C U A T R O

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20 de marzo.

He recibido un mensaje de tu cuenta, creí que era un sueño, pero no.

Está más que claro que no eras tú, sino tu madre.

Inició mal y terminó peor.

Axel:

Hola, cariño. Soy la madre de Axel y quería agradecerte por todos esos meses que no te rendiste, que no lo dejaste, que estuviste con él en sus mejores y peores momentos.

Me di la libertad de leer todas sus conversaciones, aunque estuviera dentro de su privacidad, quería conocer a la chica que estuvo con él siempre. Y también me gustaría conocer de quien se enamoró, creo que la he visto, pero no tengo ni la mínima idea, no la recuerdo.

Me duele que mi hijo no me hubiese dicho algo sobre sus problemas, me duele que no tuviera la confianza necesaria para decirme.

Y no te culpo por su muerte, aunque te culpes tú misma, nadie tiene la culpa, cariño. Por algo suceden las cosas, aunque partan el alma de una o de muchas. Él nos está observando y cuidando esté donde esté.

Te desea lo mejor, la mamá de Axel, Carolina.

Entonces, le contesté.

Astrid:

Fue un placer haber conocido a Axel, me duele su pérdida, pero no dudo que él se encuentre en un hermoso lugar, como el de su casa.

Olivia fue la chica indicada en un mal momento, me alegro que ella y él se hubiesen enamorado; me gustó y agradó haber estado en la vida de Axel por año y medio, aunque me hubiera gustado más que los meses siguiesen contándose.

Me culpo por una razón: yo lo hice enojar, si no fuera por mí, él seguiría aquí.

Tu madre es muy linda, ¿sabes? Quedamos en vernos en un café, sé que tengo trece (a punto de cumplir catorce), pero no iba sola. Maya y Olivia me acompañaban, resumiendo todo: tu madre y nosotras terminamos llorando, y a veces riendo por ciertas anécdotas que nos decía sobre ti de pequeño.

Con cariño, Astrid.

Astrid Donde viven las historias. Descúbrelo ahora