Una princesa

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Cuando Ji Yong despertaba cada mañana era capaz de ver dos cosas, a veces el oscuro techo de su habitación y en algunas otras ocasiones podía ver el bello rostro de su rey, justo cómo esa mañana.

Rápidamente alejó la mirada, el rey podía lucir demasiado tranquilo mientras dormía, sin embargo no dejaba de ser un lobo feroz. Al ver por la ventana todo seguía oscuro, por lo que era el momento indicado para Ji Yong.

Se puso de pie y a tientas buscó su túnica, hasta logra deslizarla por su cuerpo. Sin embargo cuando estuvo listo ni siquiera quiso reaccionar y marcharse. La sensación de ese momento íntimo era demasiado acogedor cómo para decirle adiós.

—Ji Yong...—Éste sonrió entre las penumbras de la habitación, la voz del rey se volvía demasiado grave y oscura por la mañanas. —No te vayas.

—Es hora de marcharme, mi rey. Young Bae podría sospechar algo y no quiero...—La pequeña risa que provenía del aristócrata le desconcertó.

Entonces Seung Hyun se deslizó entre las suaves sabanas de ceda, hasta quedar sentado frente a Ji Yong, quién aún permanecía de pie con las emociones alborotadas. Aún si la habitación era oscura podía ver el contorno desnudo del cuerpo del rey. Aquella suave y especial piel que había tocado un sinfín de veces, casi podía sentirla sobre sus dedos con tan sólo verle.

—Ji Yong. —Estiró su mano hasta sujetar la de Ji Yong, para entonces dar un fuerte tirón y envolver sus fuertes brazos alrededor de la pequeña cintura del rubio.

Podía escuchar el corazón acelerado del menor golpear sobre su oreja, mientras restregaba su rostro sobre el estómago de éste. Ji Yong sólo enterró su nariz en el sedoso cabello del rey, aspirando el dulce olor.

—Realmente debo irme. —Sus labios se cerraron en un pequeño beso sobre la cabeza del mayor.

—Entiendes que todo el palacio sabe que estás aquí ¿cierto?

Ji Yong mordió su labio inferior con nerviosismo. Si bien el rumor de que era amante del rey se había esparcido entre todos los empleados, no dejaba de ser sólo un chisme. Nada que pudieran confirmar.

—Es por eso que me tratan como a una princesa, ya ni siquiera quieren que le traiga el desayuno a usted ¿Puede creerlo? —Seung Hyun comenzó a reír, mandando pequeñas vibraciones a través del cuerpo de Ji Yong.

El rubio era demasiado necio cómo para aceptar esos tratos especiales, a él le gustaba trabajar, sentirse útil.

—Es porque eres mi princesa. —Los dientes de Ji Yong se cerraron con más fuerza sobre su labio, mientras sentía las manos del rey deslizarse sobre su trasero aún sobre la tela de su ropa, moldeando suavemente.

Su mirada se perdió sobre aquellos retratos que el rey había pintado de él durante todo ese tiempo, sabía que era él, sin embargo era retratado cómo una mujer. Cómo una princesa.

—D-Debo irme, mi rey...—Sus palabras temblaron ante el fuerte apretón que dio el mayor, secundado de un fuerte suspiro.

—Está bien, ve con Young Bae e intenta explicar esas marcas en tu cuello. —Su sonrisa era perversa.

Ji Yong se llevó las manos al cuello rápidamente, se suponía que no deberían verse o se metería en problemas.

—Usted...—Quiso fulminarle.

—Ya, ya, es una broma. —Un tirón más y le obligó a sentarse sobre su piernas. —Quiero mi beso de buenos días. —Ji comenzó a temblar al sentir el miembro el rey debajo de su trasero.

Sí, mi reyWhere stories live. Discover now