Hacer promesas

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El hechizo golpeó a Draco, y por segunda vez en su vida, cayó al suelo cubierto de sangre. Harry gritó. Y las maldiciones cayeron sobre los dos. No escucharon la mayoría, pero Harry sintió los golpes; como los que Dudley solía atizarle en su infancia.

_¡PROTEGO! ¡FUMUS!—gritó Harry. El bosque se cubrió de humo. —¿Draco? ¿Me escuchas?— el rubio sangraba, pero Harry tenía miedo de acercarse más a él. Quería sostenerlo, asegurarse de que seguía vivo; pero estaba aterrado por la sangre, porque sabía cuan poderoso era el hechizo.

El rubio comenzó a susurrar una canción melodiosa, tan fuerte como el dolor se lo permitía. Harry tomó su mano, y aparecieron en Grimmauld Place. Harry estaba bloqueado, la sangre de Draco comenzaba a manchar sus manos, tomó uno de los brazos del rubio y lo uso para cargar el peso de su compañero. Fue difícil arrastarlo, Draco gemía en cada movimiento. Y Harry detestaba hacerle daño. Había una parte de él que gritaba "¡Se está muriendo! ¿Qué va pasar si no sobrevive?", la otra estaba sollozando. Gritando.

Harry dejo a Draco en un sillón. Su cuerpo estaba cubierto de heridas, no sólo las causadas por el sectusempra. Y susurraba. Harry comenzó a repetir sus palabras con la varita en la mano. Las heridas se comenzaron a curar, y la respiración de Draco se calmaba. Harry no había notado que apretaba los ojos, como si al apretarlos pudiese contener el dolor. Malfoy abrió los ojos lentamente, y su voz se volvió más segura.

La tensión en el cuerpo de Harry comenzó a desaparecer, un par de lágrimas recorrían sus mejillas. Draco sonrió, una sonrisa que Harry había visto pocas veces.

—¿Qué clase de héroe llora por un poco de sangre?— la camisa de Draco estaba cubierta de sangre, también las manos y la túnica de Harry. El moreno no respondió, se limitó a recitar hechizos en voz baja para curar los rasguños en rostro de Draco y los cortes en sus brazos y piernas.—Potter, estoy bien.

Harry levantó la mirada.

—Prometiste mantenerte a salvo.

Los ojos de Draco recorrieron el cuerpo de Harry. La forma en la que se movía le parecía extraña. Mucho más tensa de lo normal, Potter se movía con más confianza. Y definitivamente, Harry Potter no rehuía su mirada. Jamás lo había hecho.

— ¿Te lastimaron?—preguntó. Harry se levantó del suelo (no recordaba el momento en el que se había sentado en él) — Sí. Te lastimaron. Quítate la túnica Potter, tengo que curarte.

—Bah, sólo me rozó el hechizo. Quédate acostado.

Harry dejó la habitación sin mirar atrás. Si lo hubiera hecho, no habría dejado a Draco. Al rubio le dolía todo el cuerpo, y mantener sus expresiones bajo control era desgastante. Le dolía tanto que evitaba respirar profundamente, hablar merecía una corona de laureles. Dolía mucho, y no quería que Harry Potter lo supiese. No quería la lástima de nadie. Menos de Potter. Potter tenía una estúpida manía por el heroísmo.

Si Draco hubiese la expresión de Harry cuando se dio vuelta tampoco lo habría dejado ir.

Harry subió hacia la habitación de Sirius. Se había convertido en su dormitorio desde hacía varios años, desde la caída de Hogwarts; pensaba que al usarla, Sirius y él podían mantenerse en contacto. La habitación era uno de los lugares que le hacían sentir en casa, cerca de su familia.

Harry comenzó a quitarse la túnica, la sangre la había pegado a su piel, pero ése no era el único motivo por el que lo dolía la espalda. Draco Malfoy tenía razón. No pretendía convertirse en escudo humano. Sólo estaba entre los hechizos y su objetivo.

Tomó dos camisetas limpias. Se puso una de ellas mientras bajaba las escaleras.

—Deberías quitarte la san...

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