Cada uno se excita como puede...

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Wilson era un tipo especial. Ventipocos, atlético, soltero y con un trabajo de lo más peculiar: era moderador de un foro de relatos X, eróticos y pornográficos.

Al principio el trabajo le pareció de lo más divertido, y como siempre le había gustado leer, y tenía una imaginación muy potente, las horas pasaban volando, aunque también es verdad que más de una vez el trabajo se le había ido de las manos, o mejor dicho se encontraba con trabajo entre las manos, vamos, que el chico parecía un mandril, tenía como libro de cabecera "IT", de Stephen King, solo para equilibrar un poco las cosas.

Eran los tiempos en que lo que estaba de moda eran los relatos lésbicos de temperatura creciente, sugestivos y sugerentes, en los que una lengua juguetona lamia un clítoris encendido mientras un par de dedos jugueteaban en orificios cercanos arrancando jadeos, o los relatos de alta temperatura en los que se describía el sexo en público o la provocación de alguna rubia explosiva en el metro tocándose delante de la gente, o tópicos como el relajante masaje a la amiga que, burla burlando, da paso al sexo más lujurioso.

Pero con el tiempo, la cantidad de los relatos creció, y la calidad decreció, y más que sugerir, se iba a lo gordo, a lo rápido, te cojo, me la saco, me la tocas un rato, ahora te la meto, pim pam toma lacasitos, ah ah ah, zas correte perra, no pares, no pares, que bueno eres papichulo ah ah y que grande la tienes y no por ahi no que no cabe y toma y toma y toma.

Entonces fue cuando Wilson descubrió una nueva forma de excitarse, el siguiente nivel en el tema erótico: Encendía el ordenador, se conectaba a internet, y al cabo de poco escuchaba una voz que le volvía loco y le ponia a cien, duro como una roca, una voz que decía, casi como pidiendo que le sacasen orgasmos hasta por las orejas, "La base de datos de virus ha sido actualizada".

Relatos restringidos (ya crecerás, ya los leerás)Where stories live. Discover now