Celos

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Celos

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—¡Ju-juro que no es verdad! ¡Tsuna-kun solo es mi amigo! —declaró el pelirrojo Simon, más conocido como Enma, alzando las manos—. ¡Lo juro por mi familia!

—Tsk, está bien —el arma se convirtió nuevamente en un inofensivo camaleón, y el joven pudo suspirar de alivio.

Maldecía la hora en la que se ofreció a salir a comprar pan para Rauji, quien era incapaz de cenar si no había, y Adel se había olvidado de comprar. Entonces, para contribuir en algo, el pelirrojo se ofreció a ir —en mitad de la noche— a la panadería de una señora que conocía y que no se molestaría en levantarse a cualquier hora con tal de vender.

Lo que se preguntaba era cómo sabía el asesino número uno que Tsuna le había regalado aquellos chocolates esa tarde.

Pero más aún, se cuestionaba el cómo había averiguado que había salido y a dónde había ido. Le había secuestrado prácticamente y obligado a decir si tenía algún tipo de relación amorosa con el castaño. Claro que no estaba por decirle que sí teniendo una pistola en la sien.

—¿Sabes quién puede ser? —preguntó el azabache, y Enma se apresuró a negar con la cabeza.

Reborn le había contado acerca del desafío impuesto por Tsuna, y pensó que el décimo Vongola había sido inteligente al proponerle eso a la misma persona que le gustaba.

Claro que, dentro de los planes del castaño, seguramente no entraba el que el hitman amenazara a los posibles candidatos a mandarles al otro lado si confirmaban tener sentimientos amorosos hacia él.

—No tengo ni idea... —bueno, era obvio que sí lo sabía. No era que Tsuna le hubiera contado nada, pero se le notaba a leguas—. Tsuna-kun no me ha dicho nada, pero debe estar preocupado.

—¿Y eso por qué? —cuestionó el mayor, arqueando una ceja.

—Porque es muy tarde, y si está despierto y no te ve, quizá piense que algo malo te ha pasado —sonrió, no le vendría demasiado mal a su amigo el que Reborn ganara aquel reto. Lo comprobó cuando vio la mueca que hizo ante sus palabras. No quería preocupar al castaño—. Deberías regresar, Reborn-san.

—Hoy estaba muy raro, no me extrañaría que sea tan tonto como para preocuparse —reflexionó.

Con un suspiro, el hitman dio media vuelta y se perdió en la oscuridad de la noche.

Enma le vio irse, y apretó el pan que portaba mientras apresuraba el paso para regresar a casa lo antes posible, no quería que algo así le volviera a suceder.

Para cuando Reborn regresó al hogar que compartía con su alumno, comprobó que el pelirrojo había tenido razón. Las luces estaban encendidas cuando había comprobado antes de salir que todo estuviera apagado y que el castaño estuviese dormido.

La puerta se abrió estrepitosamente antes de que pudiera hacerlo el azabache, y por ella salió Tsuna vestido con un gran abrigo que cubría su infantil pijama de conejitos. Tenía una expresión de preocupación, que pasó a ser de felicidad cuando le vio ahí.

—¡Reborn! —exclamó, y se lanzó a abrazarle. Si no hubiera sido por sus reflejos, seguramente no lo hubiera podido atrapar—. ¡Estaba tan preocupado! ¡Pensé que algo te había pasado!

—Dame-Tsuna tenías que ser... —acarició su cabello castaño mientras el joven enterraba su rostro en su pecho, y una sonrisa se dibujó irremediablemente en su rostro.

Debería estar enfadado porque su alumno fuera tan inmaduro como para pensar en salir ahí fuera totalmente solo en su busca. Tendría dieciocho años y habría sido entrenado por él mismo, pero si había una cosa que le llegaba a asustar, era la idea de que algo le pudiese ocurrir a su Tsuna.

Sonne & Himmel Where stories live. Discover now