[[Yatori One-shots]] Noragami

• One-shot 1 •

*Basado en el capítulo 70, 71 y 72 del manga*

La chica de cola rosa estaba desesperada. No sabía que era lo que estaba pasando, no sabía lo que iba a pasar con ellos.

Ellos, sus amigos.

¿Amigos? Ya ni siquiera estaba segura de eso.

A Yukine lo consideraba como un hermano pequeño; y a Yato... Ella realmente no sabía lo que sentía por él.

Hiyori solo podía esperar. Esperar para saber el paradero de sus amigos. El dios llamado Arahabaki le había dicho lo que menos quería escuchar:

Yato sería forzado a reencarnar, y Yukine severamente castigado.

Ella estaba realmente preocupada. No quería perderlos... No quería perderlo.

De pronto, entre todos sus confusos pensamientos, un recuerdo le vino a la mente...

“O es que acaso... ¿Estás enamorada de Yaboku?”

La chica se sobresaltó sonrojada al recordar eso. Entre más intentaba descifrar sus sentimientos, menos hallaba respuestas.

—...Traigan a los traidores frente a mi —Sin saber por qué, Hiyori oyó una pequeña voz femenina al momento en que aparecía en algún desconocido lugar.

La chica divisó a lo lejos al peli-azul y al de ojos naranjas, rodeados de sus demás amigos. Entonces comprendió que todos sus crímenes habían sido perdonados.

El corazón desesperado de Hiyori estaba aliviado.

La chica se acercó rápidamente hacia sus amigos con lágrimas involuntarias en sus ojos.

—Yato... ¡Yato, Yukine-kun! —exclamó llena de felicidad mientras acariciaba el rostro del oji-azul y sostenía la cabeza del pequeño rubio.

El dios de cabellos azules se sonrojó fuertemente al sentir la caricia de la chica.

Podía sentir en su interior un enorme regocijo al oír su dulce voz.

Podía sentir cómo el mundo se paralizaba mientras estaba junto a ella.

Podía sentir el cálido alivio de pertenecer a una familia, una bellísima familia. Ya que él nunca pensó que podría volver a estar con ellos.

•••

Había una gran celebración en la casa de la diosa de la pobreza. Allí estaban todos los que habían ayudado a que Bishamon y los demás salieran de aquel lío.

Yato se encontraba atendiendo a todos, aunque en realidad; por primera vez, no le interesó en lo mínimo beber junto los demás.

El dios vago subió pesadamente las escaleras. Estaba exhausto. Se asomó por el marco de la puerta y allí se encontraba ella, con sus cabellos castaños revoloteando con el frío viento... Era simplemente hermosa.

La chica miró a Yato sobresaltada al notar su presencia. En el marco de la ventana se encontraba el pequeño templo que había hecho para él. Los dos se miraron sin saber qué decir.

Simplemente estaban derramando felicidad al saber que ya todo estaba bien, al saber que podrían estar juntos más tiempo...

Al día siguiente, fueron de visita a la mansión de Bishamon, Yato fue recibido con mucha gratitud por parte de los shinkis de la diosa.

El oji-azul no se encontraba muy animado, y Hiyori lo notó.

Caminaban los dos solos por los lindos jardines de aquel lugar, sin cruzar palabras.

De pronto la chica de cola rosa tomó la mano de su acompañante.

Él no dijo nada y siguieron caminando en silencio.

—Yato, no tienes por qué sentirte culpable —habló la castaña adivinando los pensamientos del dios.

Él permaneció en silencio.

—...Soy un idiota —respondió al fin con tristeza al recordar el sufrimiento de su shinki.

—Si, lo eres —bromeó la chica con una risilla— ... Pero aún así no tuviste la culpa de lo ocurrido —lo miró sonriendo

La cabellera azul del dios se balanceaba suavemente al compás del viento, mientras miraba con ternura el rostro sonriente de su amiga...

Y sin pensarlo, Yato tomó con suavidad el mentón de Hiyori acercándolo lentamente al suyo; Juntando así sus rostros en un hermoso y cálido beso.

La castaña, que hasta el momento se había dejado llevar, reaccionó exaltada separándose del chico con sus mejillas completamente ruborizadas.

—¿¡Y-yato!? —exclamó intentando ocultar su sonrojo.

—¿¡E-eh!? —reaccionó también el dios— Esto... Yo... ¡T-tiburón!

—¿¡Ahh!? —rió la de cola rosa al darse cuenta que el asunto se había tornado algo cómico

—¿Eh?... Esto... Hiyori, yo... —Temblaba el peli-azul sin saber que decir

—Qué importa ya —habló la castaña mirándolo dulcemente— Yato, al fin lo he descifrado...

—¿A- a qué te refieres?

—Yo... Te amo, baka.

La chica fue quien esta vez, tomó el rostro del oji-azul y lo juntó con el suyo en otro apasionado beso...

•Fin• :v