Un camino hacia el autodescubrimiento

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  Cuando abrió los ojos esa mañana, se sintió muy desconcertada.

No era su cama, ni su cuarto. Fue cuestión de sacudir sus neuronas, para recordar que estaba a miles de kilómetros. En Miami, en la casa de Clara. Miró su celular para ver la hora. Se dio cuenta que no le había cambiado el uso horario. Si las cuentas no le fallaban, debían ser alrededor de las siete de la mañana.

Sentía que había descansado muy bien durante la noche. Así que, decidió levantarse. Llegó a la cocina y vio que Micaela estaba desayunando. Se acercó y la saludó: – Buen día!

– Buen día Azul, te levantaste temprano. ¿Querés tomar unos mates?

– sí, me encantaría. Dormí muy bien, te agradezco de corazón que me hayas recibido en tu casa.

- No tenés nada que agradecer. Además, cuando a mamá se le mete algo en la cabeza, es imposible hacerla cambiar de opinión. Y aunque le hubiéramos dicho que no, estarías acá igual, por la fuerza. (risas). Es más, ya debe tener planeado para vos estos dos días. Así que preparate.

- Yo feliz, disfruto mucho de su compañía. Sola en un hotel, creo que me hubiera vuelto loca.

– No creo que mamá se levante todavía. Siempre que viaja termina cansada y duerme un rato más. Yo me voy a caminar una horita. ¿Te gustaría acompañarme?

– Me encantaría. Me cambio y en cinco minutos estoy lista.

La mañana estaba hermosa para caminar. Un sol radiante, una brisa muy agradable. Una combinación perfecta para la práctica deportiva al aire libre. Ahora entendía por que a Florida le decían el estado del Sol. La geografía del lugar, invitaba a caminar. A los lados de la calle los árboles en hilera, uno al lado del otro. Con sus ramas prácticamente juntándose en medio de la calle, formando una glorieta interminable. Como si los árboles estuvieran haciendo la guardia de honor a tu paso. Era hermoso. Todo muy cuidado y prolijo. El cesped cortito, las flores alrededor de cada árbol, dándole color al paisaje. Era como estar dentro de una pelicula.

Las casas completaban el paisaje, algunas muy bonitas. Amplios ventanales, entradas redondeadas, techos de tejas, mucho parque. Incluso aquellas menos ostentosas, daban al paisaje general su toque de elegancia. Era increible tanta limpieza, tanto cuidado, daba gusto recorrer sus calles.

Mientras caminaban Micaela le pidio que le cuente que había pásado entre ella y Eve. Sabía los motivos del viaje, pero no el por qué. Su madre le había contado un par de cosas, pero no conocía la historia completa y que mejor que escucharla de su propia protagonista.

Con una versión abreviada, le contó todo lo que había sucedido desde que se conocieron, pasando por el viaje de egresados, la carta y el último chat.

Después de escucharla atentamente, siguió caminando en silencio un par de cuadras. Como asimilando la historia. Quería hacerle varias preguntas, pero no se animaba. No quería incomodarla o que se sintiera cuestionada, después de todo apenas la conocía.

Como si le hubiera leído la mente, Azul se dio cuenta de lo que pasaba y con una sonrisa le dijo: – Podés preguntarme lo que quieras. No me molesta contestar siempre que pueda. (risas)

Y Micaela no lo dudó. Fue directo al grano - ¿Vos estás enamorada de Eve?

– Honestamente no lo se. Se que siento algo muy especial por ella, pero no sabría decirte si es amor, de estar enamorada. ¿Me entendés?

– Si, te entiendo. Supongo que tampoco sabes si te gustan las chicas.

Azul abrió los brazos y levanto las cejas, en señal de afirmación a lo que le estaba diciendo.

"Ámame a pesar de todo". Parte 1Where stories live. Discover now