la hermana Marta. Y

ahora trae estos dos chicos a la escuela. ¿Qué vamos a hacer con usted?

Ella se encogió de hombros, levantando una pequeña esquina de los

labios.

- ¿Detención?

Él movió la cabeza lentamente. Levantándose de la mesa quitándose la

chaqueta y colgándola en el respaldo de la silla. Metódicamente dobló las

mangas hasta sus antebrazos.

g

- No, ya hemos estado allí. Se durmió en detención,

como siempre dejando su goma de mascar debajo de la mesa.

Yo llamé a sus padres, pero ambos sabemos que no sirven para nada. Parece

que yo voy a tener que tomarla con la mano.

- ¿Qué va a hacer? Realmente ella no lo sabía y su estómago estaba

revolviéndose por las opciones. Sus bragas estaban empapadas. Desde que

había entrado y se había puesto esa falda de uniforme de niña pequeña. El

segundo que se dobló la falda se subió dejando al descubierto parte de su

espalda.

Ella se levantó de su silla pensando en tomar un papel de chica aún

más mala. Separó las rodillas ligeramente y pasó los dedos ligeramente a lo

largo del cuello de la camisa doblada.

- Me podría tomar donde los muchachos lo dejaron.

El apretó los labios.

- No lo creo señorita Smith- Él puso sus manos sobre la mesa cuando

se inclinó hacia ella -Parece. ¡Ahora!

Sacudiéndose, ella saltó a sus pies.

- Va a quitarse sus bragas y dejarlas sobre mi escritorio.

¿Quitarse... sus bragas? Parpadeó hacia él. Pensó que se las iba a dejar

puestas mientras él decía eso. Si se las quitaba él vería cuan húmeda estaba.

Él podría oler su excitación. Él... Oh Dios, la castigaría con la espalda

desnuda.

- ¿Hay algún problema señorita Smith?

- No, señor.

Tragó y llegó hasta su falda y deslizó dos dedos en el elástico en la

cintura haciendo todo lo posible para mantener la falda cubriendo su vagina.

Las empujó por el muslo, luego se dio cuenta que la falda se subiría hasta su

culo cuando se inclinara hacia adelante para eliminarlas de las piernas.

CastigadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora