4to. Día de Navidad

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—Habla o eres hombre muerto, Kim JongDae. —amenazó por tercera vez mientras sostenía al tipo con fuerza del cuello de su camisa, empujándolo contra la pared. —¡Habla, bastardo!

—Joder, que no tengo ni la más mínima idea, imbécil. —se quejó tratando de zafarse del castaño, logrando solamente, que éste ejerciera más fuerza. —¡En serio! —exclamó. —Joder, BaekHyun, lo gritaste a los cuatro vientos, cualquiera pudo haberte escuchado. ¡Suéltame!

Bien, puede que no haya pensado en aquella posibilidad porque realmente, no había meditado mucho al respecto. Ese jueves por la noche había quedado con sus amigos para tomar un par de cervezas como solían hacerlo varias veces por semana, sin embargo, ver a JongDae caminando frente al edificio de SM Advertising justo a su hora de salida, hizo que las sospechas comenzaran a recrearse en la cabeza de BaekHyun.

¿Quién más que Kim JongDae podría haber corrido la voz sobre las cosas que había dicho ebrio hacía una semana? Incluso podía ser el mismo hijo de puta quien estuviese haciendo aquellas cosas simplemente para burlarse de él.

Lo soltó con reticencia, sin estar completamente convencido de su palabra, pero otorgándole el patético beneficio de la duda.

—Lo siento. —se limitó a decir sin ver al tipo a la cara. Escucho a JongDae sacudirse la ropa con las manos y tratando de quitar las arrugas en la parte superior de su camisa.

—¿Dónde coño lo sientes, maldito bastardo? —bramó. —Espera... —mencionó con repentina cautela, como si un pensamiento hubiese atravesado su cabeza de repente. —¿Alguien está haciendo lo de los regalos? ¿Igual que la canción esa de cojones? —inquirió reprimiendo una carcajada que no pasó desapercibida por BaekHyun.

—Nos vemos luego, JongDae. —cortó dando media vuelta para ir de camino a su piso.

—Joder, ¿Por qué no se me ocurrió a mí? —murmuró el pelinegro para sí mismo mientras se auto-reprendía por haber desperdiciado una excelente broma.

No quiso saber nada más. Se dirigió hasta la parada del autobús, sentándose en la banca de madera que estaba protegida por una marquesina, viendo hacia el frente sin prestar su atención a algo en concreto.

Aquí es cuando Byun BaekHyun empieza a poner en duda la raíz de todos aquellos acontecimientos que había estado experimentando desde el lunes. Bueno, si no se trataba de una broma, puede que aquella persona simplemente estuviese siendo amable con él, pero se había cansado rápidamente, porque su jornada laboral había terminado y esta vez, regresaba a casa sin haber recibido algo en el día que sobresaliese de lo normal.

—M-mierda, Baek. —escuchó decir a una voz ronca a su lado, entre jadeos. Cuando giró su rostro lentamente, se encontró con ChanYeol parado a su lado, con sus manos sobre las rodillas, respiración pesada y mejillas levemente sonrojadas debido al esfuerzo. —Llevo llamándote desde hace dos cuadras, pero no me escuchabas. Joder, caminas rápido. —se quejó aún con cansancio sobresaliendo en su tono.

BaekHyun no debería pensar en lo adorable que lucía el gigante frente a él, quien acababa de tomar asiento a su lado, con los labios semi abiertos en busca de recuperar el aliento. Definitivamente, no debería creer que así, sus labios lucen más apetecibles que de costumbre, en definitiva, no debe, porque se trata de ChanYeol, su mejor amigo, aquel con quien creció desde que se mudó a Seúl.

Su amor completamente unilateral y platónico; intocable.

—Lo siento, pensaba en otra cosa.

—¿Ah, sí? —preguntó más recuperado que antes. BaekHyun solo asintió. —¿Qué?

—Nada importante. —atajó volteando nuevamente hacia el frente, obligándose a no hacer cualquier clase de tontería.

Agradeció que ChanYeol no preguntara más al respecto para así poder percatarse en silencio de su dolorosa realidad, porque todos los pequeños detalles que había recibido en lo que iba de la semana, nunca sería la clase de gesto que ChanYeol llegaría a tener con él. Al menos no de manera romántica.

My True Love Gave to Me [ChanBaek / BaekYeol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora