Los Tres Mendigos y las Siete Campanadas

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 L miraba las grandes pantallas con impaciencia. Estaba temblando, se rascaba la cabeza y de vez en cuando la movía con una mueca de enfado. Casi se diría que era espasmódica. Fallaba cuando intentaba meter un azucarillo en el café. Resbalaba, rodaba por la mesa y se rompía. O se caía al suelo. Cada desajuste, por mínimo que fuera, afectaba al pobre L, que miraba con ojos desorbitados que todo se le estuviera yendo de las manos.

—Maldito Kira —simplemente dijo.

Light estaba a su lado, encadenado como siempre al joven investigador. No podía evitar mirarle con pena. Estaba ahí, encogido en su silla, con sus ojeras enormes, temblando, totalmente desconcentrado.

—Deberías descansar. Hace días que no te veo dormir más de una hora.
—Gracias, Light, pero estoy bien. Es sólo que me saca de quicio que ese desgraciado siga libre y no haya manera de pillarlo.
—Bueno, pero vamos detrás del grupo Yotsuba. Es un muy buen hilo de investigación.

L no respondió, solamente lanzó otro azucarillo al café. Bordeó la taza por un instante y cayó fuera de nuevo. Y con ese, ya iban diez. Light no se atrevía a decirle que no los lanzara desde arriba, que lo dejara caer cerca de la taza. No quería ser el responsable de que L perdiera los estribos de nuevo y le empezara a pegar, como hacía un tiempo.

Esta vez, L no miró dónde caía el azucarillo. Sabía que había fallado, pero había visto en la pantalla algo interesante que se merecía ese fallo: dentro de la sede del grupo Yotsuba había aparecido un cuervo. Revoloteaba por el pasillo que llevaba a la sala de reuniones de los siete dirigentes.

—Eso es... ¿un cuervo? —dijo L, sorprendido por tal acontecimiento.
—¿Dónde? —preguntó Matsuda, que estaba en uno de los sofás, detrás de los encadenados.
—En el pasillo.
—L, ahí no hay nada, está vacío —desmintió Light.
—Yo lo he visto. Aunque está oscuro ahora.

L vio una sombra en otro pasillo, una vez más, a oscuras. Se movía lentamente, como un humano caminando, pero tenía alas.

—Está ahí —señaló L.

Para cuando el resto se fijó, el cuervo había desaparecido ya.

—Estaba ahí —puntualizó, con tono desilusionado.
—L, no había nada en ninguna parte. El edificio está vacío excepto en recepción. Lo sabes bien —le riñó Light—. Hazme caso, date un descanso. Tienes que dormir.

L tuvo un espasmo violento en la cabeza y los brazos por la furia que sentía al no poder explicar lo que sus expertos ojos veían. ¡Había una explicación! Pero los demás ni se habían dado cuenta de que había un hecho que debía ser explicado.

El chico cerró los dientes con fuerza y cogió el café después de controlarse. Se lo bebió de una sentada, algo que nunca había hecho.

Sentía que estaba perdiendo el control. Kira siempre se le escurría entre los dedos, mataba, luego se dejaba atrapar y luego huía como por arte de magia, abandonando el cuerpo de dos inocentes. Después, volvían a aparecer muertos totalmente distintos, todos empresarios. Y ahora, un cuervo que solamente él veía. Era para perder los nervios, y no entendía cómo Light y los demás no estaban igual de estresados y deprimidos que él.
Miró a Light. Solamente miraba la pantalla con seriedad, buscando algo que no alcanzaba a ver. Él siempre confiaba en lo que L le dijera. Era dedicado. No se atrevía a llamarle amigo, pero debería. Y si no se atrevía a llamarle amigo, tampoco se atrevería ni a aceptar lo que estaba pensando en esos instantes.

—Light... —susurró. No le oyó, afortunadamente.

Matsuda y el padre de Light se acercaron a la pantalla también, con curiosidad. Ninguno de los tres vio nada. A L no le importó en ese momento. Estaba en un instante de tranquilidad. Su cuerpo se había detenido, sus ojos miraban de esa forma típicamente rara a Light y un azucarillo había caído acertadamente dentro de la taza de café vacía. Así era como debía ser. Nunca había estado tan contento de haberse atado físicamente a Light. Le aportaba confianza y serenidad, algo que solía durar muy poco en su mundo.

¡¡NAANNGG!!

Los Tres Mendigos y las Siete Campanadas [Death Note - Light x L]Kde žijí příběhy. Začni objevovat