"Tranquila"

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Caminaba desnuda por ahí, con la tranquilidad de que nada ahora iba a pasar, tranquila, embelesada, sentía que el tiempo me llevaba, una parte de mí ahí, y otra en un aún más hermoso lugar, me sentía tan magnífica, tan increíble, aquel lugar tan encantador, de día mucho, mucho mejor, tenía aún un sentir extraño en el cuerpo, cierto dolor en las articulaciones, un inquietante pero atractivo dolor de cabeza.

Y de repente una voz. 

"Hola, ¿Hay alguien ahí? ¿Ésta ropa, tiene algún dueño?"

Me tapé inmediatamente con unas hojas, unas ramas largas que colgaban de los árboles, me exalté, no sabía que hacer, susurré: Son mías... Déjalas ahí por favor.

"Ya sal ¿sí?, no te haré daño" Me sentí extraña, porque pensaría que me haría daño, dije: No le tengo miedo, pero

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"Ya sal ¿sí?, no te haré daño" Me sentí extraña, porque pensaría que me haría daño, dije: No le tengo miedo, pero... ¿Sabe? Esa es mi ropa (Aún no lo había visto, solo sabía que era un hombre, por aquellas graves y un tanto inocentes gotas de voz).

"Tiene razón, lo siento. Discúlpeme, soy un tanto despistado. Aún no hallo el lugar del que su voz se ha de encontrar, no sé preocupe señorita, aún no la he visto"... Me sentía tan avergonzada, toda mi vida, había transitado ahí, y nadie nunca se había aparecido, sentía literalmente que ese lugar era mío, ¿Por qué? ¿Por qué ahora ya no lo era? "¿Sigue Ahí?", respondí: Acá estoy, podría taparse un momento, entraré al lago.

"Como guste señorita, no hay problema. Fui yo, quién irrumpió en su lugar". Aquel desconocido, y aún no visto por mis ojos, aseguró haberlos cerrado, y yo corrí rápido y entré al agua, él, sólo pudo escuchar el sonido ¿Ya los puedo abrir?, preguntó inocentemente.

Sí, eso creo.  

El LagoWhere stories live. Discover now