Prólogo

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—Byron Hale.

Miré a los ojos a aquella mujer que estaba de pie frente a mí; con su larga cabellera blanca y el tatuaje de media luna en su frente. Hermosa en verdad.
Ella desprendía una luz a su alrededor que antes me hacía sentir cálido y en casa, haciéndome su más leal sirviente; pero hoy, ese calor sólo me estaba quemando por culpa de la traición. Una que nunca vi venir y ella tampoco.
Mentiría al decir que no la conocía y sabía bien de lo que era capaz, que no estaba matándome cuando me miró con pesar y dolor; y yo sabía que nadie me podría sacar de aquel problema en el que me había metido.

—Has cometido muchos pecados contra mis hijos, tus hermanos, Byron.

—Te juro que no he sido yo —traté de hacerle ver que yo no le mentía—, tú mejor que nadie debes de saber que no he sido yo. Que me han tendido una trampa.

—Quisiera creer en tus palabras —dijo y miró a la chica detrás de mí—, pero tus hermanos te han acusado de tantas muertes, que no he sido yo quien ha elegido tu castigo.

Miré a la chica que estaba detrás de mí. Su nombre era Zoe Blackford quien además de su hermano, Bruno Blackford, en mi mundo, era la única con el poder de traerme aquí. Ante la diosa, mi diosa, que ahora se hallaba molesta y en contra mía.

—Por favor —negué mirando de nuevo a mi reina—, te suplico que me creas. No he sido yo.

—Hiciste mucho daño —. Negó con la cabeza y supe que ella estaba convencida de que era yo el peor de sus errores.

—No he sido yo —negué de nuevo y apreté mis manos en puño sabiendo que se estaba cometiendo una injusticia en mi contra—. Por favor. Revisa mi alma, asegúrate tú misma de que no he sido yo el que ha pecado en contra de mi raza.

Ella, me miró con compasión y negó acariciando mi mejilla mientras sus ojos se clavaban en los míos.

—Tu nombre y tu alma no me pertenecen, Byron —sonrió con tristeza—, desde que naciste, has tenido una sola dueña y es ella quien me preocupa ahora.

—¿Qué? —. Murmuré confundido.

—¿Ella podrá verte y creer en ti?

Bajé la cabeza sabiendo que todo apuntaba en mi contra y, si es que hallaba a mi pareja eterna, tal vez ella tampoco creería en mí. Nadie lo hace.

—No lo sé —. Acepté con temor.

—Hiciste un daño incomparable, Byron. Aún si dejara de lado la masacre que creaste, ¿Cómo puedo olvidar que jugaste con tu poder e hiciste a tu manada tu propio campo de batalla? —. Ella apretó los labios y sentí como su caricia se alejó de mí—. Mataste y juzgaste como si fueras un dios y no lo eres, Byron Hale.

No dije nada, no podía defenderme porque sabía que había algo de verdad en eso, pero claro que no lo hice con una mala intención. Yo sólo quería proteger a los míos.

—Pero aún así no puedo olvidar los sacrificios que tú mismo has hecho por tus demás hermanos e incluso por mí, así que, aún en contra de la voluntad de todos tus hermanos, te daré un último perdón.

La miré de inmediato al saber que quizá hasta ella no me creía, pero que si escuchaba, y entendería que sólo podría ayudarme ella. Es mi reina después de todo.

—Gracias... —. Me apresuré a decir sin saber que eso no era un perdón sin un castigo—. Gracias, mi señora. Yo de verdad...

—Pero escúchame bien —me interrumpió—, el que yo te ayude no quiere decir que no recibirás castigo.

—¿De qué se trata? —. Pregunté valiente pero temiendo la respuesta.

—Puede ser que seas inocente, pero tus hermanos exigen un castigo por los años que callaste y el dolor que tu presencia ha causado.

—Entenderán cuando les demuestre mi inocencia —negué y la miré de frente—, yo me voy a esforzar y haré que me perdonen.

—Ya has sido juzgado por mis hijos —negó tomando asiento de nuevo frente a mí. En su trono de marfil—, y ellos ya han elegido tu castigo.

Miré a ambos lados de mí y vi que, Bruno y Zoe, estaban a cada costado mío. Ambos vestidos igual que la diosa, como los mensajeros de su voluntad y sus descendientes directos.

—Y mi deber es marcar aquella penitencia.

—Mi reina... —. No con la cabeza pero fue tarde cuando quise ponerme de pie. Ellos ya me tenían acorralado y me obligaron a hincarme, sujetando mis brazos y obligándome a mirarla mientras ella caminaba hacia mí.

Entonces temblé.

—Serás juzgado en nuestro mundo, serás libre si es que no mientes —negó tocando mi pecho—, pero tu corazón ya no es puro, Byron, y no permitiré que sentencies el alma de otro de mis hijos por tu ambición.

Miré sus ojos y ahora vi la ira. Así que sabía que me mataría.

—Y por ello te quitaré un solo don.

—¿No me matarás? —. Murmuré incrédulo.

—No, eso no podría tolerarlo —. Murmuró levantando mi mentón para que la viera a los ojos—. Eres mi hijo favorito y por eso tu traición me duele más que la de cualquiera ¿Cómo podría matarte?

—¿Entonces? —. Susurré temeroso.

—Te daré un castigo —. Negó iluminando mi pecho con su mano. Causándome un dolor horrible que me quemaba las venas, que me dolía en sobre manera pero que a ella no le importaba en lo absoluto. Y si no era así, al menos prefería no mirarla, porque sabía que mi dolor era el de ella—. Byron Hale, tu castigo será no tener el don de reconocer aquello tan anhelado por cada uno de nosotros.

La miré sorprendido pues no creía en la condena a la que me estaba llevando. Pero no mentía, ella estaba decidida.

No la verás, ni siquiera su olor te dirá que es ella hasta que tu mitad, si ella así lo decide, ceda ante ti y te juré lealtad eterna.

—¡No! —traté de zafarme de aquel par—, ¡No lo hagas, por favor!

Y si ella lo desea, podrá unirse a ti en la eternidad, pero si no es así, tú no tendrás el poder para retenerla. Porque ni siquiera sabrás si es ella.

—¡Mátame! —grité desesperado— ¡Te lo suplico! ¡Asesiname!

Tu castigo durará hasta el fin de mi reinado.

La miré mientras ella quitaba su mano de mi pecho y se iba. Dándome la espalda. Como todos los demás.

—¡No!

—Llévenselo —. Negó y la vi marcharse mientras yo era arrastrado a la oscuridad a la que mi propia madre me había condenado.

—¡No! —. Grité tratando de detenerlos y hacer que me mirara. Que se detuviera—. ¡No! ¡Madre!

Pero ella ni siquiera se giró, sólo desapareció y me dejó morir ahí. Porque aunque mi corazón siguiera latiendo, ella misma me había arrebatado el alma cuando decidió quitarme lo que más amaba y lo que más deseaba.

Me quitó a mi mitad.










P

rólogo.

Empezamos fuertes mis Wattis 😱💜 Espero que les esté gustando hasta ahora porque de algo estoy bien segura y es que, después de esto, todo se va a poner igual o peor 🧐💜😂

Nos leemos pronto, mis Wattis ✨

💜 ¡Cero Plagio! 💜

La Luna Del Alfa Luna Nueva ©Where stories live. Discover now