Tú.

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...

El conde se sentía nervioso por primera vez, casi nunca vienen a verle aristócratas de otras puntas, incluso comenzó a dudar cuando releía la carta amarillenta que avisaba de la venida de integrantes de alta sociedad. Pero se había confiado al recordar a su mayordomo que lo acompañaría en toda la velada, desde la entrada hasta el postre, no debía de agobiarse mortalmente con sus pensamientos.

Pasó así una semana entera hasta que cayó la noche de la cena tan invadida.

Una semana en donde surgieron muchas risas, muchos besos, y mucho té.
Durante esa semana pasaron muchas cosas.
Ciel consultó lo que tenía en duda desde que vio a Snake y Finnian correr con desesperación hasta que los vio entrar en la mansión ambos sonrojados y con la cabeza gacha, teñidos de rojo hasta quien sabe dónde y sujetándose ambos de sus manos para darse seguridad. Obviamente terminaron llegando a una interrogación exhaustiva además de vergonzosa, y ambos terminaron por confirmar que podrían estar en una relación. Podrían.

La cocina se había inundado de interminables carcajadas y humo negro acompañado del rostro negruzco de Bard, si... Intentó hacer comida y le salió, sino fuese por el extra fuego que se atrevió a añadir. Meyrin le limpiaba el rostro soltando risillas que trataba de ocultar, pero era imposible cuando veía la cara sin expresión de Bard con el pelo inflado y chamuscado, el algodón con alcohol bajó suavemente hasta la barbilla en donde tenía una sería quemadura, y la mucama dejó de reír y ser más prudente. No todo era risa después de todo.

-Bard-san, ya está- finalizó Meyrin guardando el alcohol y gasas sin uso mientras las otras las tiraba al pequeño fuego de la cocina. Había quedado todo destruido, morirían a manos de Sebastian, lo presentía mirando al pequeño Finnian recogiendo algunos trozos grandes de pared para poder arrojarlos y limpiar con más comodidad.

-Gracias- respondió con una sonrisa Bard sacando su cajetilla de cigarrillos tomándose el tiempo suficiente para poder prenderlo y dar una calada al mismo- nos va a matar- comentó gracioso sin pararse de la silla en donde estaba sentado; vaya desastre había hecho.

-Ojalá y sólo te mate a ti- rio Meyrin protegiéndose con el botiquín de madera ante la poco amenazante mirada de Bard que terminó por reír con ella. Ambos iban calmando sus pequeñas risas perdiéndose en los ojos del otro, Meyrin a pesar de tener lentes que no iban perfectos a sus ojos podía ver con claridad a la persona frente suyo, sonrojada y para evitar más vergüenza se sacó los lentes con una suave sonrisa en un movimiento delicado y los posó sobre su cabeza para poder mirar mejor a su rubio acompañante.

Tan perdidos estaban entre ellos soltando pequeños resoplos, tan sumidos en sus buenos y sanos pensamientos que no se dieron cuenta cuando Sebastian estaba entre ellos con las manos en la cintura y esperando reacción de parte de ellos.

-Haber, tierra llamando a los tórtolos- aplaudió Sebastian con insistencia frente a ambos quienes apartaron la vista con un sonrojo. Al parecer todos estaban siendo contagiados por el curioso bicho del amor pensó con sarcasmo al tener ambos ojos al fin mirándole.

-Ah-ah... S-Sebastian- tartamudeó la mujer con su voz ronca y fina tratando de sonar no tan nerviosa.

-Sebastian.- fue lo único que dijo Bard manteniendo un cigarrillo sin prender entre sus labios, poca importancia le dio a esos ojos tan molestos que le miraban fijamente en busca de una respuesta coherente por el desastre de la cocina.

-¿Me pueden decir quién causó éste alboroto?- formuló la pregunta con calma, cerrando sus ojos y acariciando sus sienes con sus dedos enguantados, ya era la tercera cocina destruida en este mes, los gastos de su joven amo aumentarían de manera considerable y alarmante.

-Lo siento señor Sebastian, es que Bard-san quiso cocinar, y yo lo alenté, lo siento.- la voz de Finnian sonó débil ante los agudos oídos de Sebastian quien le miraba desconcertado, el niño tenía la cara algo manchada por limpiar los escombros y tratar de que quedara lo mejor posible, pero sabía que no lo lograría, porque él sólo destruye las cosas, se deprimió un momento mirando sus manos desnudas llenas de polvo y algo rojas por el esfuerzo.

-No pasa nada Finnian, ahora, todos salgan de aquí, yo me encargaré de esto.- Sebastian no estaba molesto, tampoco frustrado, era su trabajo después de todo, y sabía que el trío de inútiles no eran tan inútiles después de todo. Tanaka-san se quedó en su lugar, llenando su taza con más té para seguir bebiendo entre suspiros, no se había movido de su lugar y miraba atentamente los rápidos movimientos de Sebastian a medida que los sirvientes dejaban la cocina.

oOoOo

-Ah...- de desperezó Finny estirando su pequeño cuerpo, alzando sus manos hacia un cielo despejado, se sentía cansado puesto que desde hace tres días se había besado con Snake, y el día anterior habían hablado con el joven Ciel quien no se opuso ante la dicha de una nueva relación. Se sonrojó violentamente gritando para disipar la vergüenza que sentía recorrerle hasta en sus huesos, cuando unos brazos le rodearon la cintura y una barbilla se posó en el espacio de su hombro y cuello, besando de paso su clavícula izquierda tensándolo al momento.- S-Snake-san- susurró tímido ante la presencia del más alto, sintiendo su cuerpo temblar bajo sus manos y su mirada.

-Finnian.- soltó con su voz ronca pero suave en un susurró, como si ambos compartieran miles de secretos, pero lo que no sabían era que ése secreto ya estaba en los labios de todos, como ellos compartían los suyos. Sin esperar mucho más Finny se dio la vuelta, quedando diminuto entre los brazos del mayor, con cuidado como si tuviese miedo de lastimarlo rodeó su nuca con sus finos brazos, se paró de puntillas sintiendo un cosquilleo en su cintura, Snake estaba deslizando sus dedos desnudos por sobre su ropa, contando sus costillas lentamente, el aire frío golpeó a ambos pero no le dieron importancia, el agarre se hizo más firme y sin sacar las manos ambos individuos se fueron acercando poco a poco, los rubios cabellos del pequeño bailaban por culpa del viento, pero eso no fue impedimento para que ambos labios se rozaran, una caricia que causó miles de emociones en su interior, las mariposas amenazaban con violencia en ambos estómagos, y antes de fundirse en lo que llamarían un beso, Snake se separó con los ojos desmesuradamente abiertos, escuchando más atento el sonido del viento que golpeaba los árboles, y un nombre salió de sus labios con tanto miedo e inseguridad que apenas Finnian lo supo entender.

-Joker...-

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Pronto una cena se realizará muajajaja 

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LOS AMO.. Y AMOR A MI BETA RAEDER.
Lu^^

Una flor... ¿Para mí?Where stories live. Discover now