Capitulo 9

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—¿Qué haces aquí? — Preguntó Anahí cuando Alfonso se sentó a su lado en el banco del parque.

—Te vi y me acerqué — Explicó como si fuera algo obvio. —Ya que no puedo acercarme a tu casa, aproveché para saber cómo estabas — Añadió. Any bajó su mirada.

—Todo esto ya lo hablamos, y sabes por qué lo hacemos. Sería mucha sospecha si vas siempre a mi casa — Añadió volviendo a mirar hacia el frente. Poncho la tomó de las manos e hizo que la mirara, pero Any se soltó. —Además lo he pensado, y no quiero que mis hijos lleven tu apellido — Alfonso sintió un puñal en su corazón. Anahí no podía hacerle eso.

—¿Qué...? ¿Estás mal verdad? Son mis hijos, tengo todo el derecho — Reprimió dolido y enfurecido.

—Fueron un proceso, lo tuyo era una dádiva... nada más. Son mis hijos — Dijo con un tono frío.

—Son míos también, y aunque no quieras los reconoceré como tal — Anahí no dijo nada, se tragó el dolor que sentía al ver a Alfonso también dolido.

—No lo harás... no lo permitiré — Lo miró a los ojos y no pudo evitar que una lágrima se le saliera. Estaba lastimando a Alfonso con algo realmente importante y muy doloroso.

—No serías capaz de alejarme de ellos — Añadió con la voz rota.

—Será lo mejor que te alejes tú mismo. Dejemos todo esto como una donación, sé feliz, sigue con tu vida que yo seguiré con la mía — Sugirió desviando la mirada, no podía sostenérsela por mucho tiempo y no llorar.

—¿Esto es por Paula? ¿Por qué no quieres hacerle daño? — Preguntó Alfonso.

—No soy quien para estar en el medio de tu bonita familia — Confesó —Tendrás más hijos con ella, ellos sí creados por el amor de dos seres.

—¿Amor? — Preguntó con más dolor —¿Crees que no sentí amor al crear a mis hijos? — Anahí cerró sus ojos y largó las lágrimas contenidas.

—No digo que no sentiste amor al crearlos, sino que no son frutos del amor de dos personas — Corrigió. —Y no puedo retenerte así... no puedo interrumpir en tu vida, ser un estorbo.

—¡No serán un estorbo maldición Anahí! — Gritó Alfonso enfurecido. Le había dicho mil veces que no lo eran, y que los quería.

—¡Tienes que seguir con tu vida! — Lloró la azafata incorporándose luego de Alfonso. —Olvídanos — Susurró.

—No podré — Habló secando una lágrima solitaria que caía sobre su rostro. —Me estás matando ¿Te das cuenta? — A Any le dolía más que a él.

—Inténtalo — Pidió antes de irse y dejarlo allí dolido, destrozado, desconsolado.

Maite no podía creer lo que estaba escuchando, ni podía creer lo que Any estaba haciendo. Mientras la azafata metía sus prendas en sus maletas, ella las quitaba.

—¡No puedes irte Anahí! — Expresó enojada —¡¿Le rompes el corazón a Poncho impidiéndole que sus hijos lleven su apellido, y ahora piensas alejarlos completamente?! No lo hagas — Pidió.

—Me iré, si me quedo le será más difícil — Habló entre llanto.

—¿Por qué decidiste esto? Pensé que ibas a decidir luchar por lo que sientes por él — Habló la morena. —Tienes todo aquí ¿Lo dejarás así como si nada? El cuarto de los niños, tu familia, tu obstetra... tus amigos.

—Está decidido. Si me quedo será peor para él, y lo amo tanto que no quiero que sufra — Explicó, y miró con furia cuando Maite se rió con ironía.

—No digas que no quieres que sufra, porque ya está sufriendo — Declaró la morena. —Así que ya, de plano te vas. Le huyes.

—¡No estoy huyendo! Entiende que es lo mejor Maite... quiero evitar seguir haciéndole daño, quiero evitar hacerle daño a una de mis amigas. Mañana tomaré ese vuelo a Londres y nadie más que tú y tu padre sabrán de mí — Maite no dijo más, no iba a poder convencer de algo que Any ya tenía decidido.

