La promesa

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Todo era negrura, inmensidad, frío, dolor. Un dolor mucho peor que aquel que sentía en ese frágil y débil cuerpo que habitó alguna vez, años atrás, ese cuerpo que al fin y al cabo, con sus desperfectos, era suyo incluso con dolor.

Sentía como la piel se escurría entre sus largos dedos, esa maravillosa piel que tanto le había costado recuperar. Y conforme ésta se desprendía de su cuerpo el dolor amainaba, despacio, hasta casi desaparecer, y después volvió, mas desgarrador que antes incluso.

Un chorro de luz roja y otro verde chocaban tras sus parpados cerrados, una y otra vez, sin fin.

- ¡Avada Kedavra!

- ¡Expelliarmus!

Sonó en su mente, y entonces recordó. Abrió los ojos, encontrándose con esa bruma grisácea hasta el horizonte, donde el cielo se confundía con el suelo – si es que aquello donde Voldemort permanecía tendido era el suelo –, todo era niebla, dolor, soledad y un frío gélido. Ni siquiera se apreciaban aromas en el aire.

En un esfuerzo sin precedente, Voldemort trató de ponerse en pie, pero no pudo; sus manos estaban en carne viva y su cuerpo ardía, se consumía mientras su piel resbalaba de su cuerpo hasta aquel suelo extraño que era liso. No era tierra, ni mármol, ni hierva, simplemente estaba ahí sirviéndole de apoyo a sus temblorosos brazos que se esforzaban por alzar su torso maltrecho y doliente del suelo.

No fue hasta que consiguió impulsarse lo suficiente, que se dio cuenta de que estaba completamente desnudo.

Sus brazos flaquearon, y Voldemort esperó el choque de su mejilla contra el suelo, pero este no se produjo. Cuando abrió los ojos de nuevo, estaba tendido en el suelo. No había sentido dolor cuando su cara chocó contra ese suelo...

¿Qué era ese lugar? ¿Dónde se encontraba?

- Tom.

Pronunció alguien en la lejanía.

Voldemort volvió a intentar alzarse, y con mucho trabajo sus brazos consiguieron al fin levantar su torso lo suficiente para que él pudiera levantar la cabeza. Una figura se acercaba entre la bruma, pero era extraña; parecía incorpórea, aunque sólida, su silueta bailaba con aquella niebla en un contraste brutal entre el blanco de ésta y el negro que vestía de pies a cabeza aquella persona.

- ¿Cómo te atreves? – le reprochó, sintiendo inmediatamente como su boca se llenaba de un liquido que resbaló por sus labios hasta el mentón y de ahí chorreó hasta el suelo.

Y también sintió el dolor que solo pronunciar aquellas palabras le había ocasionado.

De haber podido, habría jadeado de cansancio, pero no podía; no entraba aire en sus pulmones, no corría la sangre por sus venas, su corazón... no latía. No sentía el gusto de la sangre que manaba de su boca, solo sentía que ésta salía gélida.

¿Qué significaba? ¿Qué significado tenía todo aquello?

Ese lugar...

¿Por qué su cuerpo ardía y su piel se desprendía? ¿Por qué aquel dolor era el peor que había experimentado jamás?

Sus ojos rojos de abrieron completamente, ignorando aquel ardor que los consumía desde dentro. Miró con ellos a los lados. Se sentía en peligro, expuesto como nunca antes.

Necesitaba... ¿Dónde estaba?

Por mas que miraba, por mas que arrastraba las manos no hallaba...

- Es inútil, Tom.

De nuevo esa voz monótona pronunciando su nombre, un nombre del que se había deshecho y que pocos conocían. Y en cambio esa persona... ese insecto en comparación a él, lord Voldemort, se afanaba en utilizarlo. Un nombre que odiaba y aborrecía.

Una oportunidad para TomWhere stories live. Discover now