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Yoongi era muy celoso a veces, siempre que encontraba su novio conversando con alguien apuesto, tenía el temor de perderlo, y en ocasiones sus celos eran bastante notorios, y Jimin siempre terminaba dándose cuenta de ello.

Un día Jimin se quedó a hacer un trabajo grupal en la casa de otro compañero, ya que, no le había tocado ser pareja con su novio, si no que se eligió por un sorteo.

Eran ya más de las nueve de la noche y Jimin no contestaba el celular, ni siquiera respondía a sus mensajes, entonces decidió ir a la casa del compañero en cuestión para recoger a Jimin.

Cuando el menor le explicó el porqué de su tardanza y la razón por la cual no pudo contestar el móvil, Yoongi no quedó convencido, por lo que en el camino tuvo el rostro serio, ni siquiera cuando Jimin lo besó en los labios cambio de gesto.

"Suga, no me ignores." El pelinaranja formaba un tierno puchero, dando leves golpecitos en el hombro ajeno para que le prestara importancia. "No sigas molesto, ¿si?" Jimin trataba de hablar en un tono juguetón para que su pareja cambiara el semblante. "No me gusta el señor gruñón Yoongi."

"Jimin, vamos rápido, prometí a tu mamá traerte de inmediato y estás muy lento."

"No avanzaré si no me sonríes." Jimin se cruzó de brazos, y se quedó de pie, estático en la vereda por la cual caminaban ambos. "Y me tienes que dar un beso, porque el que te di no me lo correspondiste de buena forma."

Yoongi sonrió por el comportamiento de su menor novio, y lo tomó de la cintura, atrayéndolo hacia él, regalándole un delicado beso en los labios. Finalmente le mostró una amplia sonrisa, siempre Jimin lograba convencerlo.

"¿Por qué tienes que ser tan tierno?" Cuestionó el mayor, para volver a juntar sus labios con los del menor.

Era una linda relación la de ambos, sin duda lo era.

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