3.

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  La pista de baile atestaba a hombres y mujeres, tanto que por los lados donde algún despistado buscaba a su grupo de amigos levantando la cabeza o hacía señas para que lo ubicaran, los empujones no se hacían esperar, siendo la excusa perfecta para posar manos traviesas en algún cuerpo ajeno. Es por esto, tal vez, que JaeBum rodeó por la cintura a YoungJae y casi lo apega a su cuerpo buscando protegerle de un chico de su misma estatura que sin cuidado ni disimulo, rozó su cuello por detrás con su nariz. ¡Dios, no! La botella en la boca de YoungJae resbaló un poco de agua por los costados de sus labios cuando sintió que lo sujetaban.

–Qué idiota –murmuró JaeBum acompañando el cuerpo del tercero mientras que éste se alejaba perdiéndose entre la multitud. El susurro no fue desapercibido por el menor, quien apretado aun, dejó escapar un carraspeo muy alto llamando la atención de JB.

–¿Pasó algo? –con la duda impregnada en su pregunta, YoungJae cerró la botella sin despegar sus ojos del rostro del mayor.

No pensó cuando accionó de esa forma, sólo fue impulsivo e instintivo, como si de pronto regresase el tiempo y volviese a tener doce años, donde lo único que hacía cada que estaba junto a YoungJae era protegerle para que éste no se vira como un nerd, o tropezara en alguna baldosa mal colocada, o no cruzara las calles distraído mientras reía acerca de tal cosa que vio la noche anterior. Así que, con sumo cuidado pero lo suficientemente rápido, quitó el brazo de la cintura de YoungJae y con la misma peinó su cabello, nervioso. De pronto lo sintió, por efecto retardado, que tuvo entre sus brazos a ese chico de once años que ahora lucía tan... adulto.

– Nada. Regresemos a la mesa –respondió JaeBum antes de encaminar hacia donde los demás los esperaban.

No había que ser muy listo para notar que entre ellos había una clara soga tensada cargada de deseo. Lo notaron, por supuesto que lo hicieron, desde el momento en que YoungJae liberó el casco de su cabeza se habían dado cuenta. La mirada penetrante de JaeBum sobre la imagen un tanto –muy– cambiada del chico y su combinación de ropa que agraciaba su cuerpo, hasta la constante fuerza de voluntad del menor por no voltear a mirarlo cada que podía. Pero lo cierto era que JaeBum no quería arruinarla, y YoungJae estaba cansándose de fingir. Porque no se conocían, y aunque no hubiesen cambiado en ese lapso de años, de todas formas se sentían como unos completos desconocidos. Mínimamente deseaban tener un momento, unas horas tal vez, darse las noticias de lo más relevante, lo más destacable, conversar un rato, sin embargo veían eso imposible de realizar en un ambiente tan cargado y ruidoso como ese.

YuGyeom ciertamente era de llamar la atención, naturalmente y peor si estaba lo suficientemente producido (como solía denominarlo BamBam, porque en definitiva eso era) y no es que les molestase que así fuera, en absoluto, pero era un poco vergonzoso tener que estar recibiendo alguna botella cerrada de un extraño que los saludaba a lo lejos, o unas lindas chicas que se le arrimaban a la mesa buscando poder compartir un rato con los muchachos. Y como si un ente invisible quisiera arruinarle la noche a JaeBum, las invitaciones no eran solamente para el más chico de ellos sino que algunos regalos eran dirigidos hacia YoungJae.

–No sé ustedes pero necesito sacudir mi cuerpo –gritó Jackson en un tono muy característico de cada que salían en conjunto– si sigo aquí, o me vuelvo planta y echo raíces o termino totalmente ebrio, y no queremos eso –canturreó llevándose el último trago de su vaso a su boca.

–Me parece la idea más estupenda que has tenido en la noche, y creo que en la vida –comentó burlesco BamBam. Jackson se vio en la obligación de responder porque estaba un poco tocado por el alcohol, pero el tirón que recibió de parte de Mark lo hizo concentrarse en algo mucho mejor.

–Entonces ¡vamos! –vociferó YuGyeom, palmeando el hombro a su primo.

Por un momento, JaeBum creyó que YoungJae no saldría a la pista a bailar y que tal vez, no lo sé, prefiriera quedarse en la mesa esperando también que él desistiera de abandonar la mesa. No sucedió puesto que el chico en cuestión dejó su botella de bebida a medio tomar y disparó junto al resto agitando sus brazos en el aire alegre. No volteó, no le invitó, no le habló, simplemente se perdió ignorándole como al mejor.

Creciste [2Jae]Where stories live. Discover now