EL SEXTO MANDAMIENTO [TERMINADO] #Libro1

CAPITULO XXV

Este fue el primer capítulo que escribí, pese a que cronológicamente va ubicado por estos lares, espero lo disfruten es mi niño mimado, me encanta.

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Jullian había insistido en que fueran a aquel sitio, no podía decir la razón pero tenía un mal presentimiento al respecto; la gente hacia una larga fila alrededor de la entrada, pero él hizo caso omiso y se dirigió justo hacia dos hombre fornidos con gestos agresivos en su rostro y los saludó con camaradería, ambos la miraron y acto seguido les permitieron pasar, la gente que dejaron atrás los chiflaron molestos.

El club estaba atestado como lo había imaginado, nocreía que un lugar como esos fuera lo mejor en ese instante, pero tras su obstinación no le quedó más remedio que aceptar a regañadientes. Jullian la dirigía a una mesa, dudaba que fueran a encontrar alguna, pero optó por guardar silencio, seguían avanzando hacia la zona VIP, tuvo que reconocer que eso la sorprendió no creía que Jullian fuera de ese tipo de personas con esa clase de excesos.

Al llegar a la mesa sintió que se le helaban todos sus sentidos Matthew estaba sentado allí y no se encontraba solo, estaba con Pauline, la sonrisa de la rubia se desvaneció, ella estaba tan sorprendida como Rebecca, miro a Matthew como preguntándole la razón de la presencia de Rebecca, él no dijo nada, pero tampoco miro a Rebecca. Jullian en cambio, se mostraba ajeno a la situación, saludó a Matthew y extendió un asiento para que Rebeca se sentara, ella lo hizo, pero se movió incomoda en él.

Toda esa escena le resultaba pictórica. La tensión entre los tres era evidente, sólo Jullian parecía no percibirla. Rebecca no aguantó más el ambiente tan pesado que se gestaba y lo peor era la pretensión de que no estaba ocurriendo nada, cuando para ella acontecía todo. Expresó querer retirarse para ir al tocado, Pauline no se ofrecería a acompañarla, desde luego, y eso le daría unos minutos de tranquilidad alejada de ese circo, al que Jullian sin saber la había metido.

Camino entre la multitud, le pareció que pasaría un milenio antes de que pudiera llegar hasta el baño cuando por fin lo consiguió se sintió aliviada de que no hubiera nadie en él, necesitaba esa soledad, no resistía verlo con Pauline, aunque comprendía muy bien que no tenía mucho qué decir al respecto después de todo lo que había pasado.

Abrió la llave y metió las manos en el agua que caía, la sintió deslizarse entre sus dedos y en ese pequeño momento se sintió un poco mejor. Alzó la cabeza hacia su reflejo, se sintió complacida, había hecho un buen trabajo con su maquillaje, decidió aplicarse bastante para cubrir las ojeras que le habían dejado sus noches de insomnio, sus labios tenían un tono nude, pero en cambio sus ojos estaban recargados con tonos cafés y negros y mucho rímel en sus pestañas, si definitivamente, al menos no serían conscientes de su miseria.

Volvió a centrar su mirada en sus manos fue entonces cuando oyó la puerta abrirse, hizo una mueca ante su reflejo, su momento de paz había pasado, esperaba que la intrusa no tardara mucho, aún no se sentía preparada para volver a la mesa. Bajó la mirada a sus manos, estaba segura que si veía de quién se trataba le diría con la mirada, lo fastidiada que estaba de que hubiese irrumpido lo que en ese momento era su recinto de paz.

Fue el olor de la colonia lo que la hizo alzar la cabeza, era una fragancia Gucci con esencias de roble y cítricos, lo sabía porque la había olido en múltiples ocasiones, pero aunque le resultaba familiar, aún no lo creía y tenía que constatar que su cordura no estaba sufriendo una muy mala pasada, lo miró atónita a través de su reflejo, por mucho que intentaba descifrarlo ni su rostro ni sus ojos le dijeron nada, simplemente estaba allí de pie con su camisa Armani de color azul petróleo, con los botones perfectamente abrochados en los puños y desabrochada en el segundo botón, algo que dejaba entrever la piel de su cuello y su clavícula.