ANOCHE VOLVÍ A SOÑAR con el pasillo del colegio completamente solo y desperté antes de ver la cara de la persona que toca mi hombro. Me estremezco cuando pienso en ello.
Después de tocar el timbre para recreo, me dirigí a la oficina de Karen, duré aproximadamente una semana sin visitarla debido a las tareas. Toqué varias veces la puerta, Karen me invitó a tomar asiento y me ofreció algo de comer.
-Vine para mostrarte lo que he logrado en estos días- le dije entusiasmada.
-¡Muestra a ver!- me respondió.
Tomé un florero que estaba en una esquina, lo puse en el escritorio de Karen y alejé un poco más mi silla.
-He dominado el romper las cosas,- sentí como me miró y recordé lo ocurrido en su casa- bueno, casi lo domino- me corregí.
Vacié mi mente, me concentré y logré mover el florero.
Karen no hizo ruido para no desconcentrarme. Cuando el florero estaba a mitad de camino, escuché que alguien abrió la puerta que estaba detrás de mí y perdí la concentración.
-Ma... ¡Mamá mía!- es Starling. Dejé caer el florero sin tener la valentía de voltearme a mirar.
Karen salió de la oficina sujetando a su hijo para que la siga, no dijo nada antes de salir. Cuando sonó el timbre me dirigí al aula, al final del día no estaba de ánimos para subir a verla, me fui a mi casa y tomé otro camino para no encontrarme con Starling.
Al llegar a casa fui directo a mi habitación, no tenía deseos de hablar con mi madre, no tenía deseos de nada, si antes no tenía oportunidad alguna con mi Jeff, ahora tengo menos.
Me quedé dormida. Al despertar duré lo que quedaba de la tarde haciendo deberes y gran parte de la noche también.
Me desperté mas tarde de lo debido, me preparé rápidamente para ir al colegio y tomé el camino más corto casi corriendo para llegar; aún así llegué tarde y me tuve que quedar en el patio hasta que pase la segunda hora de clases. Saqué mi libro y cuando ya había leído unos capítulos alguien me lo arrancó de las manos.
-¿Qué me romperás a mí?- dijo Starling en un tono de voz que le desconocía -No tengo anteojos que me puedas romper, dime ratita, ¿qué me romperás a mí?
Me puse de pie sin decir nada y me fui a otro banco, no podía seguir escuchándolo, él en cambio me siguió. Estaba comenzando a llover.
-Tranquila, no te culparé por tu... característica... - me volteé a mirarlo. Yo ya tenía los ojos llenos de lágrimas.
-No tengo la culpa de eso, ¿sabes? -dije tratando de ocultar el cambio de voz que se produce cuando tienes un gran nudo en la garganta y lo único que quieres es llorar.
-Tranquila pequeña -mientras lo decía, tomó mi brazo y acercó su cuerpo al mío, me abrazó y sentí que en sus brazos estaba a salvo, que cerca de él era feliz. La lluvia se hizo más fuerte, nos vimos obligados a dejar el solitario patio y entrar a uno de los largos pasillos del colegio. Cuando llegamos ya yo estaba empapada de agua. Perdí la noción del tiempo, no había escuchando ningún timbre de cambio de hora, pero ya no quería entrar a clases. Fui con mi Jeff a la oficina de Karen, esta se ofreció a buscarme otro uniforme pero me negué a aceptar. Me quedé ayudando a Starling con unos papeles parecidos a los que organicé por fechas mientras cumplía el castigo.
Aparentemente, a ninguno de los dos nos gusta hablar mucho. Guardamos silencio, concentrándonos en lo que hacíamos. El tiempo pasó muy rápido. Cuando tocó el timbre, esperé unos minutos a que salieran todos para no toparme con preguntas incómodas de mis compañeros de clases o profesores. Dudo que se hayan dado cuenta de que no entré al curso, pero, más vale prevenir que lamentar. Me despedí de Jeff con un simple adiós.
-¿Qué harás el próximo sábado? –me preguntó mientras se ponía de pie.
-No lo sé aún.
-Hay una fiesta, por si quieres ir... - dijo titubeando.
-Lo pensaré- respondí.
