「Capitulo único.」

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Era un día sombrío en el manicomio, tanto así, que los encargados y enfermeros pedían a gritos internos salir más temprano ese día y cederle su lugar a los del turno nocturno; Querían vivir aún, en resumen.

— ¡Hey, Niñato!— llamó el azabache, buscando la cabellera rubia oxidada de su buen amigo. — ¡Oye!—

A la vuelta del pasillo, tomando de un buen café tibio para continuar con la jornada, estaba Mike, y su mejor amiga, Maggie.
Hablaban animadamente, hasta podrías creer que eran una feliz pareja.

— ¡Responde tarado!— gritó Félix, aplaudiendo como retrasado ante los amigos para reventar su espacio personal, o en su caso, su pequeña burbuja. Funcionó, ambos lo miraron.

— ¿Qué tal?— saludó el enfermero, a la par de que su compañera saludaba al otro encargado con un ligero movimiento de cabeza hacia el. — ¿Se te ha caído el teléfono bajo la máquina otra vez?—

— Ha, ha, ha.— rió el contrario sarcásticamente, con los ojos medio cerrados y los labios como tabla, semblante serio. Ugh, daba miedo. — Te encargaron una nueva paciente, para. . . Quince minutos.—

— ¿Ya?— preguntó distraído, algo desilusionado de no poder seguir hablando con Maggie, quien mientras ambos hombres hablaban, mensajeaba con Morgan. — ¿Quién es ahora?—

— Jó~— se burló su amigo, con una mirada pícara, y una mano en el mentón. — ¿Tan fácil así olvidas a tu noviecita? Venga, intenta adivinar quién es.— le retó, mostrando los papeles cubiertos por la carpeta semi transparentes.

«¿Podría ser Hanna? No, a ella la atendí en la mañana. Helena me toca en la noche, Sophia mañana, Marcos en la madrugada. . . Ah, carajo.»

¿Está aquí?— preguntó esperanzado, arrojando el vaso de plástico al basurero a su lado. Se acercó a los papeles de su mejor amigo, y al arrebatárselos abrió la información.

"•Nombre: Fernández Maxwell, Lucy Lockhart.
•Edad: Veintiún años, nacida el Treinta de Diciembre.
•Peso: 46 kg.
•Altura: 1.65
•Enfermedad: Demencia."

Junto a la información, una fotografía de quién se hablaba. Y en efectivo, era de quien pensaba, era ella, era su tomatito.

En la fotografía, había una mujer adulta con facciones angelicales, ojos turquesas oscurecidos y cabello locamente desordenado de colores marrones. Pero no te engañes, la sonrisa que tenía era lo tétrico, puesto que si, era una mujer hermosa; Pero completamente enferma.

¡Nos vemos Consentido, Magg!— gritó unos segundos después de analizar la situación, caminado a paso rápido hasta la habitación que marcaba con negrita y curva en la hoja final, 178.

Pasillos, enfermeros, pacientes, fumadores e incluso calientes pasándose de la línea, los guardias no hacían nada, puesto que ellos también se involucraban en esas cosas variadas veces, lo mismo con la marihuana.

Pero poco le importó a él, en este momento no quería fijarse en otras cosas más que en su preciado "bebé", su mejor amiga, su ex, su básicamente todo. Ella fue de todo, y. . . Bueno, digamos que aún lo era.
Tropezó con unas cuantas plantas en los laterales de los pasillos, tanto eran sus pensamientos, que se desviaba de lugar y terminaba chocando con maceteros.

— ¿Bebito?— Escuchó, bastante cerca.
Fue entonces que eso le hizo volver a su área normal, y con vista de retrasado virgen necesitado, comenzó a buscar por todas partes, posando sus ojos en todas partes de dónde podía. — Oye, estoy aquí.— llamó ella, pasando su mano vendada por frente su amante.

Finalmente, su mirada aceptó el hecho de que estaba allí, con el, de nuevo. Y luego de tardarse medio minuto observando los ojos turquesa de su niña, comenzó a "convulsionar" internamente; mientras que externamente solo pudo reír y tartamudear, cosa que causó la misma gracia en su contraria.

