Ditti

Capítulo 2

El primer sonido de la mañana de un día importante había llegado por fin.

Aunque la emoción no era por celebrarlo, eran las ganas de ver a Sebastián.

Ya hace dos semanas que vino ese señor tan extraño para Clare. No quería más visitas de ningún extraño y aún más en su aniversario.

Pero no podía hacer nada, ya que sus padres invitarían a otros nobles y caballeros de toda la comarca.

Su cumpleaños era importante para el reino. Le faltaban seis años para cumplir ya la mayoría de edad, donde sería coronada como la legítima princesa de Clator.

Aunque aún faltaban muchos años para decidir su futuro. Dejó el tema y se concentró en su aniversario.

Se levantó de la cama y abrió con cuidado las cortinas que tapaban la imagen del sol.

-Sebastián.-llamó susurrando.

Algo se movió detrás de la ventana, Clare y luego se apartó un poco.

-¡Huy, qué sueño tengo Clare!-decía Sebastián con buen humor, entrando por la ventana y al mismo tiempo estirándose con ganas.

-No hagas ningún movimiento físico, como tirar un jaro o si no sospecharán.-le riñó ella en voz baja.

-Si claro, como si pudieran verme. Para ellos solo soy alguien que no existe o algo, más bien dicho.

Clare lo miró incrédula.

-¡¿Qué?!-se defendió él.

-No estropees de buena mañana este día, por favor Sebastián.

-Si es verdad...bueno...cambiemos de tema.

Clare se sentó en su cama, mientras que Sebastián se paseaba en línea recta por toda la habitación murmurando cosas.

-Está bien, Clare. ¿Qué quieres qué te regale para tu aniversario?

-Mmmmm...Pues no sé...

-¿Una flor, un dibujo, una tortuga, un poni, un vestido o un lápiz mágico?

Clare lo miró sorprendida y emocionada.

-¿Podrías regalarme un lápiz mágico?-preguntó entusiasmada.

Este la miró y dijo:

-No, claro que no. Solo quería ver tu reacción al haberlo dicho.-se le escapó con una sonrisa maliciosa.

Clare cruzó los brazos en pose de enfadada y bufó.

-¡Qué malo eres! Siempre te aprovechas de mí, sacando el tema de la magia.-se quejó molesta.

-Si solo será hoy, ya que cumplirás un año más. Cada año siempre te hago la misma broma.-dijo riéndose.

-Pero... ¿Cómo puedes regalarme cosas materiales si tú....-empezó a decir.

-Si yo soy transparente y no puedo coger nada material?-acabó diciendo él.

Clare no dijo nada al respeto.

-No es el momento de explicártelo aún...no lo entenderías. Además yo tampoco se mucho, la verdad.

Clare no quiso seguir con el tema y así que dijo:

-Quisiera que me regalases...algo...bonito.- apuntó Clare sonrojada.

Sebastián se le acercó, colocó una mano sobre su cabeza y la acarició suavemente.

-Ya verás que será algo bonito.

Clare le sonrió de buen humor.

En aquel momento Clare guardó esa imagen que estaba compartiendo junto a Sebastián en lo más profundo de su ser y decidió que nunca la olvidaría. Porque ese fue uno de los recuerdos más maravillosos que pasó con Sebastián en su infancia.

Todos los preparativos del aniversario ya se habían acabado y solo hacía falta esperar a los invitados.

Los sirvientes y la dama que cuidaban de Clare fueron a su dormitorio para cambiarla.

La vieron contemplando el cielo junto a la ventana. Para sacarle de su mundo, la dama le dijo:

-Cariño, ya es hora. Tenemos que prepararte.

Fue todo tan rápido que Clare no se dio cuenta que en un segundo ya estaba preparada.

Las damas la dejaron a solas en la habitación, mientras tanto las trompetas anunciaban el comienzo del baile.

Clare cerró tras ella la puerta de su habitación. Luego fue por las escaleras de caracol hacia la sala.

Allí, el rey y la reina esperaban ansiosamente a su hija. Cuando la vieron pasar, sonrieron.

Todo el mundo calló y miró a Clare.

Clare se encaminó hacia el centro de la sala, mientras cerraba paso, la gente se dispersaba por todo el salón, lo cual también hacia aumentar el volumen de los nobles al hablar.

-¡Clare, querida!-señaló su madre dándole una palmada suave en la espalda-¿Necesitas alguna cosa más?

Una canción clásica compuesta por Machaud Perotin, sonó delicadamente.

Clare volviendo a la pregunta de su madre, negó-Estoy bien, solo quiero que os lo paséis bien-aclaró inclinándose ante ellos.

No había mucho que contar sobre los reyes, porque normalmente los cumpleaños que celebraban eran casi siempre iguales. Se sentaban en sus respectivos tronos y cuando venía Clare, la saludaban manteniendo una cálida conversación. Luego empezaban actividades para entretener a los invitados.

Clare enseguida se alejó de sus padres, no quería pasarse su aniversario hablando de temas aburridos.

Clare era muy madura a su edad, no era como los demás chicas de su edad. Que se pasaban todo el santo rato jugando a casarse entre príncipes imaginarios o divirtiéndose con muñecas de madera.

En realidad ningún noble estaba interesado en su cumpleaños, pensaba ella. Todos se relajaban y bebían tranquilos, bailaban y chocaban sus copas entre ellos, hasta algunos por puro aburrimiento hacían figurillas con las servilletas que se apilaban en una mesa. 

Por primera vez, Clare se sentía excluida. Lo único que podía hacer era esperar a que viniesen los juglares para alegrar un poco la fiesta,...o quizá que la alegrasen a ella solamente. 

Paseaba por los alrededores, viendo a la gente distraída con cualquier cosa. A veces preguntaba si se divertían o les parecía el servicio bueno. Todos respondían la misma frase: <<No está nada mal, se puede pasar>>.

De pronto las puertas se entreabrieron y pasaron los juglares. Las trompetas sonaron otra vez y toda los nobles se sentaron o se se tumbaron al suelo para descansar y escuchar las proezas que acontecerían en estos mismos instantes. 

Clare siguió la marcha y también se sentó, muy cerca del escenario en el que se encontraban los juglares. 

-¡Nobles, damas y caballeros, servidumbre y anfitriones de ésta fiesta...!-aclaró la voz cantarina de uno de ellos.- Agradecemos esta invitación...que ha sido preparada para nuestra futura soberana Katherine Francois D'Ovariodi.-se referían claro, al nombre completo junto al apellido de Clare.