Capítulo I

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El reloj marcaba las seis y media de la mañana mientras Mary-Lou caminaba de regreso a su casa con los pies descalzos sobre el frío pasto de invierno.
Llevaba colgando en los dedos sus patines que en algún momento fueron blancos.

Estaba tan acostumbrada al frío que ya no tenía sensibilidad en las plantas de los pies. Traía puesto un abrigador suéter, una bufanda y unos jeans negros. El cabello lo llevaba recogido en un moño.
Tenía que llegar apresurada para entrar a su hogar antes de que sus padres despertaran.

Entró rápidamente por la puerta trasera.
No había nadie.

Corrió escaleras arriba y, sin hacer ruido alguno, se adentró en su habitación.

-Mierda-murmuró por lo bajo escondiendo los patines detrás de su espalda-. Perdón. Hola, mamá.
-¿Dónde estabas?
-En... en el baño.
-¿De verdad? Toqué la puerta y no estabas.
-Sí. Bueno, en realidad estaba en el baño de abajo-se encogió de hombros y se pegó a la pared para ocultarlos mejor-. Ya sabes, privacidad.
-Mary, tu hermano no se despierta hasta las once de la mañana. No entiendo tu concepto de privacidad.
-Yo me entiendo, mamá-resopló-. ¿Qué querías?
-Despertarte temprano porque quería que desayunáramos juntos. Los cinco-dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
-Estoy muy cansada. Lo siento-mintió. La verdad es que estaba más despierta que nunca y con ganas de estar en el hielo por más tiempo.
-Te entiendo, mi niña-pasó sus delgados dedos por el cabello de Mary-Lou y le sonrió-. Puedes dormir más tiempo.
-Gracias-dijo sin más.

Su madre salió por la puerta dejándola sola por fin.
Respiró hondo y caminó hacia su armario. Sacó una caja de cartón que no era de zapatos, ni siquiera recordaba de qué era; y guardó los patines ahí dentro.
Cerró bien la caja juntando los pedazos muy gastados de la cinta adhesiva y salió del estrecho lugar.

Cayó rendida sobre su cama, intentando olvidar lo que había pasado momentos atrás.

Ella misma se había prometido no volver al riachuelo congelado. Sabía lo peligroso que era.
Pero sus deseos eran más grandes que las prohibiciones. Así que esa madrugada a las cuatro salió sin hacer ruido de su casa y fue sin importarle nada.

Sabía que no se podía resistir. El simple hecho de imaginarse a ella misma sobre el hielo y creyendo que podía volar la hacía volverse loca y querer hacerlo en verdad.
Y así pasó. Y ahora estaba más cansada que nunca.

Cerró los ojos y los apretó fuertemente, maldiciéndose dentro de su subconsciente.

Cinco horas más tarde.

-No debí haber hecho eso-se maldijo por lo bajo mientras Joe lee masajeaba las piernas-. No entiendo por qué no estás aquí cuando mis momentos de locura vienen hacia mi cabeza.
-Porque no puedo quedarme contigo toda la noche, Lou. -Le encantaba que él le dijera así. Todo el mundo la llamaba Mary.
-Emma te estuvo buscando-le dijo encogiéndose de hombros.

Joe y Emma eran dos de sus mejores amigos en el mundo, como ella pensaba.
Lo único malo era que había conexión entre ellos dos, y a Mary-Lou no le hacía ninguna gracia.

Eran celos aunque ella no quisiera admitirlo.

-¿Y por qué lo dices de esa manera?
-¿Cuál manera? ¿De qué hablas? -Levantó las cejas al hablar.
-Dime una cosa, Lou, ¿estás celosa?
-¿Por qué lo estaría?
-No lo sé. Dímelo tú.

Desvió la mirada de Joe y dejó que le siguiera sobando.
Se sentía realmente agotada, pero por una causa que ella amaba.

Joe sabía que Mary amaba patinar, y era por eso que no le reclamaba nada. Él la apoyaba en sus sueños así como ella lo apoyaba.
Más que amigos parecían pareja, aunque algunos decían que eran más hermanos que nada.

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⏰ Last updated: Jan 28, 2017 ⏰

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