Capítulo único.- Trazo en la noche.

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La noche.

Su periodo favorito en cualquier mundo y universo. Las leves brisas que se levantaban hojas por el suelo que bailaban secretamente por el espacio disponible, trazando una trayectoria indefinida entre los árboles.

Como siempre, él se sentaba en aquel abeto que le hacía compañía en las noches de soledad, susurrándole con leves movimientos del choque de las hojas. Dejaba que el frío se colara en sus ropajes bajando su temperatura corporal, llenándolo de una paz exquisita que lo abrazaba como si fuera la chica que dibujaba.

Veía como las cenizas del cigarrillo que poseía entre sus dedos se perdían en algún punto de la oscuridad nocturna, los toques rojizos se desvanecían conforme eran llevados por la misma ventisca que recibía su piel esa noche, adornada por hilos de humo que se deslizaban por el aire. Plateada.

Tenía un grafito cerca de él, y una libreta con bocetos fallidos de un rostro humano. En un claro de luna aquella luz tenue le dejaba ver con claridad suficiente los trazos bruscos de aquella noche.

Tomó los papeles y les ordenó con tranquilidad, acomodando las hojas usadas, dejando una limpia al inicio de todas, y comenzó a dibujar con trazos delicados unas lineas que poco a poco tornaban en finas facciones de mujer. Las cenizas carbonizadas se vertieron en el papel por un descuido, siendo retiradas por el mismo soplo de su aliento.

Era como un retrato, pero casualmente parecía más a un recuerdo lejano perdido entre las memorias que no poseía. Los factores naturales parecían influir en dicho dibujo ya que el cabello se movía a la misma dirección que el aire. Tomó una forma inusual, no recordaba haber visto a alguien parecido, y debió admitirlo, tan bella, tan delicada ni tan... real.

Acabó por dibujar los ojos que debido a la luna, se asemejaban al mar mismo, ocultando en las profundidades una historia que jamás sería contada y quedaría perdida entre aquel grafito y sus manos que se movían dándole vida a aquellos trazos.

"Deja que tus ojos me bañen con el rocío de plata, te necesito, tan seguro como que te imagino en un recuerdo inexistente"

Sonrió. Era Mikasa.

No tenía ni idea de quien sería, pero el viento mismo le susurró aquel nombre acompañado de una sensación ajena a su conocimiento en su ser.

Que lo llamaran loco, desquiciado y safado. El gustaba de aquel dibujo. Le traía un recuerdo vago de alguna existencia anterior, que se cerraba en un abismo sin fondo acompañado de su creación.

Plata. (Drabble RivaMika)Where stories live. Discover now