2. La Soga y la Plenitud

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"¿Como se siente el estar completamente solo?"

"Bueno, puede sentirse de muchas maneras, todas distintas... Algunas suelen ser parecidas, más de lo que me gustaría" Soltó un gruñido, mientras su vista perdida, con un ligero ceño fruncido  provocaba una llamarada de incertidumbre en mi -¿En que demonios está pensando?- Pasó su lengua sobre su labio inferior para después apretar fuerte su mandíbula. 

"Escucha" Su voz resonó suave en mis oídos, a pesar de que millones de personas podían afirmar que su voz realmente es todo lo contrario.

Volteó en mi dirección, mirándome fijamente con sus orbes color glauco con un deje de seriedad y tensión en ellos.

"Dime..."  -Su presencia despedia tanta autoridad que me tenía temblando hasta los dientes, no tenía idea de como había mantenido una conversación relativamente aceptable con el sin haber recibido un golpe...-

"¿Porque hablas conmigo de está manera?"  Soltó un suspiro mientras hacía la pregunta e impregnó su aura con una ambigua esencia a confusión e incomprensión.

"¿...De que manera?"  Miré en sentido a mis manos de manera nerviosa -No se en que, pero ya la cagué-

"Amena, ¿Porque me hablas de esa forma tan... amena y cálida?" Subí mi mirada, y mi cuerpo no pudo resistirse a sufrir un escalofrío, al ver como esos hermosos fanales eran reposados sobre los míos.

"Ah... No lo sé, yo... Me agradas" balbuceé mientras jugueteaba con la soga que tenía atada en las manos. no valió la pena decirlo en un volumen realmente bajo, porque probablemente había oído, era como alguien extrañamente omnipresente.

"¿Como es que te agrado después de todo lo que has pasado... Gracias a mi?" Dedicó hacía mi una mirada de confusión ahora más intensa que hace apenas unos segundos -apuesto y en su mente está esperando una respuesta lo suficientemente coherente para la situación, pero es que Dios... Ni siquiera tengo una respuesta, por menos lógica que sea-

Se acercó hacia mi a paso lento, poniéndose de rodillas en cuanto estuvo a unos cuantos centímetros de mi, estiró una mano hacia mi mejilla, la cual acarició con parsimonia, mirándome como si en algún momento me fuera a desvanecer, como si quisiera capturar cada pequeño detalle de mi rostro y llevárselo hasta el mas profundo rincón de su conciencia para que así nunca pudiera escapar... y el siempre pudiera recordarme. -Por Dios, ¿Qué me está pasando?-

A penas abrí mi boca para responder, el me interrumpió soltando una frase de esos hermosos labios que tanto anhelaba "¿Puedes por favor... Continuar? No sabes cuán pleno me siento cuando me tratas así" 

Solo asentí con mi cabeza, con un deje de ternura en mis ojos, y una tímida sonrisa torcida, cuya respuesta fue un abrazo, firme y lleno de sentimientos.

"Yo... Mmm está bien"

El Gato de un Demonio Where stories live. Discover now