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Por fin era lunes.
Había pasado un sábado y domingo realmente aburrido y lo más importante.

Sin ver al castaño.

No sabía desde cuando verlo hacía mis días menos aburridos, pero ahora así lo sentía.
Quizá era porque me había acostumbrado a verlo así como me acostumbré a usar el metro.

Me senté como lo había estado haciendo desde la semana anterior y guardé silencio.

Para cuando el metro se detuvo en la siguiente estación, el chico castaño subió, pero esta vez no venía solo. Venía con otros dos chicos más.

Los tres se sentaron en las sillas que estaban frente a mí.
Uno de ellos era mucho más alto y tenía ambas orejas perforadas, el otro de sus amigos tenía el cabello negro y unos ojos marrones con largas pestañas.

Hasta sus amigos parecían irreales. ¿De dónde había salido tanto chico guapo?

El castaño levantó su mano hacia a mí y me saludó. Sus amigos lo miraron confusos y con una sonrisa pícara.

Durante el camino los tres iban riendo mucho, para ser un lunes por la mañana ellos se veían con mucha energía.

"¿Cuál es el pájaro más adinerado? El pe-riquito"

Eran chistes realmente malos pero ellos carcajeaban como si fueran los mejores y eso me hacía querer reír a mí también.

Muchas personas los veían serios ya que no guardaban silencio, incluso en ocasiones los callaron pero a ellos no les importaba.

"Alan, iba a contarte un chiste tan bueno que se te iban a caer las nalgas de la risa, pero veo que ya te lo contaron"

Le dijo el chico de pelo negro al moreno alto mientras miraba su trasero, el castaño rió muy fuerte.

"Te crees muy gracioso, ¿verdad?, ojos de niña"

Le respondió él mientras el castaño seguía riendo a lo que ellos decían.

El metro se detuvo, era mi estación.
Así que salí del vagón dirigiéndome a la escuela como todos los días.

Hoy también había descubierto algo nuevo.

El castaño y sus amigos eran muy divertidos y él tenía una risa que sonaba muy tierna.

Línea 8 || Alonso VillalpandoWhere stories live. Discover now