Capítulo 1

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Diecisiete años antes,
Palacio Real de Ashrock

Cayeron satisfechos sobre el colchón todavía abrazándose al otro. El cabello de ella cubría su pequeño cuerpo casi por completo como una manta de piel de oso. Tenía los ojos cerrados y una sonrisa enamorada bailaba en sus labios. Él acariciaba su espalda mientras la contemplaba embelesado. Llevaban mucho tiempo sin verse y quería aprovechar al máximo las últimas horas que les quedaban juntos.

Lo notó suspirar y apartar su mano mientras se recostaba mirando al techo con aire apagado. Se acercó y enterró la cara en su pecho pensando en lo maravillosa que se sentía cuando él estaba a su lado. Poco después empezó a trazar con sus dedos el contorno de su mandíbula. Sus ojos se conectaron al instante, en un mar de colores y sentimientos que ninguno de los dos podía controlar, cuando una solitaria lagrima descendió por la mejilla de la muchacha, con entendimiento.

Acercó los labios a la cara de la joven. Limpió con suaves besos las gotas que descendían desde los ojos asta la mandíbula y por el cuello. La estrechó en sus brazos por lo que parecieron horas calmando esos silenciosos sollozos que partían su corazón en pequeños pedazos de punzante cristal. La quería, más que a su propia vida, pero no podía dejar a la deriva su reino y menos por ella.

Cuando pareció calmarse, recogió los pantalones y la camisa, que se hallaban esparcidos por la revuelta cama. Se levanto ,mientras ella se apoyaba contra la espaldera de madera ,y comenzó a vestirse lentamente. Ella lo observaba,
memorizando, pausando el momento y centrándose en pequeñas cosas. La curva de su cuello, el lunar encima del labio, la cicatriz que recorría su costado derecho. Todas esas pequeñas cosas en las que los demás no se fijaban y que lo hacían ante sus ojos
aún mas hermosos de lo que era . Cuando acabó de ponerse las botas y abrochar sobre su pecho la capa de piel de lobo que se encontraba en el sofá , acercó una silla y la colocó delante de la cama a pocos centímetros de donde reposaba la triste princesa.

- Me tengo que ir dentro de unos minutos – acercó la mano y acarició su piel como si fuese la más suave y delicada de las sedas . Ella calló por unos minutos dándole vueltas a una estúpida idea que sabía que el no iba a querer escuchar, pero de todos
modos no se pudo resistir a formular

- ¿Y si nos escapáramos ahora mismo? – mientras hablaba el príncipe ya había empezado a negar con su cabeza mientras miraba hacia la ventana – Mi madre me dejó una casa en las montañas cerca de Praderías y suficiente dinero para seguir viviendo por muchos, muchos años. Escápate conmigo ahora que podemos Casian .

Esperanzada intentó coger la otra mano que tan cerca estaba suya . Era áspera, llena de cortes y adornada con esos anillos de hierro . A ella siempre le habían parecido
perfectas , la forma en la que conjuntaban de alguna manera con las suyas, como eran
de perfectos el uno para el otro, como unas piezas de un rompecabezas que por casualidad encajan desde el primer momento. El entrelazó sus dedos antes de acercar
su boca y besar cada uno de sus nudillos suavemente, para después soltarla .

- Leave ... – parecía apunto de desmoronarse cacho por cacho . Una batalla se estaba librando fuertemente en su interior, elegir a la mujer que amaba o al reino que tanto había luchado por conseguir toda su vida . Llevar a su país a la total miseria no era una opción para el chico. Había tomado una decisión hace mucho tiempo , pero eso
no hacía que doliera menos, una espada parecía atravesarle el pecho repetidas veces mientras hablaba- Sabes que eso no es una opción para mí. Simplemente no puedo hacerlo esto a mi hogar . No puedo, no puedo.

Repetía la frase más que para convencerla a ella para convencerse a sí mismo. Vió como ella se apartaba poco a poco de él y se cubría con la sábana mirando a la puerta.

- Pensaba que tu hogar era yo .

Lagrimas volvieron a correr por el rostro de la joven pero fue esta misma quien las limpió con sus manos temblorosas . El joven quería abrazarla y seguir con ella sin que pasara el tiempo, en su propio paraíso . Quería pero no podía.

- ¿Ya lo habías decidido antes de venir, no? - lo miró, dolor y ira reflejados en sus ojos madera – Pues claro que lo habías hecho, tendría que a verlo supuesto por como
te estabas comportando estas últimas semanas – pasaba la mano por su pelo intentando tranquilizarse – Vete.

-¿Qué?- sorprendido vio como levantaba la mano y señalaba a la ventana.

- Yo también tengo que tomar decisiones Casian , y ahora ya no eres una opción para mí ¿no?- la vio enderezar la espalda y cerrar los ojos – Te amé desde el principio, te
amaba tanto como para dejar a mi familia, como para dejar mi reino y todo lo que tengo. Y tu me amas lo suficiente como para venir a verme por la noche sin que nadie vea. Vea como pudiste amarme ¿porque qué haces tú co alguién como yo,
Casian ? Pasar un tiempo que para ti es infinito – intentó contradecirla en cuanto esas palabras salieron de su boca pero ella se adelantó a callarlo- He hecho cosas malas, hemos hecho cosas que no deberíamos haber hecho. Por eso hazlo más fácil y vete.Simplemente cierra de una vez este capítulo. Yo no puedo seguir más.

Se dio la vuelta queriendo escapar y camino a recoger su camisón tirado en el suelo mientras intentaba no desmoronarse delante de él. Lo hará todo más sencillo pensó para ella. Le pareció escuchar un suspiro de un débil Te quiero antes de darse la
vuelta. Delante de ella un águila blanca como la luna que decoraba en esos momentos el cielo emprendió el vuelo hacia la noche oscura. Se desmoronó entre ríos de lágrimas y frases impronunciables. Su ida causo que un vacío enorme se adueñara de
su corazón.

Mientras estaba en el suelo una pluma calló a pocos centímetros de donde ella estaba . Acercó la mano y acarició la suavidad de el objeto, como si fuera el tesoro más preciado de un pirata. Se levantó y dejó la pluma en la pequeña mesa de noche al
lado de su cama.

Comenzó a ordenar la habitación totalmente desorganizada por la llegada de Casian . Recogió los cojines y los dejó en el sofá en el sofá en el que se habían besado, enderezó el cuadro que habían movido cuando la había apoyado en la pared, los
libros y papeles que habían tirado cuando se sentó en el escritorio. Los recuerdos emergían como si de una cascada se tratase. Peinó su pelo pensando en las veces que
se lo había acariciado durante estos meses y por fin dejó de llorar.

Comprendió que el la amaba pero que siempre había amado a su reino, como ella lo haría a partir de ahora. Comprendió que su vida no iba a ser fácil y que pensaría en el todos los días de su vida, pero tendría que aprender a sobrellevarlo. Y cuando se recostó en su cama que olía aún como él, a abetos y lluvia, mientras sostenía una pluma en su mano, le rezó al cielo para que él siempre estuviera protegido y pudiera ser feliz, aunque no fuese con ella. Pasaron las horas y ella aún no daba dormido, cuando la puerta de la habitación se abrió y un hombre se desvistió dejando sus armas y ropas encima del sofá. Se metió en la cama y pasó un brazo alrededor de la chica que se hacía la dormida. Aunque pronto tendría que cerrar los ojos.

Mañana era su coronación

Príncipe de RosasWhere stories live. Discover now