— Apresúrate, regalón.— insistió ella, algo impaciente para que hablara. Extraña oír su voz, pues para ella era como escuchar la canción de su banda favorita, de sentimiento de recelo y ansias. — Si, yo también estoy bien, gracias.— rió.

— . . .— nuevamente, no pudo pronunciar palabra alguna. La risa de la mujer le causaba se momento fangirl que hasta ni tú te puedes aguantar, era algo mágico; Pero posible. — T-te ves bien.— halagó.

— ¿Me estás jodiendo, verdad?— preguntó ella, palmeando sin violencia el hombro del hombre, con el ceño fruncido y los labios tensos. — Estoy usando ropa de hospital. ¿Eso es verse bien para ti? Ay, qué gustos.— volvió a bromear.

— No, no hablaba de eso.— se excusó, con una tierna sonrisa, — Tu rostro, igual de linda que siempre, es todo.— su sonrisa ahora se convirtió en una sincera, provocando el sonrojo notorio de Lucy.

— ¡Y-ya, Ya!— musitó, incomoda y muriendo de diabetes. — ¿Tienes algo pendiente? ¿Se te han quedado los condones bajo el colchón, otra vez?— preguntó rápidamente a modo de broma, recordándole esa ocasión cuando eran pareja hace dos años. — ¿O es que tu nueva suegra no te acepta, eh?—

—. . . He roto con Meghan, Lucy por favor.— rió nuevamente, desviando la mirada hacia los papeles en su mano. — He venido aquí por el hecho de que eres mi paciente durante tres horas.— explicó, entregándole una especie de carnet que indicaba que estaba entrando en su hora. — Entra por favor, inicia la sesión.—

Al volver su mirada en ella, se percató de sus ojos oscurecidos, y la cabeza medio baja. ¿Qué mosca le picó? Quizá le llegó otro ataque de demencia interna, era algo habitual en ella.

Al entrar, ambos tomaron asiento frente a frente a mitad de la habitación de Lucy.
Es una habitación espaciosa, con una cama de metal a un costado de la puerta, una mesa en el centro de todo con pequeñas sillas, y dibujos por todas las paredes de conejos.

Bien, ¿has tomado tus pastillas?— preguntó al sacar la hoja con las preguntas que debía rellenar y entregar a la directiva del manicomio.

— Si, tres. Una después de cada comida debida, y la dorada en la noche para no hacer de sonámbula.— indicó ella, evitando contacto visual.

— ¿Has tenido algún otro ataque de demencia externamente?— volvió a preguntar, buscando bruscamente su mirada, moviendo su cabeza para todos lados. — ¿Con alguna persona?—

Casi asfixio a Lidya en el comedor el mes pasado, solo pasó.— indicó inocente, aún sin mirar al guapo que tenía enfrente, a quien debía violar; lo anhelaba. — Ojalá lo hubiese hecho.—

¿Más sueño de lo normal?— indagó, pero nunca recibió respuesta, un minuto, tres minutos, cinco minutos; Nada. — ¿Lucy?— le nombró, inclinándose hacia adelante. — Conoces las reglas, Luz. Debes responder.—

La castaña elevó su mirada, conectado su oscuridad con la luz de Mike. El volvió a su postura normal, intentando no intimidarse por la figura de una mujer demente, quien ahora tenía una mirada de asesina.

— ¿Quién es Meghan?— preguntó, alzando la voz, molesta. — Nunca me contaste de ella, ¡Por dios, Mike! ¿¡A cuántas te tiraste cuando se estabas conmigo!? ¡Es Gómez! ¿verdad? ¿Es ella? Si, si, la de la fiesta de la piscina, ¡es ella! ¡Es. . . !—

Para hacerla callar, Mike mandó a la misma mierda la mesa, empujándola hasta hacerla caer y hacer que sonara el eco en las patas de metal, para abalanzarse sobre la mujer que tenía enfrente, en un beso ardiente que deseaba tener desde hace ya mucho tiempo.

(...)

Proyecto —> Sin terminar, no es una novela; Solo lo pienso.

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⏰ Last updated: Dec 03, 2016 ⏰

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「C r a z y」|| Proyecto; No novela.Where stories live. Discover now