Eran casi las ocho de la noche y ambas sintieron el timbre sonar insistentemente, luego unos golpes fuertes en la puerta del departamento. Maite fue hacia la puerta y luego de preguntar quién era, abrió dándole paso a Paula sin ver que ésta estaba furiosa.

—¡Eres una maldita golfa Anahí! — Se aproximó a ella decidida a cualquier cosa, pero ante la cara de sorpresa de Anahí y al chocarse con su vientre, dio un paso atrás y lloró. —¡Te creía mi amiga maldita seas! — Gritó entre el llanto. —¿Por qué? Dime por qué — Maite se acercó a Anahí y miró asombrada a Paula. —¡¡Te acostaste con Alfonso maldita!! — Añadió tirando su cartera al piso.

—Paula... — Intentó hablar la azafata pero ésta no se lo permitió.

—¡No me digas nada porque ya lo sé! ¡Se completamente todo! — Exclamó exasperada —¡Se que te acostaste con Alfonso y que esos niños son de él! — Lloró. —¡Eres una maldita! ¡Una mala amiga! ¿Lo sabes? Me das asco... te odio. ¡Te odio con todas mis fuerzas por haberme traicionado... por haberme quitado al único hombre que amo!

—Yo no te quité nada — Habló Anahí sin poder mirarla a la cara.

—¡Mírame a los ojos! — Any lo hizo —¿Qué no me robaste nada? ¡Me robaste a mi hombre! ¿Eso es nada? — Escupió cada palabra con rabia y Any quiso llorar. Lo que había temido afrontar había llegado.

—No fue planeado... lo siento pero... no quería hacerte daño — Precisó.

—Te mereces una gran bofetada... y si no estuvieras embarazada lo hubiese hecho. ¡Me importaría una mier.da que fueras mi amiga!... porque a ti también te valió mier.da nuestra amistad. No me querías hacer daño, sin embargo me diste donde más me dolía... Alfonso era el amor de mi vida... ES el amor de mi vida — Aclaró. Any lloró y Maite la abrazó, pero se alejó cuando se lo pidió.

—Déjame explicarte — Pidió Anahí sollozando y tomándose la cabeza.

—¡¡No hay nada que explicar!! ¡Ya sé todo, no necesito tu estú.pida explicación! — Maite habló por primera vez al ver a Paula tan alterada.

—Paula... yo sé bien todo lo que ocurrió... escúchala — Pidió calmadamente.

—¡No necesito que me explique! ¡Tú no tienes nada que ver aquí así que vete! — Increpó.

—No me iré — La desafió. Entonces Paula volvió la vista a Anahí.

—No solo destruiste mi sueño de formar una familia... sino también el sueño de una pequeña niña que ama a Alfonso como si fuera su propio padre.

—No metas a Camila en esto — Pidió Anahí derrotada. —A ella no.

—¡¿Te duele verdad?! ¡Te duele saber que derrumbaste los sueños de Camila! — Ambas y Maite se voltearon al ver ingresar a Alfonso. Éste inmediatamente se interpuso entre ambas, protegiendo a la azafata.

—Ya basta Paula. No compliques más las cosas — Paula lo miró con toda la furia que habitaba en su ser, seguidamente marcó el rostro de éste con una sonora bofetada que Alfonso recibió sin más. —Me lo merecía... ¿Contenta? Por favor vete — Pidió.

—No, no se irá — Any quitó a Alfonso de su camino —Tenemos que aclarar todo.

—No hay nada que aclarar Any, Paula sabe exactamente todo. Que te ayudé con la inseminación, que lo hicimos al natural por una falla y que me terminé enamorando de ti — Explicó mirándola a los ojos. El mundo de Anahí se detuvo... ¿Había escuchado bien?

—Pero... — Quiso decir algo pero nada le salía. Paula la miraba con furia, Alfonso con amor, Maite con preocupación... no podía con todo. Se mareó y Alfonso la tomó en brazos.

—Any — La acomodó en el sillón —Ey ¿Tranquila si? — Alfonso miró a Paula. —Paula vete por favor, luego hablaremos bien.

—Yo no tengo nada más que hablar con ustedes, me queda claro todo — Secó sus lágrimas y miró a ambos. —¿Por qué a mí nunca me miraste así, como a ella? — Preguntó con un tono más calmado. —¿Por qué te enamoraste de ella? ¿De mi mejor amiga? — Las lágrimas brotaron nuevamente. Any se acomodó mejor en el sofá y lloró al igual que Paula. Maite miraba a un lado. Alfonso miraba a los ojos a Paula.

