Prólogo*

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16 de Agosto de 1815

—Buenas noches, sus excelencia. Es un honor para nosotros tenerlo esta noche aquí.

Yo simplemente agradecí con una rápida reverencia y entré al salón de los Hamilton.

Miré a mi alrededor, las jóvenes casaderas se habían dado cuenta de que había llegado y ahora empezaban a cuchichear entre ellas. Sólo sonreí y empecé a adentrarme más al salón, en busca de algún conocido.

—Qué bueno es verte, Damien.

Me di la vuelta y vi a mi amigo, Robert Murphy, Duque de Walsh en Irlanda.

Sonreí una vez más.—Lo mismo digo.—nos dimos un abrazo.

Observó a su alrededor.—Parece que todas empiezan a acercarse.

—No sabes lo fastidioso que es.

Él rió y me dio unas palmadas en la espalda.—Claro, vamos por una copa.

Negué con la cabeza.—No, hoy no quisiera beber.

—Pues yo sé, acompáñame.

Caminé junto con él hacía la mesa donde estaban las bebidas y bocadillos.

A lo lejos, vi una cabellera roja como el fuego, que se escabullía entre las personas rápidamente como si estuviera buscando a alguien. Me puse más recto para poder ver de quién se trataba, me encantan las pelirrojas.

Detrás de ella, iba otra joven con el cabello rubio, pero vaya, sí que se parecían.

—Son gemelas.—escuché a Robert a mis espaldas.—Hijas del Marqués de Winchester.

—¿Cómo sabes de ellas?—pregunté sin dejar de ver a la pelirroja.

—No sé, escuché por allí. La pelirroja es Camille Britt y la rubia se llama Danielle Britt.

—Ya, claro. Hasta sus nombres sabes.

Se rió.—Mira, allá viene Marie.

Volteé y me di cuenta de que era cierto, allí venía Marie, una dama hermosa de cabello castaño y ojos cafés con una sonrisa linda, ciertamente no me atraía mucho, pero ella, a diferencia de otras, le interesaba más platicar, creo que por eso es que hemos "durado" más, aunque en realidad no salimos ni nada por el estilo.

—Nos vemos luego.—palmeé su espalda a modo de despedida.

—No te pierdas Robert. Si ves a Greg, dile que lo veo mañana.—asintió, retirándose con una copa en manos. Reí y me puse a espera de Marie, que venía a prisa hacia mí.

Antes de que llegara, vi como aquella pelirroja me miró de repente, una sonrisa se formó en sus labios. Yo sonreí también. Era hermosa.

—Damien.—la escuché y volteé hacia ella.

—Marie.—ambos hicimos unas reverencias.

—Me da gusto que ya estés aquí en Londres.—se acercó más a mí.—¿Qué dices si vamos a platicar?

—Bien.

—Ve tú primero.

Asentí y me encaminé a unos de los jardines donde habían bancas.

Salí por la gran puerta de vidrio, y miré a mi alrededor. Estaba oscuro, la luz de la luna iluminaba un poco, era perfecto para no ser vistos por nadie más, sino sería un escándalo. Escuché risas pequeñas y volteé para ver entre los arbustos a aquellas gemelas. Ignoré eso y me senté en una banca un poco alejada y oscura.

Defendiendo Tu Honor (D.M.H. 1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora