Siete minutos en el paraíso.

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Yuri se cubrió la boca intentado reprimir un bostezo en vano, era probablemente una de las fiestas más aburridas a las que había asistido. Miró al resto de personas que se encontraban en la habitación y con tan solo observar sus rostros, era evidente que tenían la misma opinión de él.

La verdad era que no le interesaba mucho asistir a ese tipo de celebraciones, pues solía incomodarlo bastante debido a la cantidad de gente que solía haber. Prefería quedarse en casa haciendo algo más productivo, e incluso patinando en el Ice Castle. Pero desde que Viktor llegó a su vida, acostumbraba a invitarlo a centenares de lugares que conocía para beber, con el mero fin de pasarlo bien.

En un principio desistía a la idea de salir en su compañía. Pero Viktor lograba convencerlo con facilidad y debido a esa razón, acababa en lugares cómo esos. Aunque esta vez era en la habitación de JJ en el hotel en que todos se hospedaban.

— ¿Qué les parece si hacemos algo divertido? —cierto tono de diversión se hizo notar en la voz de Mila, algo que a Yuri consiguió distraerlo de sus pensamientos. Miró de reojo a Viktor, quien se encontraba a un lado de él, aferrándose a una botella de sake como si de su propia vida se tratara. — ¿Jugamos a siete minutos en el paraíso? Vamos, ya deben saber de qué trata.

Todos miraron con interés a la muchacha, quien sólo optó por sonreír ante la aceptación de su propuesta.

Pero Yuri frunció el ceño y no tenía idea de lo que hablaba la pelirroja. ¿A qué tipo de juego se refería? Entreabrió sus labios y quiso preguntarle, pero la vergüenza le ganaba. Sentía que su dignidad quedaría por los suelos y haría el ridículo ante los demás. ¡Incluso Yurio sabía qué tipo de juego era! Y sólo tenía quince años. Se sentía como un verdadero anciano que no conocía nada acerca de los jóvenes en la actualidad, era ridículo.

—  V-Viktor... — murmuró cerca del mayor, intentando llamar su atención. Y así fue. Las pálidas mejillas de Viktor tenían un leve tinte carmesí debido al alcohol que estaba ingiriendo, a la vez que una sonrisa ladina se asomaba por sus labios. Ya conocía esa faceta de Viktor y tenía claro lo que sucedería si bebía más. — ¿De qué está hablando Mila? No lo entiendo.

Viktor soltó una pequeña carcajada ante la pregunta de su acompañante.

— Que inocente eres, Yuri —el japonés hizo un mohín de disgusto y Viktor no quitaba la sonrisa de su rostro.— No es difícil de entender. ¿Conoces el juego de la botella? Es algo parecido, pero en lugar de un beso, debes entrar al armario con esa persona y permanecer juntos por siete minutos.

Yuri tan sólo al imaginar la escena dentro de su cabeza, el calor subió a sus mejillas y se abochornó.

Sobre todo porque se lo había imaginado con Viktor.

Yuri apartó la mirada de su entrenador y se alejó un poco de él, asintiendo ante su explicación y olvidando lo que pasó por su mente. No estaba muy convencido de jugar. Pero el hecho de imaginar a Viktor entrar a un armario con alguien ajeno a él, le provocaba cierta molestia en el estómago a la cual aún no podía darle una explicación certera. Por lo que acabó por decidirse y acompañó a Viktor a sentarse junto a los demás invitados, quienes ya estaban preparados para jugar.

Todos se encontraban sentados en el suelo y Mila ordenó los puestos de los demás, intercalándolos entre un chico y una chica. Yuri se encontraba a un lado de Sara Crispino y un puesto más allá, se posicionaba Viktor al lado de una chica que estaba seguro que jamás había visto en su vida.

Y la molestia a su estomago regresó y juró que vomitaría en cualquier momento.

Desvió la mirada de su entrenador y se concentró en Mila, quien se había sentado a un lado de Yurio. El juego ya había comenzado y nadie se podría escapar.

7 minutos en el paraíso | Viktor x Yuuri |Where stories live. Discover now