Cross all the lines

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"El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia: esa es la esencia de la inhumanidad." – George Bernard Shaw (1856-1950) Escritor irlandés.

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El sonido de los tacones de cinco centímetros de Chloe Burgeois resonaba por los pasillos del aeropuerto internacional de París. Detrás de ella corría un joven de no más de veinte años que intentaba seguirle el ritmo, pero era algo difícil tomando en cuenta que su jefa podía caminar muy rápido en especial si iba entretenida con su celular. La blusa amarilla, el ceñidor y la falda en tubo le sentaban muy bien pues llamaba la atención del sexo opuesto sin ningún esfuerzo. El tiempo había hecho maravillas con la chica.

Chloe iba tan entretenida con su celular que no notó que una persona venia en su dirección. Para cuando lo supo era muy tarde pues su celular y su bolsa se cayeron al suelo junto al celular del desconocido. Chloe se agachó a recogerlo, un poco fastidiada por las intromisión no pedida ni planeada. Pero cuando alzó la vista se encontró con los ojos aguamarina más bellos que creyó nunca haber visto. Sonrió como una estúpida enamorada, cosa que no era pero que le hacía ver mucho más bonita.

El hombre contra el que chocó lo notó en el instante. La sonrisa y las facciones de su rostro eran una obra de arte en sí mismas ¡qué decir de su figura! Estilizada con el porte de una modelo. El hombre se preguntó si no la había visto alguna vez en alguna portada. Él era alguien que sabía apreciar la belleza y no pudo despegar sus ojos de tal hermosura hasta que la vio sonrojarse. ¿Dónde estaban los bastidores y los pinceles cuando los necesitaba?

—Su celular y su bolsa —dijo el hombre devolviéndole el aparato y la prenda a la mujer que había cautivado de manera tan enigmática su atención.

—Gracias —contestó Chloe con amabilidad mientras tomaba ambos objetos—. Mucho gusto, soy Chloe Burgeois.

El hombre no pudo evitar reír al notar la ironía de esa situación. Pero la tentación de verla ahí tan cambiada a como la recordaba era demasiada. No podía quedarse en el pasado y reclamar, debía conocer la figura que el destino había decidido poner en su camino.

—Supongo que debo ser difícil de reconocer, al fin y al cabo nunca tuvimos una plática —dijo Nathaniel con cierto tono irónico en la voz que incluso Chloe pudo notar — Nathaniel Kurtzberg. Íbamos en la misma escuela, el colegio Françoise Dupont.

— ¡Oh por dios! Lo siento mucho tengo años sin ver a nadie de la escuela —dijo Chloe llevándose una mano a la boca.

Nathaniel no supo qué le causó más impresión. Si fue el hecho de que Chloe se disculpara sin que un tercero se lo ordenara o que se viera muchísimo más bonita con una mueca de vergüenza. En cualquiera de los dos casos el salía perdiendo pues su curiosidad podía más con él. Necesitaba conocer a esa nueva Chloe.

— ¿Vas de salida? —preguntó el chico tratando de hacer conversación y evitar perder la oportunidad.

—Vengo llegando —contestó Chloe mientras podía un cabello rebelde detrás de su oreja.

— ¿Estuviste de vacaciones? —Nathaniel necesitaba encontrar el momento exacto para invitarla a salir.

—No, no —Chloe movió un poco el pie, sopesando la idea de contarle la verdad al hombre—. Estuve trabajando fuera.

—Eso es genial —comentó él — ¿conociste muchos lugares? ¿Cuánto tiempo te fuiste?

—Dieciséis años, casi una eternidad —rio Chloe intentando quitarle lo incomodo a ese comentario—. De hecho, se supone que en una hora debo de ver mi nuevo apartamento.

Regrets ||Miraculous Ladybug|| #ChangerMLBFandomWhere stories live. Discover now