Meteoros

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En los sutiles días ​
que se fugan de año, ​
en horas pensativas ​
del invierno y verano. ​
No hay momento alguno ​
en que no vengas a mí, ​
entre un mágico humo, ​
brotando al existir.​
Posando luna llena y argentina ​
en la noche de tu grácil cabello,​
el sol miel de verano,​
que cubre la tez de tu vano enigma ​
y el brillo del anhelo ​
que en armonía extraño.​
Ondeante y risueño ​
y casi tangible, tu velo azul; ​
vuestro hálito seco; ​
y casi carne, el tul. ​
Me caricias, me besas. ​
El ámbar vago escapa ​
y a lirios embelesa, ​
y el bermellón de tu boca me atrapa.​
Tu respiración, mis mejillas roza; ​
tu cabello, mi cuello; ​
y tu ver fijo y bello​
en mis pupilas posa.​
Cierro, lento, mis ojos; ​
me besas y loca sigues besando, ​
con esos labios rojos, ​
los míos secos, que os están amando.​
Abro los ojos, lento, ​
y desvaneces entre claridad; ​
te busco y no te encuentro; ​
retorno a la tétrica soledad.​
¡Soledad amarga, soledad triste, ​
dulce tristeza mía! ​
Fuente de fantasía ​
para quien amor no existe; ​
celeste meteoro, ​
que rutila ilusiones ​
y líricas canciones ​
a los poetas solos.

vana sombra de amor.

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