Trampas

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-¡Hola buenos días!- Habla Ernandez saliendo del ascensor y besando a Helena  en la mejilla.

-¡Muchos buenos días!- contesta Helena sorpresa- Llegaste temprano...

-Sí llegué más temprano porque me toco llevar a mi papá a la gráfica...Buenos días Carme!

-Hola, buenos días...- habla la muchacha mirándolo por arriba de sus lentes.

-Ya que llegaste bueno, mejor nos vamos aprovechando y arreglamos los documentos nuevos que llegaran desde NY ayer por la mañana...- habla Helena volviendo unos pasos atrás mientras lanzaba una mirada de invitación de que Carmela la acompañara.

-Como digas...-habla Ernandez sin entender la prisa de las dos.

-Buenos días!- grita una voz  otra vez del ascensor. Era Tonks.

Aquella mañana a Helena le costó mucho concentrarse en lo que tenía que hacer, los ruidos de Tonks, las miradas largas de Carmela y las sonrisas de Ernandez. Seguramente no era así que había pensado planear sus cosas y hacer su trabajo.

Todos se fueron cada un a su lado. La verdad es que Ernandez no había entendido nada, cada vez que intentaba decir una palabra Helena lo miraba de manera fría como si otra vez fuera la mujer del teléfono. Ella estaba tan cambiada que le costaba creer que algún día hubo una sonrisa por detrás de tan cerrados labios.

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Carmela llega a la habitación de Helena con dos tasas de te. Todo estaba muy cambiado desde la ultima noche en que había estado ahí molestando a Helena con sus preguntas sobre el beso.

-¿Y acá que pasó?

-¡Una buena limpieza!- habla Helena sin dejar de hacer lo que andaba haciendo, estaba muy atareada tratando de meter unos cuadros en una gran maleta.

- ¿Esto quiere decir que echar eso todo en la basura es limpieza? Te preparé un té...

-Es lo que estaba necesitando...- habla Helena  limpiando el sudor que corría entre su pelos revueltos presos a una gomitas para el pelo que había ganado de Carmela en su cumpleaños pasado.

-¿Y eso todo para que es?- pregunta Carmela señalando a las cajas dispersas alrededor de la habitación.

-Ya no quiero que me quede nada más de mis antiguos errores, y usted lo sabes de cuales hablo... ya no quiero ni mencionarlos, ni pensarlos otra vez, acá están los libros que compré cuando me fui de viaje a Brasil, los cuadros de la quinta avenida y los discos que regalaron de cumpleaños...- habla Helena cerrando las cajas.

Con un solo trago despojó la taza de té, levantándose  del suelo puso la mano en la cintura con una mirada cortante hacía las cosas, cerro la puerta y se fue con Carmela a camino del comedor.

-¿Que te pasa Helena? te veo muy rara desde la mañana...

-No... nada... sabe lo que pasa es que me arrepentí de otra vez cometer el error de besarme con el tipo ese que estuvo por toda mañana mirándome con una cara de tonto. Yo no soporto la idea de haberme dejado llevar... el beso no debería haber pasado, no sabes lo cuanto me....

-Tranquila Helena, no fue nada más que un beso... besos nos damos todos, a todo el tiempo, no hay necesidad que te pongas tan enfadada por eso.

- Yo no me beso con nadie a todo el tiempo...- habla Helena con una mirada confusa.

-Yo sí, me beso con Tonks, con el muchacho de la oficina, eso cuando estoy como que deprimida o cuando Tonks me molesta con la Fernanda... No hay nada de tan terrible en un beso.

El cuento del destinoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz