Crecer puede doler. Más cuando lo haces solo.
Esther no sabe cómo expresarse. Hablando no puede, porque sus mejores amigos, padres (que están separados) y personas conocidas están demasiado ocupadas viviendo para escucharla. Así que un día decide es...
Me duele todo. Me duele la cabeza, el cuerpo y el corazón. Me duele la cabeza de tanto llorar, el cuerpo de tanto caer y el corazón de tanto romperse.
Te escribo a ti Wes, porque sé que tú te sentías así, no sé si seguirás sintiendo lo mismo. Hace poco le escribí a Ely y no mostré mi dolor en la carta, por eso, lo que te digo aquí, queda aquí.
¡Necesito desesperadamente tu ayuda! ¡No logro recordar una semana entera! ¡Una semana! Ayúdame Wes, ayúdame ahora. En serio, estoy muy herida. Me duele todo y empiezo a sentir como me desmorono. Cómo empiezo a olvidar.
Algo me está llevando y no sé qué es, una fuerza algo me está haciendo olvidar. Ya casi ni siquiera recuerdo el color de los ojos de mi madre, ¿verdes? ¿Marrones? ¿Celestes? ¿Cuál?
Wes, sé que parezco desesperada, asustada (lo estoy) y muy mal, aunque no lo quiera admitir, así me siento, mal. Tengo miedo de lo que me pueda pasar, y no puedo escribirte de los momentos que pasé contigo porque estoy olvidándolos.
Pero no creo que sepas lo horrible que es empezar a olvidar a las personas, tu vida, y quizás, en sí, olvidarme a mí.
Te lo diré ahora antes de que algo muy malo pase, Wes, te amo muchísimo amigo. Simplemente sé tú, vive, disfruta, igual pienso que vas a encontrar una chica que te haga disfrutar y valorar tu vida.
Empieza a hacerlo, porque cuando comienzas a olvidar, te arrepientes.
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