—Siento haberte traicionado, pero fue más fuerte que yo — Se disculpó Poncho. Luego miró a Any —Lo que no siento es haberme enamorado de ti como un loco. Y quizás no me correspondas, pero ya no podía seguir manteniendo esto oculto — Confesó.
Paula tomó su cartera y se la colocó antes de volver a secar por enésima vez sus lágrimas y dirigirse hacia la puerta.

—Que sean felices — Murmuró con furia antes de salir del departamento y desaparecer de sus vidas... ¿para siempre?

—¿Por qué le dijiste todo? — Lloró Anahí una vez que Paula se había ido. Maite se retiró con discreción y se encerró en el dormitorio de la azafata para dejarlos hablar solos.

—No iba a permitir que me alejaras de mis hijos porque no querías lastimarla. Así que asumí toda la culpa y, si alguien debía lastimarla inevitablemente, ese tenía que ser yo... porque fui yo quien rompió el tubo, fui yo quien insistió en hacerlo al natural, fui yo quien me encariñé contigo y con mis hijos... fui yo quien me enamoré de ti sin importarme nada — Any no sabía que hacer ante esas palabras. Estaba quebrada, dolida por haber herido a su amiga, enojada por verla en ese estado, furiosa por haber dejado a Camila sin una familia... pero en el fondo sentía una alegría inmensa al saber que era un amor correspondido el que ella sentía por Alfonso. —Te amo. Te amo tanto. Jamás amé así, este amor que siento por ti es el más puro de todos... te amo — Se sinceró.

—Me siento mal con todo esto — Habló la castaña —Quería evitar lo inevitable yéndome... y de hecho tendría que irme para siempre de aquí. Pero... si antes estaba huyendo de la realidad, ahora  le estaría huyendo a la responsabilidad... y yo no soy así Alfonso. Mis amigas y mi familia siempre fueron lo más importante, siempre estuvieron delante de cualquier hombre — Explicó llorando —Pero ahora mis hijos son mi familia, y tú eres el padre... y yo te amo — Sonrió pero con amargura. —Me siento asquerosa por haber traicionado a mi amiga, no una sino dos veces... Siento que, para ser justos, debería yo irme de aquí y dejarlos a ambos en paz. Pero a la vez siento que estaría siendo injusta con mis hijos por alejarlos de su padre y prohibirle tener una familia como cualquier niño — Añadió. Alfonso le acariciaba la pierna con suavidad, escuchándola atenta.

—No te vayas. No seas injusto conmigo. Esto lo hice porque quiero estar contigo, y porque no quiero tenerlos alejados; ni a ti ni a nuestros hijos — Expresó sentándose frente a Anahí en el sofá. —No te vayas, quédate conmigo.

—Paula... — Susurró la castaña, pero Poncho no la dejó seguir.

—Paula ya está. El daño fue irreversible e inevitable... ella ya no quiere saber más nada de nosotros. Y yo quiero saber todo contigo y mis hijos, porque te amo — Murmuró tomándola de las mejillas —Te amo mi amor, a ti, a estos niños. Quiero que estemos juntos, y sé que tú también quieres. No pienses en Paula, ella encontrará otra persona... quizás se termine enamorando de su amante — Any abrió los ojos como plato, pero intentó disimular. —Eso luego lo platicamos. Ahora dime ¿Me dejarás ser parte de sus vidas? — La castaña no supo si reír, llorar, hablar, abrazarlo o besarlo.

—No puedo... no puedo darte una respuesta ahora. Todo es confusión, dolor, rabia... culpa. No puedo decidir ahora — Alfonso asintió.

—Pero prométeme que no te irás — Ordenó. Any negó.

—No me iré, pero necesito que te alejes de mí un tiempo. Déjame pensar, dame un respiro y prometo que te daré una respuesta definitiva — Alfonso dudó. —Por favor. Lo necesito — Pidió. Entonces Alfonso terminó cediendo, aunque no supiera cuánto tiempo le tomaría a Anahí pensar en ello, él la esperaría. Siempre la esperaría, porque la amaba y no estaba dispuesto a dejarla ir. Ni a ella ni a sus hijos.

Dádiva de amor Where stories live. Discover now