Capítulo 3

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El pequeño chico de ojos dorados no podía creer lo que estaba viviendo, una parte de él estaba hirviendo de furia pues sentía de antemano que ese Chad no era confiable en lo absoluto y se auto-culpaba por no haber reaccionado antes, pero había una parte que conformaba casi todo su ser la cual se estaba destruyendo en un mar de lagrimas ¿Por qué tuvo que besarlo en frente de sus ojos? ¿Qué era ese sentimiento tan molesto? Ya no se atrevía siquiera a dejar de mirar el suelo, cuando percibió que se separaban lo agradeció internamente y tomó valor para echarle una ojeada al chico peliazul.
Rigby no podía entender esa mirada tan intensa que ambos tenían, simplemente no la comprendía aunque lo intentara debido a que nunca había cruzado miradas de esa forma con ninguna otra persona en toda su vida. A pesar de que no quiso hacerlo, pudo escuchar la conversación que sus dos contrarios mantenían en susurros.
—¿Siempre usas lengua?—preguntó el chico de ojos azules con una sonrisa; el joven de ojos dorados no entendía muy bien que tenía que ver una lengua con un beso, además de que con solo imaginárselo le resultaba asqueroso y de adultos.
—Eso podrías averiguarlo luego— con una sonrisa bonita de hermosos dientes blancos como perlas -deprimente para Rigby, pues no poseía la mejor dentadura- se alejó de él para volver a su sitio en el público, sus ojos tenían un mensaje que solo Mordecai podía interpretar; Romeo y Julieta siguieron su escena sin nuevas interrupciones o besos acalorados.
Pero al llegar la escena del beso, el menor intentó besarlo como lo había hecho su enemigo momentos anteriores pero sólo logró un corto y tierno beso de labios como los que se dan los niños cuando pretenden jugar a ser adultos.
—Bueno, eso estuvo bien…— criticó Benson cuando terminaron el ensayo. Rigby no dejaba de sentir inseguridad pues las palabras del gerente sonaban sumamente dudosas. Salió de aquel lugar con rapidez, mientras caminaba hacia su hogar no dejaba de frotarse las manos como un demente. Estaba angustiado y nervioso, la fuerza con la que mordía su labio hizo que éste sangrara levemente. Con su manga limpió la sangre que sentía bajar por su mentón, pero al verla no había rastros de este líquido, parpadeó incrédulo e incluso tocó con la yema de sus dedos la comisura de sus labios pero los sentía secos. Miró hacía los costados con el miedo de que alguien lo estuviera observando y siguió caminando.
Al llegar a su cuarto se quedo boquiabierto al notar que había otra cama en su cuarto, ¿por qué? Acaso él… ¿¡Acaso tendría que compartir habitación con alguien más!? Oh no, eso era imposible. Necesitaba su privacidad, su propio espacio para estar solo. Aunque siempre lo estaba… ¡Pero da igual! Iba a quejarse, mentalmente estaba preparando una queja rotunda.
—Oh, veo que estás aquí, Rigby— comentó Benson que lo vio en la habitación debido a que la puerta estaba ligeramente abierta, el pelirrojo estaba acompañado por Thomas que miraba el lugar con expresión asombrada. Al parecer nunca había estado en una casa tan grande.— Como ya te habrás dado cuenta, alguien se quedará a dormir contigo. Pero será de forma rotativa, ya que dividiremos los días para que todos puedan repartirse en las habitaciones; hoy dormirá Thomas aquí, luego Mordecai, seguido de Chad y finalmente Jeremy.
El rubio entró con un gran bolso al cuarto y poco a poco fue ordenando su parte del cuarto para estar más cómodo. El chico de ojos dorados salió corriendo tras el gerente y logró alcanzarlo en las escaleras ya que tomó con suavidad su manga, definitivamente no podría soportar esta situación un solo segundo más y eso que todavía no había ocurrido nada de lo que preocuparse.
—¿Qué sucede?—Rigby bajó la mirada hasta la corbata de su jefe; al ser ésta de color rojo pensó en eso y sus matices, y en cuantas cosas podía representar: amor, pasión, muerte, peligro, sangre… Le recordó a la obra y a los ensayos, así que por lo tanto decidió dejar su queja de lado solo por esa ocasión.
