Capítulo 009

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—Esperen, no entiendo nada —comentó Touka señalándolos con su dedo índice. Utano curvó sus labios para poner su mano derecha sobre su cintura.

—Bueno, lo explicaré una vez más. —Deslizó sus dedos desde la frente hacia atrás, causando que algunas mechones desaparecieran de su visión—. Todos los animales, por más extraño que parezca este hecho, no tienen la capacidad de las Células Rc. Así que básicamente les fui añadiendo a la fuerza. El primer sujeto, cuando se lo inyecté brutalmente, el lobo explotó llenando la habitación de sangre. Luego intenté una vez más y sucedió lo mismo, hasta que decidí en colocarlo día a día. Y aquí están, estos dos amigos muy tiernos.

—Bien, te había dicho que sólo quería dos lobos y que les implantaras en el cerebro unas ondas hacia éste para encomendarles la dirección de mi paradero para que puedan acoplar ayuda, pero veo que no me has hecho caso —pronunció con una notable molestia en su voz mientras se incorporaba y deslizaba sus dedos sobre el pelaje blanquecino de los caninos.

—Oh, ¿de eso te preocupabas? Básicamente ya tienen todo lo requerido, solamente le agregué eso como regalo.

—Supongo que eso está bien —supuso Kano no muy convencida—. Me gustaría saber los estados, sus habilidades, sus debilidades, todo.

—Ya me imaginé de antemano, ¡deberías de agradecerme! —articuló con confianza mientras sostenía con el borde de sus dedos un plano el cual daba una imagen de los huesos del canino y mucha información que antes no se había percatado Kano—. Bien, empecemos con la sección básica de estos chicos. Ellos tienen los kakugan, que, como sabemos, son la parte de la esclerótica incluyendo la pupila la cual se modifican. El kagune es el órgano depredador que todo ghoul contiene, es el músculo líquido, y cuando éstos se activan dando una aparición, el estado de un ghoul fortalece. Dicho esto, como un kagune está compuesto por Células Rc dan su aparición. Pero, ellos no tienen un kagune al ser inyectado directamente las Células, por lo que quizá desarrollen uno, pero para cuando estén listos, tarde unos meses o quizá años. Bien, ¿qué más puedo contarte? Ah sí; ellos no poseen un kagune, pero tienen la fuerza como si la tuvieran. Y también tienen un sensor en el cerebro que envía ondas para que les encomiendes órdenes y no sólo tu paradero. Para ellos, cuando recibe la onda, no les afecta, pero para ti, que nunca has sentido esto, te provocará un dolor en el cerebro. Nada grave.

—Gracias, ¿cómo les doy una orden? —cuestionó Kano atemorizada.

—Espera —la detuvo para sostener un aparato muy pequeño—. Tendré que hacer una cirugía algo complicada para implantarte esto en el cerebro, primero sígueme.

Kano se guiaba por donde veía a Utano dar zancadas apresurada hasta una sala con colores celestes claros. Touka se detuvo en el umbral de la puerta observando enmudecida. Kano se recostó en una camilla mientras veía la luz del foco alumbrando su rostro sin poder visualizar detalladamente a su alrededor. Utano le colocó una mascarilla a la pelirroja mientras ésta absorbía un especie de aroma a un perfume. Sentía que el aire abandonaba sus pulmones y, de un momento a otro todo se tornó negro en la pantalla. Sólo bastó un par de horas, para que ella despertara de aquel letargo adormecida. Su corazón se encogió, y se sintió como si fuera una alma perdida en la Tierra, su anatomía la abandonó, y lo único que podía reconocer era los sonidos y el dolor. Mucho dolor. Los efectos de la anestesia desaparecieron a través de los minutos, fue ahí cuando Kano pudo lograr pequeños movimientos de sus dedos. Sus párpados se elevaron y sintió su cabeza brotándole punzadas profundas. Volteó su cuerpo y se encontró con la delgada figura de Utano, quién sostenía una libreta y trazaba las palabras velozmente con un bolígrafo azul. Elevó su barbilla y Utano curvó sus labios sin mostrar una sonrisa.

—Tu compañera se fue a buscar algo, por si no sabías —comentó calmada—. Buenas noticias, ya te implanté el pequeño aparato, modifiqué el sistema ya que sólo se podía comunicar con los caninos a corta distancia. Las malas noticias, es que... tendrás que soportar las punzadas que recibirás de la parte superior de tu cabeza unos días, ¿bien?

Los ojos de Kano se encontraban entreabiertos, mientras que, cuando separó sus labios para que las cuerdas vocales hicieran su trabajo mandando el mensaje, su voz salió algo ronca.

—Bien, me alegro, déjame sola ahora.

—Ni siquiera está consciente —musitó la azabache dejando escapar una carcajada, depositó su libreta sobre el escritorio blanco y desapareció de la sala, dejándola sola. Cuando Kano se percató de que Utano no se encontraba más en la zona de su visión, se reincorporó tambaleándose un poco y sostuvo la libreta para luego sostener con sus dedos la tapa y dar comienzo a su lectura.

"El estado de Kano es normal. Algún que otro dolor en la cabeza, son sólo los efectos del implante. Ahora ustedes podrán ubicarla rápidamente dónde se encuentra. Me alegra haber cooperado con ustedes.

Utano, para Tsuyo."

Y fue cuando todo cuadró rápidamente.

Aún seguía aferrada inconscientemente al tan aborrecido clan.

Ookami «Tokyo Ghoul» (#FanficAwards)Where stories live. Discover now