Los días siguientes fueron monótonos y estresantes, los profesores dejaban muchos deberes y eso aumentaba mis preocupaciones, ¿De qué modo le pondría dedicación a una tarea si tengo unas miles más que hacer? No me daba el tiempo ni para comer, me consolaba saber que el viernes tendría una semana para descansar y según pasaban los días, aumentaban los rumores sobre la fiesta del sábado. Yo aún estaba indecisa de ir, no había visto a mi Jeff después de que me invitó. Además, pedirle permiso a mi madre era un reto.
La semana pasó lenta, pero el sábado algún día tenía que llegar, y llegó. Le pedí permiso a mi madre, aceptó con la condición de que debía llegar temprano a casa.
Una compañera de curso me iba a pasar buscar a las siete de la noche, eran las seis y aún no tenía ni idea de qué me iba a poner. No soy muy amante a ir a fiestas, prefiero quedarme en casa con un libro y una taza de café, té o chocolate.
Después de medirme algunas prendas, opté por un vestido sencillo color crema, ponerme un vestido significaba tardar un largo tiempo buscando con qué combinarlo, y justamente así pasó. Terminé faltando unos quince minutos para las siete, Elisa, mi compañera de clases llegó a las 7:30 pm, lo que no le hizo mucha gracia a mami pues, suponía llegar un poco más tarde a casa.
El lugar de la fiesta era cerca de mi casa, llegamos como en diez minutos aproximadamente. La fiesta era en la casa de un chico de mi curso, y se hizo tan popular en el colegio que imaginé que asistirán como mínimo, la mitad de los de secundaria, y no me equivoqué; a pesar de lo grande que era la casa, no había mucho espacio disponible. El olor a alcohol era terrible, la música estaba tan alta que por momentos creí que me golpeaban los oídos y las chicas usaban faldas tan cortas que sin necesidad de moverse mucho, los chicos podían ver todo lo que querían.
Desde que entré sentí que no iba a estar a gusto en el lugar. El olor a alcohol me daba náuseas, los chicos borrachos más aún.
Seguí a Elisa mientras buscaba con la mirada a mi Jeff, y no tardé en encontrarlo: estaba en un lado de las escaleras con una chica rubia, flaca, alta, buen cuerpo y con el vestuario tal cual las demás, una falda corta y una "blusita".
No podía contener la ira, porque... ¿por qué me invitó si venía con otra?
Sin pensar en las consecuencias, rompí el vaso que él tenía en la mano y luego unas botellas que estaban alrededor. Salí del lugar. Detrás de mí, otros jóvenes que se aterraron por lo que acababan de presenciar.
No traía teléfono, no podría llamar a un taxi, ni a mi madre, simplemente me tocaría caminar, lo considero un poco arriesgado por el lugar, pero creo que no es muy tarde, no duré ni media hora en ese allí.
Después de que llevo por lo menos la mitad de camino recorrido, tengo la sensación de que alguien me mira, y no me equivoco, justo se acababa de estacionar un auto detrás de mí, es el auto de Karen, pero en él iba Starling.
-¿Qué crees que hiciste? - me pregunta. Inmediatamente abre la boca siento el olor a alcohol y cigarros, se acerca a mí pero me alejo- no tienes ni idea de cuánto te arriesgaste ahí.
-¿Y tú quién eres? -pregunté enojada. -¿Acaso tienes que cuidarme?
-Te cuidaré de todo lo que te pueda hacer daño - respondió.
-¿Y de ti? ¿Quién me cuidará de ti?- Dicho esto, continúe caminando. Él me siguió, me cargó al hombro y a pesar del escándalo que hice, me subió al auto y le puso seguro a la puerta.
Me llevó a casa, me abrió la puerta y no se marchó hasta que entré. Para mi suerte mi madre ya se había dormido, no tendría que responder a sus preguntas sobre cómo me fue en la "fiesta". Me dirigí a mi habitación, cerré la puerta. Y me tiré en la cama, sin ganas de pensar, sin ganas de vivir.
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Psicoquinesia
FantasyEmma Wood es una chica normal, estudiante ejemplar y nunca se mete en problemas. Su vida cambia cuando se da cuenta que tiene una habilidad especial; puede manipular objetos tan solo utilizando el poder de su mente. Tiene una relación algo difícil c...