Prólogo

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Me desperté al oír algo fuera de la casa, así que me levanté ya que era un ruido constante y no me dejaba dormir, pero cuando me levanté y miré por la ventana no vi nada, además el ruido cesó. Volví a la cama al ver que no era nada y en cuestión de minutos me transporté al deseado mundo de los sueños.

Era muy temprano por la mañana, tanto que apenas estaba asomando el sol, dejando el ambiente un tanto oscuro todavía al ser la luz muy débil. Simplemente me levanté y me dirigí al balcón apoyándome a la baranda con un suave y ligero batín por encima del pijama, observando el hermoso y placentero paisaje del amanecer.

 Simplemente me levanté y me dirigí al balcón apoyándome a la baranda con un suave y ligero batín por encima del pijama, observando el hermoso y placentero paisaje del amanecer

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(Ignorando la peluca él iba así recién levantado y sin la almohada)

Al cabo de un rato me di una ducha, me aseé y peiné mi largo cabello albino recogido en una coleta alta y haciendo un moño después de ello para que no estorbase mientras hacía el desayuno para Yurio, Georgi, Yakob y Mila. Preparé un poco de "oladi" y distintos zumos para cada uno, menos para yurio y para mí, al cual le preparé un bol agua fresca y un café, mientras que para mí preparé un delicioso té blanco.

A los pocos minutos llegaron un tigrato -híbrido de un tigre y un gato, es decir, que es un tigre un poco más pequeño, sin embargo sigue siendo mucho más grande que un gato y teniendo unas rayas negras con un fondo ligeramente anaranjado tirando a rubio y distintas manchas blancas repartidas por el pelaje-, un águila que entró disparada y se posó sobre el lomo del tigrato para molestarle, también entró un cisne negro un tanto adormilado que pasó ignorando la pelea entre el tigrato y el águila, mientras que detrás de este venía volando un malhumorado búho que adelantó al cisne y a la pelea, que a continuación, se transformó en un gélido y envejecido entrenador ruso llamado Yakob y tomó asiento en un taburete, lo mismo hizo Georgi al pasar de un cisne negro a un muchacho con el pelo perfectamente peinado hacia un lado con un poco de tupé, los ojos levemente enrojecidos con unas pequeñas ojeras y alas negras a la espalda. Sin embargo todavía tuvieron que pasar unos cinco minutos hasta que el águila se convirtió en una atractiva chica pelirroja de cabello por la altura de los hombros aún en pijama y con cuidado de no aplastar las alas contra el suelo al partirse de risa por hacer de rabiar al tigrato, que se convirtió en un rubio de media melena y cara de querer asesinar al primero que viese, en este caso Mila, pero ella ni se inmutó, por lo que siguió riendo mientras el felino adolescente llamado Yurio acompañaba a los demás para ir a desayunar moviendo la cola encrespada de un lado a otro en señal de enfado sentado en el taburete.

En medio del desayuno cuando yo estaba recogiendo mis platos sucios llamaron a la puerta, así que rápidamente todos nos transformamos en humanos completamente, sin ningún rastro de nuestra naturaleza híbrida. Fui a abrir la puerta después de dejar los platos apresuradamente en la encimera, encontrándome a una señora vestida de negro y con gafas de sol que simplemente me dio una carta sin remitente al tiempo que decía:

-Los vuestros provocaron un inmenso sufrimiento, ahora os tocará pagar por sus pecados...- se dio la vuelta y se marchó tranquilamente, dejándome más pálido de lo que ya era y en shock frente a la puerta abierta, sujetando fuertemente la carta que me había dado.

Un mundo contigo, un mundo sin tiWhere stories live. Discover now