Capítulo 1: Sentimiento extraño

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Era una mañana cálida y tranquila en la ciudad de Zootopia. Los rayos del sol se deslizaban perezosamente por las calles y se filtraba por las ventanas de cada casa, despertando suavemente a los habitantes que aún seguían dormidos. 

Había pasado un año y medio desde el caso de los aulladores, tras el cual, Nick Wilde se había unido a la ZPD y Judy había estado a su lado para ayudar a incorporarse. Su amistad había crecido muchísimo desde aquel día, y ahora eran unos mejores amigos inseparables. Se habían convertido en el mejor equipo de toda la policía, a pesar de ser los animales más pequeños entre los demás compañeros. Con astucia, valor y coraje no había ningún caso que dejaran sin resolver. Judy había conseguido un apartamento más grande y lujoso cerca de la casa de Nick, por lo que se visitaban muy a menudo. Se conocían muy bien, y entre ellos sólo había sinceridad y confianza, y no se ocultaban nada. De vez en cuando discutían, como todos los amigos, pero lo resolvían enseguida.

Esa mañana, como siempre, Nick iba a llegar tarde. Todavía le costaba un poco acostumbrarse a levantarse a las seis de la mañana, cuando era estafador se levantaba a la hora que quisiera; y ese era un cambio al que debía adaptarse. Rápido y veloz, se dio una ducha rápida, se vistió y desayunó unas galletas por el camino. Ignoró los ocho o incluso más, mensajes de su mejor amiga, la cual estaba desesperada y seguramente furiosa, cosa que le daba un poco de miedo al zorro. Esa coneja podía llegar a dar miedo cuando estaba enfadada. 

Cuando llegó al lugar, Judy estaba sentada en el asiento que compartía con él, y solo estaba el jefe Bogo y ella, esperándole, los demás ya se habían ido. Cuando lo vieron entrar por la puerta le dedicaron unas miradas furiosas.

—¡Nicholas Piberius Wilde! —vociferó la coneja pronunciando su nombre completo. 

—Perdón por llegar tarde —se disculpó él con un tono de arrepentimiento y algo de diversión. A veces ver a Judy enfadada le causaba cierta gracia, y cuando no, daba pavor.

—¡Tienes que espabilar, Wilde! Este es el último aviso que te doy, o te dedicarás a los parquímetros —se quejó Bogo, intentando tranquilizarse —. Bueno, comencemos de una vez. Ha desaparecido una conejita de seis años en la ciudad, lleva desaparecida desde ayer por la noche. Hay quien dice haberla visto en el Tundratown. Aquí tenéis el expediente. Así que venga, marchaos ya.

—De acuerdo, jefe —dijo al coneja mientras daba un salto de su asiento —; vamos, Nick.

—Ya voy, Zanahorias. 

—Este Wilde... —susurró Bogo.

Ambos salieron del local y tomaron su patrulla. Judy conducía, mientras Nick veía el expediente de la pequeña coneja perdida. Entre ellos había un silencio algo tenso y Nick se percató de eso.

—¿Estás molesta conmigo? 

—Quizás.

—Venga, Judy; intentaré levantarme más temprano, es cuestión de tiempo que me acostumbre.

—Ha pasado más de un año, Nick.

—Lo sé, te prometo que de ahora en adelante intentaré madrugar más —juró, mientras le dedicaba su típica sonrisa —,venga, sé que no puedes estar enfadada conmigo tanto tiempo, me adoras. Y lo sabes. 

La coneja le miró a los ojos con cara de irritación, pero no pudo contener una sonrisa con ceño fruncido. No podía estar enfadada con él, le apreciaba demasiado.

—Vale, zorro bobo —se rindió, mientras volvía a mirar hacia la carretera —¿Cómo se llama la conejita perdida? 

—Lisa Carrotson —leyó en el expediente —, una pequeña Zanahorias.

Preso de un amor prohibido (Nicudy)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora