Capítulo 2

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Me parece un poco decepcionante que mi madre me pida entrar en mi habitación solo para decirme: ¿Qué te apetece cenar? Me esperaba algo como: Mañana entrenas con mi caballo o con el de tu hermana. Pues no, no podía contar algo interesante... Cada vez entiendo menos a mi madre, entre el asunto de los caballos y la "súper pregunta" de ahora. Me metí en la bañera con la esperanza de que un baño relajante, por lo menos, me alegrase el día. No me alegró el día pero por lo menos me quedé a gusto y relajada ya que tanto entrenamiento me destrozaba.

Cuando teníamos vacaciones, sobre todo en verano, mi madre se ponía muy estricta con los entrenamientos: teníamos que entrenar por la mañana temprano (había que madrugar), antes de comer y por la tarde. La primera hora de entrenamiento es la que peor llevábamos mi hermana y yo, eso de tener que levantarnos a las 8:30 no era, que se diga, muy agradable.

Alguien tocó mi puerta. Esa era mi madre. A la hora de cenar si no estábamos en la cocina, tocaba nuestras puertas para avisarnos. Yo todavía no me había vestido, así que tardaría un poco más.

-Karen, date prisa que tu hermana ya esta aquí- me llamó.

-Ya voy, ya voy- respondí calzándome las zapatillas de casa a toda prisa.

Aparecí rápidamente en la cocina, llegué a tiempo, ya se iban a sentar a la mesa. No íbamos a cenar gran cosa, solamente una ensalada de gran tamaño para las tres.

-Ya...No tengo más hambre- dije cuando se me acababa de cerrar el estómago.

Las dos me miraron y mi madre hizo un gesto en señal de "Te puedes ir", cosa que me pareció rara porque normalmente le gusta que espere a que todo el mundo acabe. Se nota que ese día estaba cansada.

Abrí la puerta de mi habitación y me tiré a la cama, dónde me quedé tumbada un buen rato pensando en nada y acabé quedándome dormida rápidamente.

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-Despierta, despierta- me susurró mi madre.

Fui abriendo los ojos muy despacio. Tenía un poco de sueño aún.

Me apetecía montar, pero mi madre se pasaba un poco con el tema de tener que entrenar duro.

-Paso- dije dándole la espalda a mi madre.

-Venga, haz un esfuerzo- me insistió mi madre.

-Esta bien...- le dije levantándome de la cama.

Mi madre salió de la habitación dejando la puerta entornada y yo me empecé a vestir. Estaba nerviosa, no sabía bien porque pero probablemente fuese por las ganas que tenía de probar la yegua nueva, puede que por fin encontrase lo que buscaba, aunque me extrañaba mucho. Sólo sería una más, puede que saltase bien y compitiese varias veces con ella pero después volvería a cambiar de caballo, otra vez.

Entré en la cocina dónde no había nadie, se estarían cambiando todavía así que para no perder tiempo empecé a desayunar yo sola y sola seguí hasta que acabé.

-Karen, pasillo1 cuadra7- me dijo mi madre antes de que saliese de casa. No estaría mal que la cepillases y le des cuerda antes, que coja confianza. No es una yegua fácil.
"No es una yegua fácil..." esas palabras resonaron en mi cabeza. Me puse más nerviosa, no porque tuviese miedo ni nada de eso, si no, porque había varios sentidos en los que un caballo podía ser difícil y no sabía a lo que me iba a enfrentar.

Wild HorsesWhere stories live. Discover now