Sospecha

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- Fukawa-san, por favor despierte – Con apaño, cierto chico intentaba sacar de sus ensoñaciones a su compañera quién permanecía en el más profundo de los sueños sobre su escritorio; al punto de babear los papeles que minutos antes cuando, aún llena de energía, se había dedicado a llenar tan minuciosamente – Fukawa-san en serio, ya casi será la hora de irnos...

Por todos los cielos, ni siquiera dándole toques en el hombro esta mujer despertaba ¿Ahora qué iba a hacer? A Komaeda no le gustaba realmente ser brusco con las chicas, eso no estaba bien, por lo que recurriría a técnicas un poco bajas pero que, con regularidad, terminaban siendo bastante efectivas, para bien o para mal.

Se acercó hasta el oído ajeno, levantando un poco el cabello que lo cubría, su tono de voz descendiendo unos cuantos decibeles, a sabiendas del efecto que eso tenía en personas como su compañera – Fukawa-san, iré a declararme a Hinata-kun...

- ¡¿QUÉ?! ESPERA, ESPERA DEJAME TRAER LA CÁM--- - Instantes después, la menor se dio cuenta de lo que ocurría y... ¡Este idiota lo había hecho otra vez! Ay, debería dejar de ser tan obvia con sus gustos y pasiones, que un día de estos, como hoy mismo, la dejarían delatándose por sí misma – POR UN DEMONIO ¿QUÉ TE PASA? NO ME PUEDES DESPERTAR ASÍ.

- Jajaja... ¡Buenas tardes, dormilona! ¿Pues qué quería qué hiciera? Era decirle eso o comunicarle que su novia se encontraba en la cocina de su departamento esperándole con una sonrisa, dulces, un delantal y mucho amor, francamente la segunda sonaba más tentadora, pero eso le habría hecho correr como alma que lleva el diablo y pues, usted conoce que mi condición física no es la mejor, no habría podido alcanzarla – El rostro de la chica se tornó en una extraña mezcla, conformada por la vergüenza, indignación... ¿Y un atisbo de felicidad? No estaba segura, pero sus ganas de asesinar a este infeliz se acrecentaban como la espuma del mar tras una marea alta.

- ¿D-DE QUÉ NOVIA ESTÁS HABLANDO? –Hasta donde ella sabía, no había hecho ni un comentario, de hecho no estaba segura tan siquiera de que su relación pudiese... ¿Eso pensaba Komaru que eran? ¿DE ALGÚN MODO ESTE TIPEJO SE DIO CUENTA? No podía ser, jaja, sería absurdo, mejor no darle más vueltas e ignorarlo – Sabes qué, mejor ni me respondas, eh. Terminé todo lo que se supone que debía hacer hoy, me largo.

- Vale, de hecho para eso quería que te despertaras, puedes retirarte, recuerda firmar la asistencia ¿Está bien? – La chica asintió observando como el mayor se iba con paso calmado, pero antes de dejarlo marchar, decidió que si él iba a meterse en su vida dándole estos horrorosos sustos, lo justo era que ella hiciese lo mismo.

- Heeh, pero si algún día tienes las bolas p-para decirle al tío del cabello de rayo que te tiene como doncella de cuento medieval, deberías avisarme para poder presenciar el ridículo que harás.

- Lamentablemente para ti, ya pasé por ese ridículo, dos veces, y dudo que vaya a permitirme haber una tercera – Los ojos de la escritora se abrieron como platos, firmando con rapidez solo para poder ver la expresión en el rostro del mayor, cuya voz sufrió una evidente decaída ante esas últimas palabras... ¿De verdad lo había hecho? Intentaría arreglar las cosas, pero ella era Touko Fukawa, y si en algo era experta, eso era en cagarla sin saber cómo reparar el daño.

- ... No seas idiota – Tomando sus cosas, pasó a su lado antes de seguir caminando sin verle de nuevo - ¿Te haces llamar hombre? ¡Pues vuelve a intentar, zoquete! Rendirse es de cobardes que no quieren de verdad. Hasta luego.

No había visto su cara, pero ya podía perfectamente imaginarse la expresión ajena.

Ella, por supuesto, se había visto infinidad de veces en la misma posición que el mayor, y era una mierda, así sin filtros, de paso que con este masoquismo al que había sido condenada por toda su vida no conocía con exactitud si en alguna ocasión la historia se repetiría y...

Descenso al paraísoWhere stories live. Discover now