—¿C-cómo me fue? Me… Me refiero a las audiciones…
Su jefe tomó un suspiro largo, e intentó mirarlo a los ojos pero su contrario seguía con la mirada clavada en su pecho, más específicamente en su corbata carmín.
—Rigby… Admito que me ha gustado mucho más la actuación de Chad; él sabe desenvolverse bien frente a las personas, no ha tenido un ápice de vergüenza al besar a Mordecai, se mueve con gracia, y habla fluidamente. Dime, ¿por qué debería escogerte?— sus palabras no estaban dirigidas con tal de lastimar, sino que eran más por curiosidad. Para saber como reaccionaba.
—Puedo mejorar…— respondió tartamudeante y en un murmullo inentendible. Sus ojos estaban algo húmedos pues sabía que sus palabras no surtirían efecto contra la opinión sobre el perfecto Chad.
—¿Qué has dicho? Habla más fuerte.— claro que lo había oído, después de algunos años terminas aprendiendo a leer sus labios y a escuchar su especie de idioma extraño. Un idioma “Rigby”.
—¡P…puedo mejorar! Seré perfecto y no tendrás que estar perdiendo tu tiempo en elegir a otra persona.— masculló con una lagrima recorriéndole la mejilla, su mano izquierda insistía en clavarse las uñas en la palma. Dolía pero no quería parar.—Puedo ser Julieta…
—Lo pensaré, ahora ¿podrías soltarme para que pueda bajar?— el castaño aflojó el agarre de la camisa del pelirrojo, al parecer la había arrugado un poco. Lo vio bajar las escaleras, y luego en silencio volvió a su cuarto. Al parecer Thomas estaba durmiendo, parecía un niño. Lo observó unos momentos y luego comenzó a cambiarse para ponerse su ropa de dormir.
Al cabo de unos segundos tocaron la puerta, al regañadientes tuvo que levantarse a abrirla. Fue grande su sorpresa al ver a Chad aguardando, con el cabello revuelto y una enorme sonrisa.
—Hola Rigby, ¿Podrías despertar a Tommy?
—Claro— respondió en un susurro sin mirarlo a los ojos, temía que si veía aunque sea una sola vez esos intensos ojos verdes, podía destruirlo. Se acercó al cuerpo durmiente de su compañero de cuarto temporal y tocó varias veces su hombro—Despierta, “Tommy”.
—No lo hagas así, ¡Hazlo así!—Con un gran salto terminó sobre el joven actor mientras éste despertaba perplejo por el peso sobre su cuerpo. El chico de ojos dorados no pudo evitar sentir algo de molestia al darse cuenta de que de algún modo Chad siempre hacía mejor las cosas que él— ¡Hey bobo! Necesito de tu incondicional apoyo.
—¿Qué sucede?— preguntó el rubio con voz cansada y sus ojos cerrados, había vuelto a apoyar su cabeza en la almohada y en tan solo unos segundos volvería a quedarse dormido.
—¿Tienes pastillas y lubricante?
—En la mochila— respondió por última vez antes de empezar con sus ronquidos suaves, al parecer estaba muy cansado. Tal vez, porque a pesar de que era un actor y que por ello debía pasarse horas de ensayo con café, aún era un ser humano con limitaciones igual que cualquiera.
—Gracias, rubio— agradeció cariñosamente Chad mientras se deslizaba con cuidado hacía la mochila de gran tamaño, propiedad de su amigo—¿Puedes creerlo Rigby? Quiere usar lubricante, no me molesta pero eso es para niños ¿no piensas igual? Aunque me parece un gesto muy dulce, yo ya había pensado en que como estamos en un baño (ya que no queremos molestar a Jeremy que duerme con nosotros) podríamos entrar a la ducha y ya sabes, pero creo solo improvisaremos hasta la mañana. Oh, con que aquí estaban. Bueno, me voy ¡que tengas linda noche, Rigby!
Rigby no había prestado atención a todo lo que dijo, su voz era un taladro para sus oídos. Se despidió con una pequeña sonrisa falsa y luego volvió a acostarse. Su mente vagaba por lugares a los que él mismo no podía llegar, tenía dudas respecto a todo pero las respuestas lo aterraban.
—Mañana…— se susurró a sí mismo, convencido de que quizás las cosas mejorarían para él. Aunque, claramente, no tenía muchas esperanzas.

El mapache negro (Morby)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora