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Esa mañana Clarke estaba en clase de economía, durmiendo sobre su brazo. No había podido dormir pensando en quien podría ser el famoso H y por qué él la quería ayudar. Ella había intentado calmarse pretendiendo que no sentía nada por aquella identidad oculta, pero la verdad era que era mentira y que le daba plena curiosidad desenmascararlo.

El timbre sonó y ella sacudió la cabeza para despertarse. Dió manotazos para guardar sus útiles dentro de la mochila, con los ojos semi cerrados, pero al ponerse de pie éstos salieron volando haciendo un estruendoso ruido. Clarke rodó los ojos.

Las plásticas se reunieron en grupo, apuntandola con sus flacos dedos, y comenzaron a reírse de ella en su propia cara. Clarke contuvo las lágrimas.

Se puso en cuclillas para recogerlos y fue cuando sintió algo cálido, una mano que la tocaba en su brazo. Miró hacia arriba y era la persona que menos pensaba que le tocaría. Él era moreno y de ojos celestes.

— Stephan — Sonrió ella, su cuerpo temblando, voz temblorosa.

Él le dedicó una sonrisa y la ayudó a guardar sus útiles dentro de su cartuchera. Luego ambos de pusieron de pie.

— Gracias — Agradeció tímida y temblando, dedicándole una sonrisa enorme a su chico especial.

— No hay de qué — Contestó un poco serio.

La verdad era que le parecía demasiado raro que Stephan se acercara a hablarle. Él estaba siempre con los populares, y no había día en el cual ella no oyera a los estudiantes hablar de él, especialmente a las mujeres.

Las plásticas contemplaban la escena boquiabiertas y Clarke aprovechó.

Stephan se giró pero ella tocó su hombro.

— Eres él, ¿Verdad?

Él se giró con una expresión confundida.

— Disculpa amiga pero no sé de lo que hablas...

Tomó aire y cerro los ojos.

— Tú eres H, ¿Verdad?

Clarke vió cómo las pupilas del chico se achicaban. Definitivamente tenía miedo o estaba asustado.

— No sé de lo que hablas. —Respondió  colocando las manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero negro real.

—Ay, Stephan, por favor —Gimió la capitana de las plásticas acercándose a él y coqueteandole descaradamente— ¿No te das dado cuenta de que no sabe de lo que habla? Quiero decir, ¡Está completamente loca!

— Rubia estúpida —Refunfuñó, y al darse vuelta no tuvo que afinar sus oídos para darse cuenta de que Stephan la estaba besando.

Suicide-BoyWo Geschichten leben. Entdecke jetzt